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Siria y su milenario patrimonio en tiempos de crisis

El pasado miércoles 18 de junio, el profesor de la Universidad Complutense, D. Pablo Sapag ofreció una conferencia sobre el patrimonio cultural en Siria en el Centro Cultural Árabe Sirio de Madrid que abría un atisbo de esperanza para un presente trágico.

Pablo Sapag. foto de archivo de Ángela Sánchez MartínEl Prof. Sapag comenzó contextualizando la situación de un país que lleva sumido en guerra más de tres años y cuatros meses y cuyos daños en su patrimonio arqueológico, artístico y arquitectónico alcanzan términos infaustos. Enfatizó la importancia de preservar la identidad para asegurar su condición de cuna de civilizaciones. Debido a su posición geográfica, el cruce de culturas fue constante, lo que le propició una enorme capacidad de asimilar otras culturas como la bizantina, babilónica o arábiga. Por ello, se le considera un país clave para entender el proceso histórico de toda la humanidad, y por consiguiente, un patrimonio necesario de asegurar.

No obstante, la realidad es insostenible ya que la amenaza abarca todo el país. Hay zonas como la ciudad de Alepo en la que el daño alcanza el 53% del territorio. Para poder comprenderlo mejor, el profesor Sapag clasificó los daños en cuatro apartados:

– Daños en edificios de museos, donde en muchos casos están cerrados al público como en las ciudades de Alepo, Maarat o Numaan.

– Robos de piezas de gran valor arqueológico o artístico como la estatua aramea en el Museo de Hama o los robos masivos en la ciudad de Raqqa.

– Perjuicios al patrimonio arquitectónico como la mezquita Al Mansoura en Raqqa o el mítico hotel Carlton en Alepo que fue dinamitado el pasado mayo. También la Fortaleza de Simón, obra bizantina del año 490 o la mezquita Omeya de Damas del s. VIII, fueron destruidas. Obras que suponían claros ejemplos de la convivencia multiconfesional del país entre cristianos y musulmanes con la cabeza de San Juan Bautista como testigo.

– Por último, las excavaciones ilegales en los yacimientos arqueológicos es lo más pernicioso pues dificulta el «entendimiento de las civilizaciones». Se extraen piezas que aún no están catalogadas entorpeciendo así el estudio completo del proceso histórico. Oculta el pasado que explica el presente impidiendo el futuro. Estos robos suelen ser obra de profesionales que aprovechan la situación para sacar beneficio, sin embargo, no son los únicos, siendo peor la labor de los aficionados que además deterioran el entorno. En el valle del Éufrates, en la localidad de Dura Europos, se ha ido destruyendo sistemáticamente la Sinagoga y en Hasaka se devastó el patrimonio asirio de más de 3000 años de antigüedad.

RaqqaEstas alteraciones están ocasionando una escandalosa alarma a nivel internacional que remarca la importancia de salvaguardar el pasado para comprender el futuro. Por ello, la Dirección General de Museos y Antigüedades se puso en contacto con la UNESCO para que tomara medidas al respecto. Otras entidades también han alertado sobre los riesgos que conllevan estas prácticas pero han sido silenciadas. Se trata de coordinar los esfuerzos internacionales para combatir la amenaza: España por ejemplo, ha disminuido su contacto con Siria aunque la Interpol sigue inspeccionando el tráfico de piezas robadas por Internet. Se han recuperado algunas de ellas, pero no las suficientes. También el gobierno del Líbano ha sido clave en la recuperación de piezas en el aeropuerto de Beirut, y se solicita apoyo a la policía y a los particulares para paralizar la circulación en el mercado negro.

Siria es sinónimo de multiculturalidad y multiconfesionalidad aunque existan varios grupos rebeldes que intentan acabar con esta condición eliminando cualquier vestigio que de prueba de ello. Por tanto, es necesario que se siga conservando ese pasado milenario que permita seguir construyendo un futuro despejado. Pues como bien matizó Sapag, parafraseando al arqueólogo francés, ex director del Louvre, André Parrot, “toda persona tiene dos patrias: la suya propia y Siria”.

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