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Cuatro películas-documentales sobre museos que deberías ver

En una época tan marcada por la cultura como factor de dinamismo económico, no es extraña la inversión millonaria para la creación de grandes museos-marca con que atraer el turismo a las ciudades —piénsese en el Guggenheim de Bilbao, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia o el Centro Niemeyer de Avilés, por ejemplo—.

Sin duda estas obras faraónicas han puesto estas ciudades en el mapa artístico y arquitectónico de nuestros días, y lo mismo ocurre, aunque a una escala menor, con otros centros culturales dinamizadores, como la Casa Encendida y el Caixa Fórum en Madrid, la Tabakalera en San Sebastián o la Laboral en Gijón.

Pero una tercera iniciativa dentro de esta misma línea de explotación económica de la cultura es la modernización de los museos ya existentes para competir con esos nuevos aparecidos en las últimas décadas. Es lo que ocurrió con la ampliación del museo Reina Sofía a cargo de Jean Nouvel o con la del Museo del Prado por Norman Foster, y que supondrá incorporar al eje museístico Prado-Recoletos los espacios del Salón de Reinos, o con la que se está realizando en el Museo de Bellas Artes de Budapest (Szépmúveszeti Múzeum), que ha permitido el préstamo de noventa obras para la exposición «Obras maestras de Budapest: del Renacimiento a las Vanguardias» que estará hasta el 28 de mayo de 2017  en el museo Thyssen de Madrid.

Museos y arquitectos se han puesto así manos a la obra para crear edificios únicos para obras únicas. Pero estas obras, a veces, duran muchos años. Concretamente trece fueron los que transcurrieron hasta la reapertura del Rijksmuseum, en 2013, y esto es lo que recoge la película El nuevo Rijksmuseum (2013) de la directora Oeke Hoogendijk. El documental, publicado por la Fundación Arquia pero también a la venta en tiendas, tiene como aliciente que el proyecto de restauración fue llevado a cabo por los españoles Cruz y Ortiz Arquitectos.

En este documental se muestra cómo se hizo la remodelación del enorme edificio donde se exponen los ricos fondos artísticos que han conformado la historia e identidad holandesa, junto con otros que atestiguan el desarrollo del arte de diferentes épocas y naciones, no solo europeas (como el arte asiático, especialmente). Pero no pensemos en el típico DVD donde se hace una visita comentada a las obras más destacadas del museo; la película trata sobre los problemas administrativos y trabas burocráticas que impidieron la apertura del museo en todos esos años, y se mete dentro del proceso de toma de decisiones de los dos directores del museo: cuestiones como la lucha de las asociaciones ciudadanas de ciclistas por conservar un carril bici que atravesara el edificio (pues el museo al ser construido funcionaba además como puerta urbana de acceso a los barrios sur de Ámsterdam) o contra el gobierno local por la modificación del paisaje.

También de reformas trata el segundo documental que queremos destacar, El gran museo (2014), de Johannes Holzausen. Esta película vuelve a incidir en las cuestiones organizativas que tuvieron que adoptarse cuando se remodeló el Museo de Historia del Arte de Viena (Kunsthistorisches Museum Wien), pero se fija más concretamente en las decisiones de mercadotecnia y promoción del museo, con el fin de atraer visitantes y, así, ganar más dinero.

El tercer documental rompe con esa visión publicista y se centra, al fin, en las obras: sus tres horas de duración proponen un recorrido por las pinturas de la National Gallery de Londres. No solo se explican los cuadros más destacados y la importancia para la historia de la pintura, sino también los programas educativos que lleva a cabo la institución y la labor de los diferentes departamentos.  El director, Frederick Wiseman, quiso mostrar en National Gallery (2014) una visión detallada de los diferentes aspectos del arte y de los esfuerzos que hace una institución para potenciar su difusión entre sus visitantes.

Por último hay que destacar una cuarta película que, aunque no trata directamente sobre el museo, sí acaba convirtiéndolo en protagonista: El arca rusa (2002), de Aleksandr Sokurov, es propiamente una película y no un documental (de hecho, es una sola secuencia de 95 minutos), con un argumento que intenta mostrar la historia rusa a través de unos personajes de época, pero al desarrollarse en el laberinto del Hermitage, el palacio imperial acaba arrebatando el papel principal.

Quien esté interesado en la cultura podrá encontrar en estas películas-documentales nuevos puntos de vista con los que ampliar su perspectiva de estos cuatro grandes museos. Ojalá tuviéramos más de otros tantos.

Fuente: http://zoutepopcorn.nl/2015/08/rijksmuseum/

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