Dramones y mazmorras de Kristy Boyce es una de las últimas novedades de Fandom Books. Las pasiones, los pasatiempos, los sueños que tratas de cumplir suelen ser esas cosas que alimentan tu alma, enriquecen tú día a día o anhelas poder dedicarle tiempo. En ocasiones, estos entretenimientos, proyectos vitales han estado contigo toda la vida, tal vez, los descubras sin querer o tan solo sean incógnitas. Esta novela va de lo que estás dispuesto a esforzarte para conseguirlo. También de ver más allá de tu obsesión.
Riley se escapa de casa con su mejor amiga para ver uno de sus musicales favoritos. Para llegar al teatro, toma sin permiso, ni carnet de conducir, el coche de su madre. El castigo será ejemplar: deberá trabajar después de las clases en la tienda de juegos de mesa de su padre. Por supuesto, no es el único inconveniente en la vida de la joven: el musical de primavera de su instituto se ha cancelado por falta de interés y finge que sale con Nathan, su compañero de trabajo, porque quiere que su ex se dé cuenta de que pasa de él. Riley no lo puede permitir nada de esto. ¿Conseguirá Riley salvar el musical, sobrevivir al trabajo en una tienda rodeada de frikis y no enamorarse de su novio de pega?
Lo cierto es que Dramones y mazmorras me ha sorprendido gratamente. Es una novela cortita, divertida y con unos personajes bien construidos. En cierto modo, lo esperaba, pero me daba la sensación de que sería una comedia romántica juvenil más. Sin embargo, tiene unos cuantos puntos fuertes: existe la comunicación entre los personajes, es decir, el conflicto no gira en torno a constantes mal entendidos por no hablar; las amistades son muy bonitas; y, además, uno de los conflictos centrales son la relación entre la relación padre e hija (y no maternofiliales, que son más típicas). El estilo de Krity Boyce es sencillo y ameno. Aquí me gustaría destacar la traducción hecha por Sara Bueno Carrero, pues es muy divertida, juvenil, perfecta para este género, además de atrayente para este público.
Antes de terminar, me gustaría hablar de lo obvio: los juegos de rol. Dramones y mazmorras, ya desde el nombre, nos indica que van a tener cierta relevancia. A lo largo de la novela aparecen breves momentos de sesiones de rol, son ligeras amenas y divertidas, pues el foco narrativo es Riley, y no tiene ni idea de nada de esto, está aprendiendo. La parte musical también es muy ligerita, pero se muestra todo el trabajo que hay detrás para sacar adelante una obra de instituto. En cuanto al romance es muy entrañable, de esos con mal empiece y buen final, pero tiene media vuelta de tuerca para hacerlo un poco más amable y más cercano a los tiempos que vivimos. En conclusión, si buscas una novela juvenil entretenida, ágil, con unos personajes geniales (estoy deseando leer el segundo, pues intuyo quienes lo protagonizarán), te recomiendo mucho este libro.