Revista Digital

Adentrándonos en las profundidades de ‘Drácula’

Este viernes tendrá lugar en Madrid la tercera jornada de cine inmersivo de Vodafone Yu con la proyección de la película Chicago (Rob Marshall, 2002), siendo la primera de ellas en las Cuevas de Almanzora, Almería, donde los asistentes pudieron disfrutar del largometraje Tiburón (Steven Spielberg, 1975) subidos en flotadores en medio del agua, sufriendo continuos ataques de “tiburones”, sintiéndose así dentro de la película. Desgraciadamente, no tuvimos el placer de poder acudir a ese evento, algo que enseguida remediamos acudiendo a su segunda jornada, la cual tuvo lugar en la abadía de Párraces-El Bercial, Segovia, donde se proyectó otro gran clásico, Drácula, de Bram Stoker (Francis Ford Coppola, 1992). Mientras nos vamos preparando de cara a este nuevo evento, permitidme que os relate mi primer contacto en este nuevo tipo de cine con mis impresiones sobre Drácula.

dracula
Fuente: quientelohacontado.com

Al principio resultaba bastante prometedor; el olor a incienso que inundaba el claustro, la participación de los actores del evento en algunas de las escenas, y los efectos de los relámpagos y truenos, así como del viento que levantaba las cortinas que teníamos en nuestro lateral derecho, no hacían sino adentrarnos más y más en la película. Sin embargo, a medida que iba avanzando la cinta, los inconvenientes iban apareciendo. Por un lado estaba la extrema incomodidad de los asientos, que, al ser de madera, se iba notando el dolor en tus posaderas a medida que pasaba el tiempo, y el apenas haber espacio entre las filas de asientos, cuya posibilidad de estirar mínimamente las piernas (o de moverlas siquiera) resultaba nula, no mejoraba la situación, sacándote bastante de la película. Por otro lado teníamos el problema de la acústica; al no estar en una sala de cine convencional, el audio no llegaba de la misma manera, llegando a resultar difícil de entender muchos de los diálogos.

Fuente: generacionfriki.es
Fuente: generacionfriki.es

Algunos efectos tampoco ayudaban a meterte en la cinta, como por ejemplo la imagen que proyectaban de un lobo durante la secuencia en la que Drácula se transforma en lobo y ataca a Lucy, forzándote a alejar tu mirada de la pantalla para ver lo que se está proyectando. A excepción de la proyección de la sombra de Drácula, que, aun estando fuera de pantalla, sí que casaba bien con la escena y ayudaba a la ambientación, o el efecto de la nieve, que al principio no quedaba del todo bien por no cubrir toda la pantalla, algo que se corrigió enseguida dándole más potencia al ventilador, el resto de proyecciones, por lo general, causaban el efecto contrario al esperado. Además, algunos de los asistentes mostraron una clara falta de respeto hacia el evento, estando más pendientes de sus teléfonos móviles que de la película, molestando a aquellos que tuvieran alrededor, y otros, entre ellos algunos compañeros de otros medios que teníamos sentados detrás, que, no contentos con apenas prestarle atención a la película, no paraban de hablar a voz en grito, como si estuviesen en el salón de su casa. Si ya resultaba difícil de entender el film por los problemas de audio, con este incordio resultaba imposible, sintiéndote más dentro de una sala de cine un fin de semana a las siete de la tarde rodeado de adolescentes (y no tan adolescentes) irrespetuosos que en 1890, provocando ganas de clavarles una estaca, y no en el corazón, precisamente.

A pesar de los inconvenientes anteriormente citados, salí de la experiencia contento, ya que hay que tener en cuenta que este es un proyecto experimental, con muchas cosas por pulir, y viendo el buen camino que llevan, estoy convencido de que en futuros eventos iremos viendo correcciones y mejoras para dar una experiencia de inmersión aún mayor. Por el momento, mi recomendación para aquellos que quieran probarlo es que vayan a una película que ya hayan visto, pues aquellos que fueron a verla por primera vez (como fue el caso de mi compañera), aunque salieron con un buen sabor de boca, no pudieron entender la mitad de lo sucedido.

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