Ampara un roble,
Carmen Jodra Davó,
tu sueño eterno.
(Parque Cementerio la Paz.
Poema de Jesús Munárriz)
En el año 1999, una joven poeta de 19 años llamada Carmen Jodra ganó el XIV Premio Hiperión de Poesía con su obra Las moras agraces (reeditado en febrero de 2020 por La Bella Varsovia). Un prodigio técnico, su poesía marcó un camino para una generación. La autora, sin embargo, se prodigó poco y, tras el poemario Rincones sucios (accésit del Premio Joaquín Benito de Lucas del Ayuntamiento de Talavera de la Reina en 2003, publicado en 2004 y de nuevo en 2011 por La Bella Varsovia—), no hizo público ningún otro poemario.
A su muerte en julio de 2019 por un cáncer, cuando tenía solo 38 años, quedaron, no obstante, borradores de otros textos, como el del poemario El libro doce (que publicará, como los anteriores, La Bella Varsovia), una novela y partes de otra.
La publicación del libro Pero afuera en el mundo no hay palabras (2020) de Polibea/Ediciones de la Revista Áurea (Mester de Vandalía) la homenajea. Bajo la edición de Miguel Losada y María Jesús Fuentes se organizan en tres partes treinta textos de amigos o conocidos: Diego Román Martínez (autor de un poema y del prólogo), Yolanda Castaño, Ignacio Vleming, etc. En su mayor parte son poemas dedicados a ella; en otra, son recuerdos en prosa de su paso por recitales o tras la concesión de alguno de los cuatro premios que obtuvo, como los de Luis Maria Anson, Luis Alberto de Cuenca o Javier Lostalé. Elena Medel, por su parte, da un paso más allá al tomar la costumbre que ella tenía de llevar libretas donde apuntar imágenes o impresiones:
«Una estrofa de uno de los poemas tuyos que yo prefiero, expuesto en el Paseo de la Independencia de Zaragoza: «Con errores y piedras / levanté una muralla / y ahora es más difícil que golpeen / las puertas de mi casa.»
A Carmen Jodra la conocí de vista por los años 2005 o 2006, cuando la revista Safo de la Universidad Carlos III organizaba un «Ciclo de poesía Joven Madrileña» y yo formaba parte de la Red de Arte Joven de la Comunidad de Madrid. La recuerdo con sus grandes gafas redondas y la cabeza gacha leyendo frente al micrófono poemas sobre barbitúricos en alguno de los recitales de los «Viernes de la Cacharrería» del Ateneo o quizá del café Libertad 8; se me grabó una frase suelta en los momentos de conversación posteriores con los asistentes, más distendida, donde afirmaba que la poesía era algo importante para ella, pero a la que no dedicaba entonces más de diez minutos al mes… Debió de ser así, pues, con su carácter tímido y gran cultura grecolatina y amor a los libros, pasó sus posteriores años como bibliotecaria en la Universidad Politécnica y la Biblioteca Pública Luis Rosales, sin importarle las publicaciones.
Carmen Jodra murió joven: requiescat in pace. Los escritos de otros nos recuerdan cómo fue, pero tenemos todavía su voz, su palabra, a través de los textos que escribió; y, por suerte, también, en las grabaciones de sus intervenciones, como la de 2001 en las «Tertulias poéticas» del Canal Norte Televisión, o la de 2002 en el ciclo «Poetas en vivo» coordinado por Enrique Gracia Trinidad, cuya grabación se puede encontrar en la Biblioteca Nacional de España.
Un breve vídeo de presentación del libro homenaje puede verse también en Youtube.