Iraq vuelve a sufrir un aumento de la tensión después de que Al Qaeda esté ganando posiciones en Fallujah y Ramadi, dos ciudades clave que representan un tercio del territorio del país, dejando decenas de muertos a su paso.
Todo empezó el 28 de diciembre cuando el ejército iraquí capturó al líder tribal sunita Ahmar al-Alwani y acabaron con la vida de su hermano. Después, el Gobierno lanzó una operación antiterrorista a gran escala que terminó con un saldo de al menos diez muertos al tratar de interrumpir una acampada de protesta sunita que llevaba más de un año en Ramadi.
Crispados por la situación, cuarenta y cuatro diputados del Movimiento Muttahida Qaumi (MQM) dimitieron como protesta por las medidas adoptadas por el gobierno y combatientes del ISIS -conocido anteriormente como Al Qaeda, pero renombrado para reflejar sus crecientes ambiciones en Siria y Líbano de establecer un Estado islámico único o califato basado en la ley de la Sharia- ocuparon Fallujah y Ramadi. La facción de Al Qaeda en Iraq se sustentó del descontento suní y de la guerra civil en Siria, cuyos rebeldes, en su mayoría suníes, se enfrentan a un gobierno cuya base es una secta chií, atacando particularmente áreas chiíes de Bagdad mediante atentados coordinados.
El presidente Nuri al-Maliki justificó sus ataques en dichas ciudades por la presencia de estos grupos y consiguió el apoyo internacional obligando a la oposición suní, no sólo a desvincularse de Al Qaeda, sino a enfrentarse a ella. De este modo, son los líderes tribales quienes se encargan de la lucha mientras que el ejército sólo garantiza el apoyo aéreo.
Esta beligerancia sectaria entre la mayoría chiita y la minoría sunita no deja de aumentar pudiendo derivar en guerra civil pues los sunitas afirman que el gobierno chiita los margina y persigue inexorablemente con métodos de seguridad excesivos. Este descontento facilita a los miembros de Al Qaeda el reclutamiento de nuevos soldados, provocando una situación que se agrava constantemente, sobre todo ahora que se aproximan las elecciones nacionales el próximo abril.
Según la Organización de Naciones Unidas, la violencia causó la muerte de 7818 civiles durante 2013, por lo que el primer ministro iraquí exhortó al Consejo de Seguridad que apoyase la «guerra contra el terrorismo» y lamentó la ayuda que algunos Estados proporcionan a los terroristas. Estados Unidos apoya al presidente pero no enviará de nuevo más soldados estadounidenses, El secretario de Estado, John Kerry aseguró que los extremistas tratan de minar el transcurso democrático y afirmó tener contacto con dirigentes tribales que lidian con los terroristas. No obstante, aseveró que «esta lucha es de los iraquíes» mientras recordaba el motivo de la salida de sus militares del país.»Los ayudaremos en su lucha, pero al final tendrán que ganarla y tengo la confianza en que tienen la capacidad para hacerlo», agregó. Palabras que más tarde criticarían los senadores John McCain y Lindsey Graham que catalogaron este escenario como algo previsible.
Pese a todo, la situación sólo depende de cómo se vayan sucediendo los acontecimientos pues los gobiernos endebles de Iraq, Siria y Líbano están favoreciendo el fortalecimiento de Al Qaeda. Muchos expertos coinciden que estas guerras son luchas de poder entre el Irán chiita y los suníes de Arabia Saudita y temen que la situación desestabilice por completo a toda la región, al mismo tiempo que la situación empeore en Iraq, el noveno país más inestable del mundo según el Índice de Estados Fallidos.