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26J: Presidente de una mesa electoral

Eran las 8 de la mañana y, entre desorientación y nervios, los que llevaríamos las riendas de las mesas electorales del Instituto Pablo Picasso en Pinto (Madrid) en estas elecciones generales, esperábamos a que una representante de la administración dijese nuestros nombres para ir entrando a nuestras respectivas aulas.

Al entrar en el aula, encima de las urnas hay una caja marrón de dimensiones considerables. Yo, junto a mis compañeros de mesa, una chica y un chico de 23 y 19 años respectivamente, nos miramos sin saber qué hacer. Los tres integrantes de la otra mesa del aula, igual.

Entra una señora que nos guiará a lo largo de la jornada junto con la ayuda de los apoderados de los distintos partidos. Nos explica que dentro de esa caja está todo lo que necesitaremos durante el día: lista de votantes, actas de constitución de la mesa, sesión y escrutinio, tanto del Congreso como del Senado, sobres donde iría la documentación una vez acabado el día, manuales, bolígrafos, subrayadores, etc.

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Fuente: Nacho Gallego (EFE).

Las 9 de la mañana. Empiezan a llegar los primeros votantes. Mi papel como presidente de la mesa consiste en leer en alto el nombre y los apellidos del votante. Luego, un vocal lo busca en el censo de la mesa y lo tacha; después, el segundo vocal apunta en una hoja numerada el nombre, los apellidos y el número que aparece en el censo. Y así durante 11 horas y 414 votantes.

Lo más entretenido de todo, como es de esperar, es observar los distintos comportamientos de la gente que va a votar a tu mesa y a la de al lado: gente que no sabe cómo votar al Senado; otra se acerca con el DNI pero se da cuenta de que todavía no ha cogido los votos; gente que olvida el DNI al votar (pasa más de lo que os podéis imaginar). Un reto importante fue no reírse al leer nombres como «Heliodoro» o apellidos graciosos como «Perrote» o «Cogollo». Cuando cierra la mesa toca introducir los votos por correo y, después, los votos de los que estamos en las mesas.

Como si fuera poco permanecer de 9 a 20:00 horas en la mesa electoral con despistados que quieren meter los dos sobres en una misma urna, gente que da golpes a las urnas con los sobres y gritan ¡VOTO! una vez los introducen o interventores preocupados por si hay suficientes papeletas de su partido, ahora llega lo peor: el escrutinio.

El mecanismo de recuento es sencillo: estando el presidente/a y ambos vocales en la sala, y vigilados por algunos interventores de los partidos, se van abriendo los sobres y cantando el nombre del partido de cada papeleta, para que así un interventor lo apunte. El proceso no es nada elegante, los votos acaban en montones de diez en diez y los sobres igual, pero en el suelo. El reto viene después, cuando tienen que coincidir el número de sobres, votantes y papeletas, cosa que no es muy común y la manera de solucionar este problema es poco ortodoxa.

Si contar papeletas para el Congreso tuvo su aquél, contar las del Senado fue peor, ya que se puede votar a diferentes partidos en la misma papeleta, y para el recuento es un lío, ya que hay que apuntar todos los nombres de los candidatos e ir sumando votos uno a uno.

Una vez acabado el escrutinio, toca rellenar las actas de sesión y escrutinio, tanto del Congreso como del Senado. Maldigo, desde aquí y en nombre de todos mis compañeros, la burocracia. Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos… como diría Sabina. A las dos de la mañana, y teniendo que reescribir algún acta porque los interventores y los de la administración se las llevaban sin consultar, por fin se acabó el calvario. Bueno, más bien acabó una vez la policía me llevó a casa desde el juzgado de paz, donde tuve que entregar los sobres con la documentación de la votación.

Desde aquí insto a los líderes de los principales partidos políticos de este país a que se pongan de acuerdo de una vez para formar gobierno. Que hablen, pacten, dejen a un lado los egos y los personalismos que tanto daño hacen; que piensen en la ciudadanía que se levanta de madrugada para ir a trabajar por 600 cochinos euros mientras, en paraísos fiscales, con nuestros impuestos se amasan fortunas sin consecuencia alguna. Desde aquí insto a los líderes de los principales partidos políticos que no nos lleven a unas terceras elecciones, que este esfuerzo, y el de cada español/a todos los días, no haya sido en vano.

Ahora les toca a ustedes.

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