Protagonizada por Jennifer Lawrence y Javier Bardem, la nueva película del director Darren Aronofsky, es un cóctel para los sentidos, la mente y la sensatez. Repleta de metáforas y dobles sentidos, nunca antes se había visto nada parecido en el cine.
La trama gira en torno a una pareja formada por un poeta sin inspiración y su mujer, que viven en una casa aislada en medio del bosque. Su vida parece monótona y aburrida hasta que cierto día llama a su puerta un completo desconocido que finalmente, tras la cordial insistencia del anfitrión, acaba por instalarse en la casa. A partir de ahí, la situación comienza a complicarse poco a poco hasta hacerse prácticamente insostenible. En todo este embrollo el poeta encontrará la inspiración para escribir mientras que ella, acabará perdiendo la cordura.
Esta es la idea principal sobre la que luego se construye el resto de la argumentación. Podría parecer el resumen de la trama de un thriller psicológico más, de esos a los que ya estamos acostumbrados y que poco más tienen que ofrecer. Sin embargo, ¡madre! Es todo lo contrario a eso.
Para empezar, no es una película de fácil digestión. Es decir, requiere un esfuerzo por parte del espectador para poder tratar de entender lo que está pasando en todo momento, algo que realmente puede resultar tarea complicada. Hay que acudir al cine con la mente muy abierta y con ganas de ver algo diferente. De lo contrario, lejos de parecer buena, puede acabar resultando extravagante, tediosa e incluso de mal gusto. Por ello, una última advertencia es necesaria: no es apta para todos los estómagos.
Por otro lado, los temas que trata de manera subliminal son muy variados. Desde el fanatismo extremo, pasando por el amor dependiente y por la superpoblación, hasta llegar, como es obvio, a la maternidad. El director va dejando pequeñas pistas sobre lo que quiere transmitir, pero en ningún momento lo dice de forma clara. Por ejemplo, como curiosidad, ninguno de los personajes de la película tiene nombre, ni siquiera los protagonistas, que en los créditos se llaman él y ella.
A pesar de tener un argumento y un trasfondo tan bueno, la película no tendría sentido sin los efectos de imagen y sonido que son muy sencillos pero efectivos. Ambos consiguen mantener la tensión durante las dos horas que dura la cinta. Uno de los trucos que se emplean para ello es grabar las escenas desde el punto de vista de la protagonista con lo que se puede percibir casi en primera persona lo que ella está viviendo.
Por su parte, Darren Aronofsky parece mantenerse fiel a su estilo cinematográfico. Tal y como vimos en Réquiem por un sueño y en Cisne Negro, el director profundiza en el proceso de autodestrucción de los personajes principales de la película. Genera de nuevo esa angustia en el espectador que resulta hasta hipnótica en muchas ocasiones. Repasemos estas dos pelis:
Réquiem por un sueño
Estrenada en el año 2001, narra la historia de tres personas que tienen sueños muy distintos. Jared Leto y Jennifer Connelly interpretan a una pareja de novios que anhela hacerse ricos vendiendo droga mientras que Ellen Burstyn se pone en la piel de una mujer que está eternamente a dieta y que sueña con participar en un programa de televisión. La obsesión de los tres personajes por conseguir lo que desean les llevará a hacer cosas que jamás imaginaban.
Convertida en película de culto, puede que junto con Trainspotting sea una de las mejores en plasmar en imágenes los efectos de las drogas.
Durante casi dos horas, los personajes caminan sin remedio hacia un hipnótico y traumático final encierra al espectador en un túnel sin salida de angustia y malestar. Eso sí, lo hace con una espectacular banda sonora que ha pasado a la historia del cine.
Cisne negro
Casi diez años después, Aronofsky volvió a destacar con esta película. En ella, una brillante bailarina de ballet, vive completamente absorbida por la danza. Su obsesión por ser perfecta la conducirá hacia un estado de confusión mental en el que ya no podrá distinguir la realidad de la ficción. De nuevo, la autodestrucción imparable de un personaje es el elemento central de la película. Con cinco nominaciones a los Óscar, Natalie Portman fue la que finalmente se hizo con la estatuilla gracias a su increíble interpretación.
Con ¡madre! el director ha conseguido ir más allá, a pesar de que ya había dejado el listón muy alto. Por ello, en conclusión, se puede decir que ¡madre! es altamente recomendable para aquellos que amen el thriller psicológico y que estén dispuestos a poner su mente en marcha para descifrar los enigmas que ofrece.