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‘Pasaje a las dehesas de invierno’, sublime fantasmagoría

Francisco Jota-Pérez teje un libro de una cruel hermosura, una novela cuya prosa fantasmagórica deviene en poesía desde las vísceras de la magia hacia una percepción extrasensorial inusitada.

pasaje_hdEsdrújula Ediciones es una editorial de reciente aparición que por lo visto ofrece un ecléctico y magnífico catálogo con valientes apuestas como este maravilloso y noqueante Pasaje a las dehesas de invierno. Me veo obligado a repetirme conscientemente al afirmar que, de nuevo, estoy ante una lectura tan subyugante que no tengo muy claro qué puedo aportar con esta reseña, más allá de recomendarla con entusiasta fervor. Recomendarla sí, pero no a todo el mundo o a cualquier lector. Esto no haría justicia a la obra ni, imagino, a las intenciones de su autor, un Francisco Jota-Pérez que parece haber escrito este libro en febril estado de malsana gracia. Pasaje a las dehesas de invierno exige lectores comprometidos con la verdadera literatura, dispuestos a abrazar complejas y angustiosas oscuridades, a hundirse en el fango de la pérdida y el dolor. Pero también, por supuesto, a transgredir dogmas en esta sublime búsqueda de la transcendencia personal en una de las más hermosas e inusitadas historias de amor que recuerdo.

De hecho, pese a la furiosa y excelente prosa de Jota-Pérez, me gusta concebir Pasaje a las dehesas de invierno como un lacerantemente delicioso poema de amor. No me duelen prendas admitir que durante alguno de estos pasajes me sentí perdido, incapaz de entender alguno de los entresijos de la historia (no estoy seguro de que este libro narre una “historia”) sin embargo este hecho más que presentar un problema, me resulta una virtud más del libro. Es mil veces preferible retar la inteligencia del lector que insultarla. Como en un poema, Jota-Pérez es capaz de conectar con rincones tan solo perceptibles para el alma.

Pero, por supuesto, Pasaje a las dehesas de invierno es mucho más; transhumanismo, magia en las antípodas del término acostumbrado, brujería, elementos sobrenaturales, denuncia social, sexo, psicogeografía, raíces, historia, identidad personal y evolución. Estamos ante un libro que podríamos catalogar de fantástico. Me consta que Francisco Jota-Pérez es un erudito en estas cuestiones que aborda siempre desde una perspectiva rigurosa y científica. Incluso a veces cínica como en el tema de los ovnis. Resulta absolutamente maravillosa la descripción del elemento sobrenatural fagocitando lentamente lo real, lo fantástico carcomiendo lo cotidiano hasta llegar a perder su condición. Esa crónica, como de pasada, del “nuevo desorden mundial” como por ejemplo los mineros en huelga resucitando a un atávico gigante de leyenda para que les ayude en su causa, son de una genialidad rotunda.

Por último Pasaje a las dehesas de invierno es, sobre todo, Assumpta: uno de esos personajes sublimes de los que no puedes evitar enamorarte. Su fantasmagórica búsqueda del fin del dolor, de la recuperación y unidad total y literal con su amor perdido, llega a desgarrar el alma con afilado terciopelo. Nunca sabemos, y tampoco importa, si todo lo que sucede lo hace más allá de la cabeza de Assumpta o si ella, bruja al fin y al cabo, es quien lo provoca todo.

Cercano en estilo al mejor cómic adulto, con reminiscencias de Alan Moore y el más inspirado Neil Gaiman, pero con un sello impecablemente propio, Francisco Jota-Pérez firma un libro excelso, cruel hasta la emoción y bello hasta la repulsión.

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