A la hora de escribir acerca del siguiente trabajo podemos fácilmente contemplar diversas alternativas, todas ellas válidas.
Sin duda Birdman debe su existencia a Opening Night de John Cassavettes, tanto en el fondo como en la forma. Al igual que aquel clásico moderno, la cinta nos habla acerca de la profesión del actor, sus miedos, paranoias diversas, la vida duplicada que llevan (en este caso el personaje de Keaton tiene al igual que Hamlet sus propio fantasma).
Existe una capa un tanto superficial, pero sin duda asimilable, que podríamos nombrar como: Cómo ser Michael Keaton. Sin duda esta es una cinta sobre el oficio del actor. Keaton se interpreta a si mismo dentro de un juego metacinematográfico que remite entre bambalinas a un cierto humor desquiciado, que ya habitaba por cierto en aquel filme Cómo ser John Malkovich de Charlie Kauffman, sin apartarnos claro está del escenario, de ese Pirandello y sus personajes en busca de actor.
La vida es un largo plano secuencia. Afirmamos esto porque la cinta es un breve prólogo, un epílogo de caracteres místicos; y entre medias un largo plano de casi dos horas. El realizador mexicano juega con una secuencia larga, las situaciones se alternan a un ritmo violento, con la cámara recorriendo urgentemente los pasillos de un teatro y saliendo a la calle en tan solo contadas ocasiones quizás con una idea de vomitar propuestas, pistas.
Desde el inicio de la cinta el sonido Free Jazz de una nerviosa batería marca el ritmo de las imágenes, como si fuera un corazón palpitando. Una idea certera que contempla salidas de tono que rozan lo delirante.
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Imágenes y tráiler: Fox Searchlight Pictures