En diciembre, finalizaba la tercera y última votación en el Paramento sin que el candidato a la presidencia respaldado por el Gobierno Stavros Dimas hubiera conseguido los 180 apoyos necesarios. Ante esta situación, el primer ministro Andonis Samarás adelantaba las elecciones generales, mientras que la situación económica se complicaba.
Tras el anuncio de Samarás, la Bolsa de Atenas se desplomó. Concretamente un 12,78%. Semanas después, se confirmaba otro dato. Grecia cerraba 2014 en deflación. El IPC cayó un 2,6% respecto a 2013. Por su parte, el endeudamiento de Atenas supera los 20.000 millones de euros. La fecha de vencimiento de la deuda se aproxima. Pero las conversaciones sobre el rescate están paradas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) no las reanudará hasta que se haya formado el nuevo Ejecutivo. Un Gobierno que puede tomar dos direcciones muy diferentes.
Adonis Samarás. 63 años. Licenciado en Economía en Estados Unidos, Máster en Harvard, es el líder del partido de centro derecha Nueva Democracia y actual primer ministro griego. En 2010 se negó a aprobar el primer programa de rescate propuesto por el socialista Papandreu. Se convirtió en uno de los protagonistas del “Frente de rechazo”. Syriza, uno de sus aliados. Dos años después, basó su campaña electoral en una promesa. Iba a renegociar el segundo plan de rescate. Sin embargo, tras ganar su postura dio un giro drástico. Más tras unirse a los socialdemócratas de Pasok y la izquierda moderada de Dimar.
El nuevo Gobierno de coalición empezó a aplicar las políticas de austeridad. Estrictamente. Tal y como exigía la troika. Esto es, la Comisión Europea el Banco Central Europeo y el FMI. Así, se redujeron pensiones y salarios. En 2014, el sueldo mínimo era de 600 euros, mientras miles de funcionarios fueron despedidos… Sin embargo, Samarás no alcanzó los objetivos económicos previstos. La consecuencia: los acreedores no terminaron la quinta evaluación del rescate.
El primer ministro apela a la “responsabilidad”. Según sus palabras, el pueblo heleno es consciente de “las consecuencias de las aventuras de la oposición”. Además, asegura que los griegos saben el porqué de los “sacrificios” realizados. La realidad, no obstante, es que su apoyo ha disminuido, tanto dentro como fuera del país. Al menos, abiertamente. Si bien, existen excepciones. El presidente español, Mariano Rajoy, se reunió con él en Grecia. Ambos líderes se dejaron ver públicamente. Pese a que no es un viaje de partido, el contenido político del viaje es evidente. Especialmente, en mitad de la campaña electoral.
Las voces a favor de Syriza se escuchan más. El Secretario General de Podemos, Pablo Iglesias, ha alabado al partido de Alexis Tsipras en varias ocasiones. Iglesias considera a Syriza su “aliado natural”. Y es que ambas formaciones comparten varias ideas programáticas. Entre ellas, la reestructuración de la deuda, la abolición de la inmunidad parlamentaria y la salida de la OTAN. Pese a esto, la secretaria de Análisis Político y Social de Podemos quiso marcar distancias. Días atrás aseguró que también existen “muchas diferencias”. “Grecia no es España”, zanjó.
Más inesperado fue el respaldo del partido francés de extrema derecha Frente Nacional. Su presidenta, Marine Le Pen, declaró a Le Monde que “espera la victoria” de Syriza. Para Le Pen, ayudaría a que el “pueblo recupere su fuerza frente al totalitarismo de la Unión Europea”. El grupo griego ha mostrado su rechazo ante este “apoyo puntual”. Ambos critican “las políticas de austeridad de Europa”, afirma George Katrugalos. Pero el eurodiputado de Syriza afirma que esa es la única coincidencia. Una idea que también comparte el medio francés franceTVinfo. Para el vespertino es sólo “una forma de desmarcarse de la etiqueta de extrema derecha”.
Pero no todos son halagos para Tsipras. Hay quien lo considera un peligro para la estabilidad política de Grecia y del euro. El diario alemán Bild lo tildó de “criminal que apoya abiertamente la violencia anarquista”. Pero la mayoría de las críticas proceden de Samarás. Ha llegado a acusarle de querer “destruir la clase media”, así como “la salida de la eurozona”. Algo que, en su opinión, supondría la “bancarrota” del país.
Pese a esto, los sondeos siguen dando como favorito a Syriza. Su ventaja respecto a Nueva Democracia se mantiene en el 4,5%. El tercer y cuarto lugar sería para To Potami (7%) y Amanecer Dorado (6,2%), respectivamente. El primero, un nuevo partido de centroizquierda. El segundo, neonazi. Por su parte, el porcentaje de indecisos supera el 10%. Y han sido precisamente ellos el objetivo de Nueva Democracia y Syriza en los últimos días. Especialmente en el caso del partido de Samáras, quien se ha mostrado optimista. «Somos fuertes. El 14 % de los indecisos está con nosotros», afirmó. Sin embargo, para los analistas la clave puede estar en To Potami. El partido no ha expresado abiertamente su apoyo a ninguna de las principales fuerzas políticas. La mayoría cree que se aliará con Syriza. Otros, piensan que podría sorprender.
Hoy Grecia sigue siendo una moneda de canto. Pero en unas horas, con se cierren las urnas, dejará de serlo. Entonces, se sabrá cuál es la cara vencedora. El futuro de Grecia tomará un rumbo claro. Para muchos, la antesala del que tomarán otros países europeos. Entre ellos, España.