Revista Digital

‘Prontos, listos, ya’: la voz infantil de los veranos pasados

Recuerdo el olor del Ducados de papá
Un Seat Córdoba y cantar
Ver la luna y sollozar

Julio Iglesias, Rigoberta Bandini.

«Vacas. Postes. Auto blanco con conductor solo. Auto rojo con familia. Camioneta con dos hombres. Camión con vacas. Surco que deja camión con vacas que orinan y defecan por el susto de viajar con destino incierto». ¿Recordáis cuando descubríamos el mundo desde aquel lugar de tiempo suspendido que era el coche de nuestros padres? ¿Nostalgia? Es lo que pretende Prontos, listos, ya, una nouvelle encantadora de Inés Bortagaray. Editada por Las Afueras, la obra destaca por su capacidad de evocar la nostalgia a través de una voz infantil veraz y conmovedora.

Desde las primeras páginas, la voz infantil se presenta como el hilo conductor de la narrativa. La protagonista, una niña de ocho años, nos invita a adentrarnos en su mundo lleno de descubrimientos, emociones y aventuras cotidianas. La autora utiliza un lenguaje sencillo y directo, propio de la edad de la protagonista, lo que permite que nos sumerjamos en su perspectiva de manera natural y fluida.

Inés Bortagaray

Bortagaray no cae en la trampa de idealizar la infancia, sino que presenta a la protagonista con todas sus contradicciones, miedos y alegrías. A través de sus ojos, experimentamos la maravilla de los pequeños detalles. Estos momentos, aparentemente insignificantes, se convierten en poderosos evocadores de nostalgia para quien se acerque a estas páginas desde una edad adulta.

«Mi madre no quiere que atormentemos a mi hermana menor diciéndole que es adoptada, pero no le hacemos caso y le decimos, una y otra vez, que ella no es quien cree ser, pero que igual la querremos siempre porque ella es buena».

La entrañable protagonista, con su curiosidad insaciable y su capacidad de asombro, nos recuerda la magia de descubrir el mundo por primera vez. Cada página está impregnada de una melancolía sutil, que nos hace añorar esos días en los que todo parecía posible y se paraba el avance del tiempo.

Una cosa que me ha encantado es que la escritora retrata de manera entrañable los lazos familiares, mostrando tanto los momentos de alegría como los de conflicto. La figura de los abuelos, en particular, se presenta como un vínculo con el pasado y una fuente de sabiduría y amor incondicional. La autora utiliza estos personajes para explorar temas universales como la pérdida, el recuerdo y la importancia de las raíces. La relación de la protagonista con su entorno y su familia añade profundidad a la narrativa y hace de Prontos, listos, ya una lectura inolvidable que toca el corazón y lo hace vibrar como una campanilla.

«Mi hermana mayor está rogándole a la chica que por favor la deje en la ventanilla, que a cambio cuando lleguemos al balneario ella la dejará elegir cama. Me enojo y digo que no vale, que no vale que ella elija la mejor cama, porque entonces para eso yo le cambiaba el lugar a ella, y si es por elegir yo también tengo derecho. Mi hermano interviene y nos dice a mí y a la chica que no nos dejemos abusar, que no intercambiemos favores que compren nuestra dignidad y amenacen la bendita unión fraterna de nuestra sangre. Definitivamente pienso que mi hermano enloqueció»

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