La Bella Varsovia una vez más nos trae un magnifico poemario. Esta vez, de la italiana Gaia Ginevra Giorgi. ¿Su título? Maniobras secretas. Se trata de una edición bilingüe en la cual se enfrentan cara a cara la versión original y la traducción. María Martínez Bautista en el prólogo a la obra nos confiesa que “La poesía no se puede traducir. Los poemas, en los que contenido y forma son indisociables como en ninguna otra expresión literaria, son intraducibles como tales desde el momento en el que asumimos su auténtica razón de ser: su música y su significación desde el sonido de las palabras precisas, que se perderán con el paso a otra lengua o se deformarán dando lugar a ese otro poema que es la versión traducida” es una paradoja que la propia traductora siente. Sin embargo, trata de traernos las cualidades de la poesía de Giorgi, aunque sea una pequeña sombra de los originales. El resultado es una maravillosa obra con una interpretación en castellano que evoca y nos traslada al maravilloso mundo de Maniobras secretas.
El orbe de este poemario, ¿qué espectro de elementos lo constituye? La base de este cosmos es el lenguaje y la sonoridad. Su maestría con los recursos literarios apelará a nuestros sentimientos uniendo imágenes, evocando a dominios sensoriales diferentes que sacudirán nuestros cimientos, llamando especialmente la atención la utilización que hace de los colores. Ello hace que el poemario adopte cualidades pictóricas que están al nivel de la paleta de colores que Federico García Lorca aplica en sus estrofas. Sobre esta estructura crece una naturaleza que se establece como el escenario que rodea a los versos. Un entorno que abarca todas las tonalidades: que esconde y muestra lo más cruel y lo más bello. Para ello se necesitan actantes y actores que muestren e interpreten el mundo, es decir, que la historia, el mensaje o las sensaciones, que la poeta quiere transmitir, funcionen.
Maniobras secretas es más que unos simples versos. El libro va más allá de fonemas, alofonos y simples significados. Traspasa barreras. De este modo las entre líneas, los sentidos complejos de las metáforas e imágenes, y las sensaciones que componen la tinta nos explican la experiencia de un yo poético que fluctúa, crece y experimenta. Una voz con sus luces y sombras: se conoce a sí misma, al otro, a la mujer en sus diferentes papeles, las tesituras del contexto que nos rodea, del amor, de lo amado… El poemario avanza y evoluciona, al mismo tiempo que el lector madura en su destejer de la denotación y la connotación de unas estrofas que se oscurecen y que, quizá, los apartados nos van dando pistas: “Pensamiento meridiano”, “Observatorio doméstico” y “La tierra y la espera”.
La poesía no es un tema baladí y, mucho menos, es un elemento que se consume como algo desechable que nos deja fríos. Los versos hay que leerlos, masticarlos, digerirlos y que nos dejen una molestia en el estómago que nos haga reflexionar, que nos haga sentir, que nos conmueva. La Bella Varsovia nos acerca Maniobras secretas que además de inquietarnos (y no tiene por qué ser para mal), nos sacude visualmente y nos transporta a una visión plástica de lo cotidiano que, con el sello inconfundible de Gaia Ginevra Giogi, nos atrapa. No esperéis a leer a esta rapsoda y su traducción; no os defraudará.