Tras la dimisión en bloque del gobierno de la república egipcia el pasado 24 de febrero, los integrantes del nuevo gabinete ejecutivo juraron el sábado 1 de marzo su cargo en presencia de Adli Mansur, presidente interino del país. Ibrahim Mahlab, ex ministro de vivienda del anterior gobierno, será el presidente del ejecutivo egipcio hasta la convocatoria de elecciones parlamentarias y presidenciales cuya fecha aun no se ha concretado.
El nuevo gabinete que dirigirá el país hasta que se celebren las elecciones presidenciales –previsiblemente después de las parlamentarias que aún no tienen fecha- se caracteriza por la continuidad. De los treintaiún ministros que componen el nuevo ejecutivo, veinte repiten en sus cargos. Destacan el propio Ibrahim Mahlab, que ocupaba en el anterior gobierno la cartera de Vivienda y fue miembro del comité político del Partido Nacional Democrático del ex dictador Hosni Mubarak; Nabil Fahmi que mantiene la cartera de exteriores, o el ministro de Interior, Mohamed Ibrahim. Ibrahim esta siendo muy criticado por organizaciones en defensa de los derechos humanos debido a su política de abusos y represión policial –en los últimos siete meses más de 20.000 personas han sido arrestadas en manifestaciones y protestas-. La principal incorporación se produce en el ministerio de Finanzas, con la entrada de Hani Qadri, quién fue un negociador clave en las conversaciones fallidas para cerrar un préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) durante la presidencia de Mohamed Morsi.
Como figura clave del nuevo ejecutivo sobresale el mariscal Abdul Fatah al-Sisi. Desde el golpe de estado que retiró del gobierno a Mohamed Morsi y que declaró ilegales a los Hermanos Musulmanes, Abdul Fatah al-Sisi ha conseguido ganarse el apoyo de la mayoría de los egipcios – o al menos una gran popularidad- con una campaña personalista que le reivindica como el responsable del golpe contra el primer gobierno elegido en las urnas por los ciudadanos egipcios. Al Sisi ha tratado de definirse a si mismo como el líder que escuchó a los miles de manifestantes de la Plaza de la Liberación, cuando el 29 de junio exigieron la renuncia del presidente Morsi ante el malestar económico y social.
En la actualidad, Al Sisi continua como ministro de Defensa y se perfila como el hombre fuerte del régimen y el candidato favorito a la presidencia del gobierno egipcio. Su futuro político aún no está claro pues el mariscal no ha precisado sus planes presidenciales en una candidatura concreta para las venideras elecciones. Además, como requisito previo indispensable para acceder a la presidencia, de acuerdo con la constitución egipcia, Abdul Fatah al-Sisi ha de renunciar a la cartera de Defensa y a su puesto como comandante en jefe del estamento militar si decide finalmente concurrir a las elecciones presidenciales. Precisamente, una de las medidas del presidente interino Adli Mansur ha sido reestructurar el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas para ensanchar la relación entre el gobierno y el estamento militar. Por primera vez en la historia del país árabe, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas no podrá ser directamente el presidente de la República sino el ministro de Defensa.
El anterior presidente egipcio Hazem el Beblawi y su equipo –que dimitió por considerar terminada la primera etapa de la hoja de ruta trazada por los militares el pasado mes de julio para el periodo de transición- deja en manos del nuevo ejecutivo la ardua tarea de convocar elecciones parlamentarias y presidenciales, de trabajar contra la pobreza y el desempleo -26% y 13,4% respectivamente- y derrotar el terrorismo. Promesas de difícil cumplimiento considerando que una vez celebradas elecciones presidenciales y legislativas, se formará un nuevo gobierno. El nuevo gabinete tendrá también que demostrar que es capaz de representar a la sociedad egipcia y desmentir así las numerosas críticas que le acusan de tener una composición similar al del antiguo régimen previo a la revolución de 2011.