
«El conocimiento construye lentamente lo que la ignorancia derriba en una hora».
La editorial Alba ha publicado recientemente Daniel Deronda, la última novela que publicó George Eliot (seudónimo de Mary Ann Evans), y lo hace en su colección Alba Clásica Maior, una cuidada selección de clásicos en edición de lujo. Confieso haber dado un gritito de alegría al saber de esta publicación, pues pocas editoriales tratan tan bien a los clásicos como Alba. Este es el segundo título de George Eliot en la colección Maior después Middlemarch, la obra más conocida de la autora. Rescata, así, Alba una Daniel Deronda que, siendo la novela más rompedora y madura de su autora, no contaba con ediciones duraderas en las librerías españolas.

Y después de mi ataque de bibliofilia, os estaréis preguntando qué vais a poder encontrar en esta novela. Pues vais a introduciros en las vidas de Gwendolen Harleth, una joven dama de sociedad con una familia repentinamente arruinada que decidirá casarse por dinero con un hombre despreciable, y de Daniel Deronda, un joven adinerado con raíces judías que debe lidiar con una sociedad profundamente antisemita. Ambos dos entrelazarán sus vidas paulatinamente mientras sufren una crisis de identidad que los llevará en última instancia a una «deseducación» de las imposiciones sociales.
Esta historia, como el resto de novelas de George Eliot, se caracteriza por un realismo detallado, una descripción profunda de la psicología de los personajes, un gran interés por cuestiones morales y crítica social contadas a través de una narradora omnisciente con opinión propia. Pero, además, añade dos puntos rompedores en las historias contadas por la autora, pero también, de la literatura victoriana.
Y es que Daniel Deronda, por un lado, presenta una estructura dual, que no era nada común para la época. La narradora omnisciente muestra las vivencias y los pensamientos de los dos protagonistas, lo que permite profundizar en los temas abordados desde dos puntos de vista, a la vez que permite a quien lee entender la psique de ambos personajes. Y, por otro, la representación de la cultura judía, pues Eliot fue una de las primeras escritoras inglesas que la abordó sin prejuicios, positiva y detalladamente, algo contrario a la representación estereotipada y peyorativa que las novelas victorianas solían mostrar de los judíos.
Pensé en entrar en más detalles sobre mi lectura de Daniel Deronda, pero creo que sería una gesta imposible para la extensión que permite una reseña web, además de que os desvelaría detalles de la evolución de los personajes y su relación que creo que debéis descubrir por vosotras mismas. Os invito a haceros con esta novela monumental por dentro y por fuera (sí, debo seguir recalcando que amo las ediciones De Alba).
