
La Huella Digital agradece enormemente a Andrea Mateos y a la editorial Espinas la entrevista que nos han permitido realizar y el tiempo que nos han dedicado.
Asimismo, agradecemos a Rocío Martínez sus interesantes preguntas surgidas a raíz de la lectura de la última obra de la autora: Impostora.
Andrea Mateos acaba de publicar Impostora en la editorial Espinas, un ensayo sobre el papel de la mujer en la Literatura, la escritura femenina y de los prejuicios que han sufrido las autoras a lo largo de la Historia.
Pregunta: ¿De dónde surge la idea de ponerte a trabajar en Impostora? ¿Cómo fue el proceso editorial? ¿Y el paso de la autopublicación a publicar con una editorial como Espinas?
Andrea Mateos: En junio del año pasado estaba presentando mi anterior libro, Germinativa, en La Botica de las Letras, el espacio cultural que codirijo junto a otras dos compañeras. Entre las asistentes estaba Alicia de la Fuente, directora de la editorial Espinas. Una de las preguntas que me hicieron estaba enfocada al tema del síndrome de la impostora, que tanto se da en las mujeres y tantas escritoras y artistas han sufrido a lo largo de la historia. Yo lo he padecido en otros campos (pareja, amigos, familia), pero nunca lo he sentido escribiendo. La escritura ha sido siempre para mí ese lugar seguro. A raíz de ese encuentro, Alicia me hizo una propuesta editorial. Yo en ese momento estaba escribiendo otro libro. Así que tuve que pausarlo y ponerme con este ensayo. Era la primera vez que publicaba con una editorial como Espinas, pero las condiciones me parecieron justas y el tema me apasionaba. No podía decir que no. Lo cierto es que han sido unos meses de trabajo súper gozosos. He disfrutado muchísimo escribiendo este libro. Hacerlo, por primera vez, de la mano de alguien que te guía ha sido muy bonito. Trabajar con Alicia es un placer.
Pregunta: Impostora es un libro-flor. Si tu literatura, o tú misma, fuerais flores, ¿cuáles seríais y por qué?
Andrea Mateos: Una flor silvestre. Alguna vez he comparado mi literatura con una amapola, una flor que por sí sola no dice mucho, pero que, sin embargo, despliega una enorme belleza en colectividad, revistiendo los campos de color y viveza. Es una flor que crece de manera natural sin que nadie la plante, pero que se marchita apenas se la arranca y aleja de su tierra, de su verdadero ser y estar en este mundo.
Pregunta: ¿Cómo fue tu transición del periodismo a la escritura, o no hubo tal transición y siempre fueron dos lenguajes que convivían en ti? ¿Qué crees que te ha aportado el periodismo a la hora de construir tu voz literaria?
Andrea Mateos: Yo siempre quise ser escritora. De hecho, estudié periodismo porque quería escribir literatura. En el ensayo lo expreso: periodismo es una carrera llena de escritores frustrados. Y no pasa nada. Supongo que la verdadera naturaleza de cada uno acaba saliendo al final por alguno de nuestros poros. La vida siempre nos remolca al lugar al que pertenecemos. De todas formas, creo que ambas profesiones se nutren; ambas se embeben de las letras de la otra. En mi caso, todo lo que narro lleva siempre una fuerte crítica social. Y el punto de origen suele ser casi siempre una historia que he escuchado o me ha contado otra persona. Del periodismo tomo todo eso. Quedar a tomar un café conmigo es estar anotando mentalmente todo lo que me estás diciendo: lo más probable es que luego llegue a casa, me siente a escribirlo y lo tome, al menos, como punto de partida de algún texto.
Pregunta: En el libro comentas que escribir es un oficio solitario, pero que se avanza en comunidad. ¿Cómo te han ayudado las redes sociales a crear red y genealogía? ¿Cómo crees que ayudan a las escritoras?
Andrea Mateos: Llegué a las redes sociales sin pretender dedicarme a ellas. Fui la última persona de mi curso en tener Facebook, Twitter, Instagram… Y cada una de ellas la abrí en su momento instigada por otra persona, es decir, no fue una decisión que tomara por propio deseo. Es cierto que hoy en día mantengo una extraña relación de amor-odio con ellas, pero no puedo negar que, gracias a eso, puedo dedicarme a esta profesión. Ojalá algún día no haga falta que tenga que tener abierto un perfil, porque a mí lo que verdaderamente me gusta es dedicarme a leer y escribir, pero es cierto que mucho del material literario que atesoro lo saco de leer textos en otras redes sociales (redes divulgativas, fundamentalmente) o incluso de conversaciones que mantengo con otras compañeras. Creo que las redes han permitido también democratizar el proceso editorial, que históricamente siempre ha sido muy elitista. Como cualquier otra herramienta, tienen un lado oscuro y otro luminoso.
Pregunta: Siempre que pienso en escritoras “antiguas” se me vienen a la cabeza imágenes preciosas de las cartas que se enviaban Elena Fortún y Carmen Laforet. La correspondencia entre amigas escritoras es algo que no debería perderse. ¿Qué crees que tenemos que rescatar de quienes nos precedieron? ¿Qué crees que deberíamos tratar de preservar, para poder dejarlo como legado, a quienes nos seguirán?
Andrea Mateos: La paciencia y el asombro que, además, están íntimamente ligadas. Vivimos en un mundo donde se pretende ser autora antes que escritora. Donde las ansias por publicar nos llevan a sacar los libros de cualquier forma y bajo cualquier tipo de condiciones. Si a eso le sumamos la cantidad de estímulos a los que estamos sometidas diariamente, pues… Creo que debemos aprender a disfrutar más de los procesos, a contemplar la vida con la inocencia de los primeros años. Una escritora, antes que escritora, es observadora y oyente. Sin silencio y sin paciencia eso no existe. Además de que, para mí, son dos ingredientes fundamentales para llevar una vida en equilibrio.

Pregunta: ¿Cómo crees que las mujeres pueden superar o manejar el síndrome de la impostora? ¿Hay estrategias que sugieres, que te hayan servido? ¿Crees que es más fácil superar este síndrome que acallar la “voz censora”?
Andrea Mateos: Creo que las mujeres arrastramos desde hace siglos una herida que se ha ido arrastrando de madres a hijas, que forma ya parte casi de nuestro linaje. El síndrome de la impostora se arraiga a nuestro vientre por no saber quiénes somos. Dejamos entonces que otra identidad que no tiene nada que ver con nosotras eche raíces y nos haga creernos unas personas distintas, menos válidas, menos merecedoras, nunca suficientes. No creo que haya una fórmula mágica para superarlo, a cada persona puede funcionarle una cosa distinta. En el libro hablo de qué fue importante para mí, pero sí tengo claro que, si la herida es colectiva, debemos superarla también en colectividad. Para mí, por ejemplo, fue súper importante cambiar el entorno, rodearme de personas que me impulsaran. Pero entiendo que no todo el mundo tiene las mismas circunstancias y que, hasta esto, está revestido de cierto privilegio.
Pregunta: Has sido muy activa en proyectos culturales y colectivos. ¿Qué te motiva a crear espacios para otras mujeres escritoras? ¿Qué ha sido lo más sorprendente que has encontrado en ellos?
Andrea Mateos: Hace unos días le comentaba a una compañera que últimamente siento que vivo en una burbuja porque estoy en un momento de mi vida en el que estoy rodeada de personas muy talentosas, que brillan sin necesidad de pisar a quien tienen al lado. Esto no es algo común. Pero quizá haya sido eso lo que me ha impulsado a querer seguir liderando iniciativas. Me he dado cuenta que, aunque amo la soledad y necesito estar en silencio más tiempo que la mayoría de la gente para recargarme, también hago constantemente por crear espacios de cocreación bajo cualquier excusa. A mí lo que me sigue sorprendiendo es que, después de tantas locuras, todavía haya gente que me siga diciendo que sí a cada una de mis actividades, como el día que propuse escribir un libro en cuatro horas. Esta semana santa, por poner otro ejemplo, organicé una maratón digital para leer Impostora durante varios días seguidos. Me escribió muchísima gente para compartirme sus textos porque el ensayo les estaba motivando a escribir. Se me ocurrió entonces que podíamos hacer un libro con algunos de ellos. He estado varios días maquetándolo y esta mañana he ido a imprimirlo. Un libro sin propiedad intelectual, un libro para compartir y donde cada una pueda hacer con él lo que le dé la gana. Creo que mi filosofía de vida de los últimos meses es “si algo me apetece y me hace feliz, lo hago”. Sin que haya ningún otro pretexto detrás. Últimamente todo lo que hacemos persigue objetivos muy capitalistas: dinero, fama, likes, poder, productividad. A mí hacer las cosas porque sí, porque nos divierte, me parece un motivo igual de válido. Casi incluso más.
Pregunta: Aparte de la falta de referentes femeninos, ¿qué otros factores son para ti determinantes para que perviva ese sentimiento de impostura que atraviesa a tantas mujeres?
Andrea Mateos: Uno de ellos está íntimamente ligado con la hiperproductividad. Antes nos creíamos unas impostoras porque nos decían que no valíamos para nada, que nuestro deber era el hogar; ahora la balanza se ha girado para el lado contrario: nos creemos unas impostoras porque nos han dicho que valemos para todo y, en vez de contemplar esa rueda como una farsa, estamos creando una sociedad mentalmente agotada. Últimamente, la respuesta que más escucho cuando le pregunto a una compañera por cómo está es: “bien, pero cansada”. No, cariño, entonces no estás bien. Ni siquiera nos permiten ser vulnerables en eso. No estoy descubriendo nada, no quiero adoptar tampoco una posición victimista. Pero sí quiero exponer que, si la mayor de la gente que nos rodea no está bien, algo estamos haciendo mal como sociedad. Y no podemos mirar hacia otro lado. No somos seres aislados, lo que le pasa a mi vecino también me afecta a mí, aunque yo no lo padezca. No podemos ignorarlo. Ahora bajo el pretexto del “me estoy cuidando” no queremos que nadie nos hable de nada que no nos agrade. Eso es ponerle una tirita a una herida que sangra a borbotones: contiene la hemorragia un rato, pero hay que darle puntos.
Pregunta: ¿Qué le dirías a una mujer que quiere escribir pero siente que no tiene “autoridad” o “derecho”? Y ¿qué libro le recomendarías que corriese a conseguir, si no lo ha leído ya?
Andrea Mateos: Desde el momento en el que existe una pulsión por escribir, eres escritora. Lo que pasa es que existen muchos tipos y parece que, cuando dices la palabra escritora, solo te viene a la cabeza el concepto romántico de mujer ilustre sentada en su escritorio durante horas. Tengo compañeras que escriben y no han publicado nunca (ni les apetece hacerlo). Otras que se dedican a ello como hobby. Unas pocas que lo toman, además, como cualquier otra profesión. Yo primero le invitaría a pensar qué tipo de escritora quiere ser porque hay muchas y todas están bien, siempre que sea el modelo que ella desea. Y después, en caso de que quiera dedicarse a ello de manera profesional, le aconsejaría que leyera mucho más de lo que escribe. Que se formara, que se apuntara a clubs de lectura, talleres de escritura, que visitara museos, salas de cine… Pero también que viviera y se expusiera a muchas personas y experiencias porque de ahí sale un material literario valiosísimo. Para mí ha sido indispensable leer a Virginia Woolf, Mary Oliver, Sylvia Plath, Elena Quiroga. Pero también a Irene Vallejo, Vanessa Rosales o Valeria Mata. Creo que es clave, de la misma manera que seleccionamos a nuestras amistades, saber escoger bien a nuestras referentes literarias.