“Bienvenidos a mi casa. Entrad libremente por su propia voluntad. Y dejad parte de la felicidad que traéis”.
Así nos recibía el Conde Drácula a la entrada de la abadía de Párraces-El Bercial en Segovia, España. Ataviados con ropas para combatir el frío, y con una bolsa de bienvenida equipada con todo lo necesario para sobrevivir a una noche vampírica de película (palomitas, chucherías, un poco de agua y, por supuesto, Una cruz para alejar el mal), el conde nos conducía al interior de su morada mientras nos contaba algo de su pasado y nos presentaba a sus bellísimamente no muertas acompañantes. Con ellos, Van Helsing y Renfield, Vodafone yu nos presentaba una nueva edición de sus jornadas de cine inmersivo, que es una nueva forma de entender el visionado de películas que, si funciona bien con el público, puede revolucionar la forma de entender el cine, como en su momento hicieron las películas en color, los efectos especiales digitales o más recientemente el 3D. Bajo el hagstag #YuBlood se hacía un llamamiento a todos los amantes del cine clásico de vampiros a vivir una experiencia inolvidable.
Se entiende por cine inmersivo aquel en el cual no solo el espectador es testigo de la película, sino que además se siente parte de ella, casi como si estuviera dentro. Muchas de las cosas que suceden en la pantalla suceden también alrededor de uno mismo y se buscan lugares de proyección que tengan que ver con la propia película. Así, antes y después de la propia proyección, se desarrollan situaciones o momentos que ayuden al espectador a entrar en el propio ambiente de la película. Este tipo de visionado de películas ya está introducido como una opción más de ocio en países como EEUU y Gran Bretaña, y Vodafone yu ha empezado a hacer este tipo de sesiones como una forma de probar si en España es posible introducirla como una nueva oferta de ocio que proponga algo diferente y nuevo en cierto modo.
El 24 de septiembre algunos afortunados pudieron disfrutar la primera experiencia inmersiva que montaron desde Vodafone yu, visionando en las Cuevas de Almanzora en Almería la película Tiburón de Steven Spielberg. Como experiencia, los espectadores vieron la película flotando en el agua entre lanchas, explosiones y ataques de tiburones que se complementaron con actividades acuáticas y música en vivo.
Y volviendo a la carga, prepararon para el pasado 18 de noviembre una nueva noche de cine en torno a la película Drácula de Bram Stoker. Photocalls, actores caracterizados y el propio entorno de la abadía segoviana creaban la atmósfera perfecta para disfrutar de esta famosa película de Francis Ford Coppola.
Como una más de los asistentes, me dispongo a daros mi opinión sobre la experiencia, que tuve la oportunidad de vivir de primera mano. El entorno era irrepetible. La abadía daba esa sensación de caserón viejo y abandonado y el paseo desde la entrada de la misma hasta la propia entrada estaba completamente tematizado con un trabajo por parte de los actores maravilloso, teniendo en cuenta que se entraba por grupos y que hacía bastante frío. En ningún momento los grupos se cruzaron y tenías la impresión de que la historia se contaba por y para ti (o para tu grupo dado el caso). Con frases cuidadosamente escogidas de la propia película, los actores te guiaban e iba entrando en ti la sensación de estar a punto de entrar en 1890. Armado con tu cruz penetrabas el oscuro patio de la abadía en busca de realizar tu destino a manos de los no muertos, es decir, una vez dentro buscabas corriendo un buen asiento para disfrutar de la película. Para mí, tanto el “acto” previo a la proyección como el trabajo de todos los actores a lo largo de toda la experiencia es lo más remarcable, puesto que era una interacción de persona a persona, sin escenario de por medio o reacciones estudiadas. Para mí, todo ese trabajo estuvo de diez.
Ya una vez sentados para ver la película, he de decir que los efectos inmersivos me parecieron buenos en su mayoría, pero también que la abadía no daba las condiciones necesarias a mi parecer para convertir esa proyección inmersiva en un éxito rotundo. No estaba totalmente a oscuras como estaría una sala de cine, por lo que se te hacía más difícil centrarte en la película y los efectos extras perdían parte de su fuerza de impacto, siendo los mejores los sonidos de los truenos, los efectos de viento y algunos de luces y las apariciones estelares de los actores. Había muchos asistentes en un entorno pequeño y la película, que tiene una duración de más de dos horas, podía hacerse larga teniendo tan poco “espacio personal”. Además, hubo algunos problemas organizativos que podrían haberse planteado de otra manera, sobre todo al término de la película, donde era bastante complicado conseguir un lugar donde cenar tranquilo debido al amplio número de asistentes en una zona bastante pequeña como para manejar a tanta gente.
Pero a pesar de estos pequeños fallos “del directo” que podríamos decir, fue una experiencia muy buena, los encargados fueron muy amables y estuvieron pendientes de organizar todo durante todo el evento, lo cual siempre es de agradecer. Además, hay que tener en cuenta que este tipo de experiencias son experimentales, y aún tienen que recorrer mucho camino para llegar a ofrecernos todo lo que pueden dar de sí, que vista esta prueba, se puede decir que va a ser mucho y que puede llegar a ser espectacular. Aún nos queda mucho por ver y sentir y me parece un gran acierto el utilizar películas “clásicas” para ello, puesto que son un reto de poner de nuevo en la mira del espectador y darles una nueva vida útil, sorprendiendo de nuevo a personas y espectadores que seguramente sepan hasta las propias líneas de guion del filme. Recomiendo encarecidamente que si tenéis oportunidad de asistir a alguno de estos eventos lo hagáis, estoy segura que la experiencia merecerá la pena.
Fotografías del evento de Lorena Engenios