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Eugenio Xammar: crónicas desde el origen del nazismo

ACA0115Durante el periodo de entreguerras toda Europa estaba pendiente de Alemania, el principal vencido de la Gran Guerra que debido a las cuantiosas reparaciones que fijaba el Tratado de Versalles sufría una brutal crisis económica. Esta situación provocó la caída vertiginosa del consumo, el despido masivo de trabajadores y una devaluación continua del marco que trajo consigo una gran inflación. Como todos sabemos, la nefasta situación económica acabó derivando en el auge del partido nazi que llegaría al poder de forma democrática y que encontró en los judíos, los comunistas y el enemigo extranjero a los culpables de la decadencia alemana. En este contexto, corresponsales europeos y provenientes de otras partes del mundo se daban cita en Alemania, y entre esos periodistas se encontraba el catalán Eugenio Xammar, quien publicó crónicas sobre la cuestión alemana a lo largo de los años 20 y 30 para periódicos como La Veu de Catalunya, Ahora o La Publicitat, tanto en español como en catalán. Todas estas piezas quedaron recogidas en dos volúmenes: El huevo de la serpiente (reúne sus crónicas en Alemania desde 1922 hasta 1924) y Crónicas desde Berlín, que compila sus trabajos en el país germano desde 1930 hasta 1936, unos días antes del estallido de la Guerra Civil española. En España este último está editado por Acantilado.

La deuda es impagable
Al término de la Primera Guerra Mundial se impuso a Alemania en el Tratado de Versalles el pago de unas reparaciones de guerra que muchos economistas de la época consideraron excesivas e impagables, alertando de que esa imposición provocaría una gran crisis en el país germano. Ante la suma astronómica que los alemanes debían pagar, el Gobierno decidió imprimir marcos para pagar la deuda que no estaban respaldados por oro que asegurasen su valor real, siguiendo el sistema monetario del patrón oro instaurado en la época. Esto dio pie a una inflación galopante que hizo perder totalmente el valor de la moneda, tal y como lo cuenta el periodista catalán en una crónica fechada en enero de 1923: «Hay miedo a decir que el dólar vale, en el momento de empezar a escribir esta crónica, 48.000 marcos». Y, por supuesto, la hiperinflación alemana trajo consigo una pérdida del poder adquisitivo de la población, la desaparición de los ahorros y la aparición de especuladores deseando convertir la desdicha alemana en dicha para su bolsillo.

Una de las prácticas que más se llevaron a cabo por los especuladores se correspondió con la compra de marcos en el momento en el que no valían nada, para volver a venderlos cuando Alemania se hubiese recuperado. Algunos de esos especuladores eran españoles, y Xammar les dedica varios artículos en relación a una iniciativa llevada a cabo por el periódico El Imparcial: la constitución de una comisión nacional de estafados que presionase al Gobierno –en este momento, al Directorio de Primo de Rivera– a fin de llevar el asunto a la Sociedad de Naciones. ¿Y por qué se sentían estafados estos señores? Porque debido a la gran inflación que se daba en 1924 –coger el tranvía costaba 150.000 millones de marcos– el Gobierno alemán había decidido cerrar todas las cuentas con menos de un millón de marcos. Por tanto, todos los especuladores que no habían invertido en algo físico, como oro o inmuebles, habían perdido su dinero.

Episodios que sobrevienen de esta situación económica son narrados por Xammar con una gran ironía y seguridad, con la pluma de un periodista cosmopolita que confía en la razón y en los hechos para analizar la coyuntura alemana, sin sentimentalismos, cinismo o ingenuidad. La ocupación francesa de la cuenca del Ruhr o el intento de golpe de Estado de Adolf Hitler en Múnich son algunos de los hechos a los que el propio Xammar asistió y que describe profusamente en sus textos. En ellos hace hincapié en las consecuencias de estas situaciones a través de ejemplos que ilustran el panorama alemán.

El ascenso del nazismo
eugeni-xammarPor supuesto, una de las consecuencias más claras de la nefasta situación económica alemana la encontramos en el auge del partido nazi, liderado por Adolf Hitler. Tras el intento de golpe de Estado en Múnich, Hitler decide presentarse democráticamente a unas elecciones. Y poco a poco va llegando al poder.

Eugenio Xammar será testigo del ascenso nazi, de todo el proceso por el cual Adolf Hitler se convierte en el Führer y se instaura un régimen de terror en Alemania. Ya en 1923, cuando Hitler está iniciando su carrera política y se produce el golpe de estado, Xammar lo describe como a un personaje que «lleva gabardina con cinturón (me parece que con esto ya está dicho todo), raya al lado y un bigote recortado de tal manera que resulta más alto que ancho». Más tarde el periodista tendrá la oportunidad de entrevistarlo junto a Josep Pla en un artículo para La Veu de Catalunya en el que no derrocha ironía: «Aun así, creemos que dejar inéditas las declaraciones que el futuro ex dictador de Alemania tuvo la amabilidad de hacernos sería una injusticia y una falta de consideración».

En esa entrevista Hitler alaba a los dos españoles periodistas, y afirma que son los únicos extranjeros bienvenidos en Alemania– probablemente debido a que en España existía una dictadura militar encarnada en Primo de Rivera–, y que del resto «no hay que fiarse». Rápidamente la entrevista deriva en la solución al problema alemán: deshacerse de los judíos que son «un cáncer que roe el organismo nacional germánico», según el dirigente nazi. En estos años la población judía no estaba bien vista por ninguna clase social alemana, y las persecuciones a estas personas y las palizas propinadas en mayor parte por gente joven se hacían notar. Conociendo esto, el corresponsal catalán le pregunta a Adolf Hitler si pretende eliminarlos a todos a garrotazos, a lo que el nazi responde: «¡Ojalá, si no hubiera tantos!» (…) «¿Los quiere matar a todos en una sola noche? Sería la gran solución, evidentemente […] Pero no es posible. Lo he estudiado de todas las maneras y no es posible”.

A pesar del escepticismo que el periodista muestra en 1924 frente a Hitler y su movimiento, cuando vuelve a Alemania en los años 30 no puede más que confirmar el ascenso del que está siendo objeto el nacionalsocialismo. En sus crónicas Eugenio Xammar analiza la enorme maquinaria propagandística que pone en marcha el régimen nazi, encabezada por el siniestro Goebbels, así como la situación de la prensa en el nuevo régimen. A pesar de sus continuas críticas y su ironía para con la dictadura, el periodista catalán se muestra racional e intenta no condenar a un régimen que, a fecha de sus crónicas, ha sido elegido democráticamente. En este sentido, tal y como explica Charo González en el prólogo que le dedica al libro, es necesario tener en cuenta que Xammar valoraba la situación, evidentemente, sin la perspectiva histórica, sin saber qué es lo que ocurriría más tarde. Por tanto, textos que a día de hoy parecerían cínicos no pueden ser tachados de ello en 1933. 


Sentadas las bases de la nueva guerra
En 1936 y en nombre de la paz, Hitler rompió el Tratado de Locarno, destinado a pacificar Europa para tratar de contener una posible segunda Gran Guerra. La imposición del servicio militar obligatorio y la militarización de la zona de Renania, prohibida según el Tratado de Versalles, marcaron un antes y un después en el periodo de entreguerras, cuando ya se empezó a temer por la posibilidad de una Segunda Guerra Mundial. Los entresijos del intento de contener esta contienda también se pueden entrever en las crónicas del periodista catalán, así como el apoyo que la población parecía mostrar ante la mencionada política exterior del Canciller y Presidente del Gobierno Adolf Hitler. A través de los plebiscitos que se lanzaban a la población, el líder nazi pretendía legitimar su posición ofensiva: «A estas horas puede decirse que todos los alemanes son, además de electores, propagandistas. […] El éxito de la campaña de propaganda no ha podido ser más completo. La unanimidad ya está lograda cuarenta y ocho horas antes de celebrarse la elección». Finalmente, en 1939 Hitler llevará la ofensiva demasiado lejos a través de la invasión de Polonia. Esto supuso el primer paso bélico con intenciones de fundar un gran imperio alemán, lo que produjo la inmediata declaración de guerra por parte de Francia e Inglaterra. Esto supondría un conflicto que se estima que se cobraría la vida de entre 50 y 60 millones de personas.

Por su parte, Eugeni Xammar abandonó Berlín al estallar la Guerra Civil española en 1936 y se trasladó a París donde puso su actividad periodística al servicio de la República. Más tarde se afianzó como traductor y trabajó en la Organización de Naciones Unidas tras la Segunda Guerra Mundial.

Imagen de Eugenio Xammar: Strudel.

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