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Grecia vuelve a desafiar a Europa

El Gobierno griego ha dado un paso adelante en su política exterior acercándose a Rusia para trazar nuevos caminos hacia la recuperación. Sin embargo, desde Bruselas se encargan de recordar los compromisos que Grecia tiene con las instituciones europeas y advierten de que distanciarse de la Unión Europea supondría un grave error para el país.

El Primer Ministro griego, Alexis Tsipras, junto al presidente ruso, Vladimir Putin - Wikimedia CommonsLa reunión entre el primer ministro griego, Alexis Tsipras, y el presidente ruso, Vladimir Putin, ha suscitado el recelo de algunos socios europeos, que ven el acercamiento entre ambos países como un intento de Grecia de buscar un apoyo financiero que les libere del rescate europeo y, sobre todo, de las reformas económicas que deberán cumplir para el pago de la deuda. Y es que el acercamiento entre ambos mandatarios se produce en plena negociación de Grecia con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea para establecer las condiciones de un nuevo rescate de 7.200 millones de euros, una ayuda financiera imprescindible para evitar la bancarrota del país heleno.

Ante este panorama, resulta lógico considerar que Grecia pueda estar buscando en Rusia una ayuda económica con condiciones más livianas que las impuestas desde Bruselas. Además, la tensión entre Rusia y la Unión Europea por el conflicto ucraniano hace que Grecia pueda ser un importante aliado para Putin a la hora de frenar las sanciones con las que la UE amenaza al presidente ruso. Por tanto, los intereses bilaterales para al acercamiento entre ambos países están sobre la mesa, pero lo cierto es que un soporte económico por parte de Rusia podría suponer un nuevo aislamiento para Grecia en la UE y el consiguiente empeoramiento de la ya de por sí crítica situación de la economía griega.

Grecia no puede permitirse una mala relación con la Unión Europea, y tal vez por eso Tsipras ha insistido en que sus conversaciones con Putin solo son el ejercicio del “derecho de Grecia a desarrollar una política exterior soberana”. Tanto el primer ministro griego como el presidente ruso se han esforzado por desmentir que vaya a haber algún tipo de rescate por parte de Rusia al país heleno. Putin se ha limitado a anunciar que Rusia realizará distintas inversiones en Grecia. Tsipras, por su parte, asegura que su país puede contribuir a crear puentes entre Rusia y la Unión Europea. Sin embargo, el presidente ruso también ha negado que vaya a utilizar a Grecia para mejorar sus relaciones con Bruselas.

Más allá de las especulaciones, ya han comenzado a desvelarse los primeros frutos del encuentro entre Tsipras y Putin. El ministro de Defensa griego, Panos Kamenos, ha anunciado que Grecia está negociando la compra de misiles rusos para renovar sus sistemas antiaéreos. Además, se ha conocido que Moscú podría adelantar hasta 5.000 millones de euros a Atenas por los potenciales beneficios del acuerdo energético que permitiría la instalación de un gasoducto que atraviese Turquía y Grecia para llevar el gas ruso a Europa. Esto supondría una importante inyección de liquidez para Atenas en un momento de gran inestabilidad financiera.

Pero la ayuda que Grecia puede esperar de Rusia no puede ser equiparable al rescate que se está negociando con Bruselas. La economía rusa se ha visto claramente afectada por el continuo descenso de los precios del gas y el petróleo en los últimos meses, produciendo una fuerte caída de los ingresos por exportación de estas materias primas, así como una reducción del PIB y una inflación disparada. Es por ello que Moscú está lejos de poder permitirse rescatar a un país con una deuda pública de 317.094 millones de euros, equivalente al 177,1% del PIB griego.

Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional - IMF FlickrAunque parece evidente que Grecia no puede renunciar a la Unión Europea, los socios europeos advierten a Tsipras de que buscar la ayuda de Rusia para alejarse de Bruselas sería un suicidio político para el Gobierno de Syriza y abocaría al país heleno a la bancarrota. El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, ha tildado de “inaceptable” que Tsipras “especule ahora con poner en peligro la unidad europea como contrapartida a la ayuda rusa”. Además, el ministro español de Economía, Luis de Guindos, ha advertido de que Grecia “cometería un error buscando apoyo de Rusia o China”. Pero una de las reacciones más críticas al acercamiento entre Putin y Tsipras ha sido la del vicecanciller alemán, Sigmar Gabriel, que ha pedido al primer ministro griego que “deje de una vez por todas los jueguecitos” y ha asegurado que nadie puede pensar en “dar la espalda a Europa y arrimarse a los brazos de Moscú”. Estas duras palabras son solo una prueba de la creciente tensión entre Alemania y Grecia, después de que el Gobierno de Tsipras reclamara a Berlín casi 279.000 millones de euros en concepto de “reparaciones de guerra” por los crímenes de los nazis durante la ocupación alemana de Grecia en la Segunda Guerra Mundial. Esta petición ha sido calificada como “una tontería” por el número dos del gobierno germano.

En este contexto de recelos, exigencias y reproches, el Primer Ministro griego sigue tratando de mostrarse firme ante Bruselas para no perder la confianza que los ciudadanos le depositaron en las elecciones de enero. La última estrategia de Alexis Tsipras parece basarse en la amenaza de convocar nuevas elecciones ante la imposibilidad de cumplir las promesas electorales sin la ayuda europea, cuyas condiciones pasan por una política de austeridad que el Gobierno griego no está dispuesto a asumir.

Pero, ¿qué significaría la convocatoria de nuevos comicios en Grecia? Todo parece indicar que Tsipras reforzaría su posición en el Gobierno, logrando incluso la mayoría absoluta, con el 45% de los votos frente al 36,3% obtenido en las últimas elecciones. Esto supondría la confirmación del apoyo popular a las políticas contrarias a la austeridad impuesta por Bruselas, pese a que las medidas prometidas por Syriza resultan inaplicables en la práctica por la falta de liquidez griega.

En definitiva, Grecia se enfrenta a la complicada situación de continuar con el desafío a las exigencias europeas a la vez que lucha por sacar adelante una maltrecha economía a la que cualquier paso en falso podría resquebrajar aún más. El reciente acercamiento a Rusia podría abrir nuevos horizontes para la recuperación, pero de momento parece impensable un alejamiento del mercado europeo, que reporta a la economía griega el 45% de su demanda externa y que se erige como pilar irrenunciable para superar la crisis en Grecia.

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