Molino publica Una herencia en juego de Jennifer Lynn Barnes. El mundo es un lugar sesgado por las clases sociales. Podemos encontrar familias como las de Shameless o personas tan ricas como Tony Stark. Al mismo tiempo es un lugar de misterios como Puñales por la espalda o las obras de Agatha Christie. O quizá sería más acertado decir como La herencia de la tía Agatha. Una mezcla de todos estos elementos es lo que podemos encontrar en esta novela.
Avery es una chica más del motón, de ese motón que hace malabares para cubrir sus gastos más básicos. Ella y su hermana viven solas, pues su padre las abandonó. La joven es brillante en los juegos de lógica, tal vez por eso dirige timbas ilegales en el parking del instituto. Un día le avisan que ha heredado millones de dólares y cientos de activos. También descubre que el hombre le ha dejado sus posesiones, tiene una familia a la cual prácticamente no le ha dejado nada. Para poder recibir, Avery, su parte debe vivir un año en la casa familiar de los Hawthorne. Aquí comienza el problema: todo es juego, nadie sabe nada, pero muchos se encuentran molestos. ¿Qué secretos esconde Tobias Hawthorne? ¿Qué pinta Avery en todo esto?
Una herencia en juego es un continuo juego de lógica del cual el lector es partícipe en cierto grado. El narrador en primera persona nos permite conocer lo que Avery sabe. Descubrimos con la joven sus elucubraciones y resultados de investigaciones. Sin embargo, no siempre tenemos acceso a ellos. ¿Por qué? Porque la autora sabe jugar con los capítulos cortos, los finales con tensión narrativa y la información ofrecida. Tobias Hawthorne propone un reto de lógica; Jennifer Lynn Barnes, a su vez, también. Este es uno de los puntos fuertes de esta lectura: nada es lo que parece y todo es más sencillo si sabes leer entre líneas. Un reto contra el cual no hay que luchar, solo dejarse llevar (desde mi punto de vista, tampoco se trata de una carrera contra los personajes).
Además de esto, la autora construye unos personajes con características muy específicas para poder crear prototipos definidos por emociones para explorar sus posibilidades. Es decir, le otorga un rasgo, como por ejemplo el orgullo, y a través de él crea una serie de acciones, situaciones donde explotar este rasgo. Ello implica que se conozca los defectos, las virtudes. Claro, que también los hace inaccesibles —en ocasiones inestables—, por lo que las acciones de los personajes pueden no ser previsibles del todo. El conjunto de Una herencia en juego se alza como una novela de misterio, de aventuras con un toque de romance. Las tensiones se manejan de manera magnifica, al igual que los silencios y las elipsis. Una lectura adictiva, que te mantiene fijo a las páginas. Molino ha anunciado en pronto publicará la segunda parte. Yo la espero con ansia.