Un viaje de 90 días por la Europa comunista
En junio de 1957 el periodista y escritor premio Nobel Gabriel García Márquez inicia un viaje de 90 días por los países socialistas de la Europa del Este; como buen periodista que fue, quiso comprobar con sus propios ojos cómo era la vida en estos países, cómo se vivía bajo un Estado comunista. Así, se embarcó en un viaje por la RDA, Checoslovaquia, Polonia, la URSS y Hungría gracias al que dejó escritas un buen puñado de crónicas, que han sido publicadas en España en un solo volumen: De viaje por Europa del Este, publicado por Literatura Random House.
Ya en 1957 hacía un par de años que habían comenzado a circular las primeras denuncias de los actos cometidos por parte de Stalin mientras que se mantuvo en el poder. Y es que tras su muerte en 1953 Kruschev, su sucesor, comienza la política de desestalinización, mediante la cual se pretende acabar con el culto a la personalidad del anterior líder del Partido Comunista soviético. De la misma forma, sólo un año antes se había producido la invasión de Hungría por parte de la Unión Soviética, que había puesto fin a una Revolución ciudadana espontánea contra el Gobierno de la República Popular del país.
Como simpatizante del movimiento socialista, García Márquez viajó a estos lugares para contar de primera mano qué es lo que estaba sucediendo, cómo se había producido la reconstrucción en estos países después de la Segunda Guerra Mundial y cómo se vivía bajo un sistema comunista.
Las dos miradas del socialismo
Entre estas crónicas se pueden vislumbrar claramente dos narraciones sobre la realidad de aquellos países: la del Nobel es una mirada curiosa, la de un periodista que quiere hacer bien su trabajo, que se recorre todas las calles de las ciudades que visita para tener la oportunidad de conversar con la gente de a pie, gente que pueda explicarle las cosas más mundanas para ellos y a la vez más extravagantes para nosotros. Este periodista es el que critica que únicamente haya un botón en los aparatos de radio, porque sólo hay una emisora; es el cronista que se escapa de los traductores –o más bien guardaespaldas– que le han asignado para poder hacer bien su trabajo. Es el periodista que critica la situación de la prensa: «Los periódicos —que son de propiedad del estado— tienen una sola onda: “Pravda”. El sentido de la noticia es rudimentario: sólo se publican los acontecimientos extranjeros muy importantes y en todo caso orientados y comentados. No se venden revistas ni periódicos del exterior, salvo algunos de los partidos comunistas europeos».
Pero entre las páginas de este libro también se puede ver una mirada más personal de García Márquez. A aquel hombre comprometido con los ideales del socialismo que critica las entrañas de un sistema frío, cruel y dominante con las personas que lo conforman, un hombre que critica la escasa empatía del sistema… capitalista. No obstante, García Márquez narra con absoluta decepción la realidad que se encuentra en estos países; la realidad de un sistema burocrático y aséptico que trata con los ciudadanos a través de una férrea organización político-administrativa que no ofrece soluciones. «Dicen que es un disparate que estando el proletariado en el poder los proletarios hagan huelga para protestar contra sí mismos. Es un sofisma», escribe el premio Nobel sobre la imposibilidad de que los trabajadores protesten por su situación.
Las crónicas que escribió el escritor colombiano durante estos tres meses formaron una serie que fue titulada 90 días en la Cortina de Hierro, y que se publicó en la revista colombiana Cromos entre julio y noviembre de 1959, dos años después de que se produjese el viaje del periodista, si bien algunas de las crónicas sobre la Unión Soviética ya se habían publicado en la revista venezolana Momento.
Berlín ahora es una única ciudad
Este viaje por los países socialistas no lo llevará a cabo solo: dos son las personas que se unen al escritor colombiano en su travesía. Según cuenta en sus crónicas, Franco, «un italiano errante» y Jaqueline, «una francesa de origen indochino», le acompañarán durante el viaje. Realmente estas identidades eran falsas; Franco y Jaqueline eran en realidad el periodista Plinio Apuleyo Mendoza y su hermana Soledad; sus nombres no fueron revelados porque el hecho de cruzar el Telón de Acero les podría haber traído graves consecuencias políticas.
Sin embargo, esta no es la única inexactitud que contiene el libro. Es en 1978 cuando este grupo de crónicas se publican en América Latina bajo el título De viaje por los países socialistas, de forma que todas las crónicas aparecen unidas en un único bloque que el lector puede interpretar como una unidad. No obstante, las incursiones que el periodista llevó a cabo en Checoslovaquia y Polonia no se produjeron durante ese periodo de noventa días en los que visitó los países del este, sino que tuvieron lugar dos años antes, en 1955. Lo que el colombiano hizo fue coser posteriormente todas estas historias para crear una única visión compacta de todas las sensaciones y experiencias que el escritor tuvo allí.
Entre las páginas de este libro, Gabriel García Márquez lanza una predicción: «Dentro de cincuenta, cien años, cuando uno de los dos sistemas haya prevalecido sobre el otro, las dos Berlines serán una sola ciudad. Una monstruosa feria comercial hecha con las muestras gratis de los dos sistemas». Esta predicción se ha cumplido, Berlín es en la actualidad una única ciudad después de que el bloque capitalista haya prevalecido. El Telón de Acero acabó, el Muro de Berlín fue finalmente derribado y aquellos países a los que se llamaban “satélites” de la Unión Soviética son ya sólo un recuerdo. Sin embargo, las crónicas de este magnífico periodista permanecen como testimonio de lo que fue la vida en la Europa del Este.