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Las elecciones legislativas en EEUU dejan un “burro” aislado entre “elefantes”

La nueva mayoría republicana en el Senado deja a Obama sin aliados en ninguna de las Cámaras, complicando sus dos últimos años de mandato. El Presidente ya no puede proponer leyes ni elegir libremente cargos de confianza, algo especialmente clave cuando se acerca el momento de reemplazar al fiscal general, Eric Holder.

Elefante republicano y burro demócrata. Autor DonkeyHotey. Extraído de Flickr. Creative Commons (https://creativecommons.org/licenses/by/2.0/)A las once y media de la noche se confirmaba lo que las encuestas ya habían predicho. La victoria era un hecho. El Senado era republicano. Tenían los seis estados que necesitaban para arrebatar la mayoría a los demócratas: Arkansas, Dakota del Sur, Montana, Carolina del Sur, Virginia Occidental y Colorado. Los dos últimos supusieron, además, recuperar lo perdido en las presidenciales. Ambos estados, tradicionalmente conservadores, votaron a Obama en 2008 y 2012. Pero la verdadera sorpresa vendría minutos más tarde. Tras ser demócrata en seis de las siete presidenciales, Iowa prefería al “elefante”.

El motivo de estos resultados no se encuentra en las grandes cifras. En el último trimestre el crecimiento interanual llegó al 3,5%. Menos del 6% de la población activa está en paro. Hace cuatro año eran el 9,5%. Por su parte, la inflación es del 1,7% y el déficit público no llega al 3% del PIB. El problema es otro.

En el ámbito económico, la crisis ha llegado de manera desigual a EE.UU. Las fortunas han alcanzado un record histórico en enriquecimiento. Mientras, con el empobrecimiento ocurre lo propio en los sectores bajos y medios. Una situación a la que no contribuye la congelación y la reducción de salarios. Una medida sufrida por la mayoría de estadounidenses. Así se explica que sólo el 22% de la población se sienta económicamente mejor que en 2008. Esto es, antes de la crisis. Pero también, antes de que Barack Obama accediera a la Casa Blanca.

Una preocupación y malestar acrecentados en los últimos meses. Ébola, Estado Islámico, ciberataques…Todas ellas, amenazas para el mantenimiento de la seguridad. Sin embargo, ninguna ha recibido una respuesta rápida por parte del Ejecutivo de Obama. Al menos, eso opina el grueso de la población. A esto se une una parálisis política en torno a la reforma migratoria. Una situación que ha perjudicado especialmente al partido del “burro”.

Los hispanos desempeñaron un papel clave en las dos últimas presidenciales. Especialmente en 2012. De hecho, junto a jóvenes y mujeres constituyen la base del electorado demócrata. Sin embargo, tienden a quedarse en casa en las elecciones de mitad de mandato. Lograr movilizar a estos sectores era la baza del Presidente. Para ello, era necesaria una propuesta firme sobre inmigración. He ahí el problema. No se había hecho ninguna.

Ahora bien, esta derrota tiene también una “explicación” histórica. El partido en la Casa Blanca siempre suele perder escaños en la Cámara de Representantes. Especialmente durante el segundo mandato. En concreto, en los últimos cien años, ha perdido una media de 29 escaños. Una tendencia que se repite en el Senado. Desde 1945, la única excepción es Bill Clinton.

Tras estas elecciones, las dos Cámaras son republicanas. Algo que no ocurría desde hace ocho años. Obama se convierte así en el nuevo “lame duck” o pato cojo. Esto es, un presidente sin aliados en el Capitolio. Su capacidad para gobernar queda así reducida. La elección de sus candidatos para cargos de confianza como jueces o embajadores se complica. El Senado que ha de considerar las postulaciones es de la oposición. Además, pierde a un aliado clave: Harry Reid. El hasta ahora líder de la mayoría demócrata en el Senado deja de serlo. El nuevo presidente es el republicano Mitch McConnell.

Pero el mayor freno se sufrirá en el progreso en sus propuestas de ley. Por un lado, las leyes han de ser aprobadas por ambas Cámaras. Por otro, los republicanos son los únicos que pueden llevar leyes al Parlamento. La consecuencia: Obama se ve obligado a alcanzar acuerdos. De no hacerlo, se enfrenta a un bloqueo total.

El Presidente lo sabe. Eso se pudo ver en sus primeras declaraciones tras la derrota. “Estoy deseando trabajar con el nuevo Congreso de la manera más efectiva posible», afirmaba. No obstante, no seguirá el camino de sus antecesores. Hará uso de su “autoridad para tomar medidas ejecutivas” si lo considera oportuno. Así, vetará cualquier ley que trate de revocar la reforma sanitaria. Pero no será el único caso en el que empleará las prerrogativas presidenciales.

“Es mi deseo que se apruebe la reforma migratoria para que podamos controlar mejor las fronteras”. Palabras de Obama tras conocer los resultados. Para el Presidente se trata de una medida que beneficiará al país. “Mejoraría no sólo el sistema migratorio, sino también nuestra economía y ambiente de negocio”. Además, ayudaría a que los trabajadores tuvieran “salarios dignos”. Por ello, si el Congreso no aprueba la ley, el no

dudará en obrar por su cuenta. Sin embargo, se compromete a invalidar cualquier medida ejecutiva al respecto. Eso sí, sólo si la Cámara aprueba una reforma migratoria que él puede respaldar.

Boehner y McConell, vocales de ambas cámaras, han calificado esta actuación como “una declaración de guerra”. No obstante, la actitud de Obama está justificada. De los 206 millones de estadounidenses llamados a votar, sólo el 37% acudió a las urnas. La participación más baja en unas elecciones de mitad de mandato desde 1942. En cuanto al número de senadores, 53 son republicanos. Con un total de 100, la nueva mayoría es nimia. A esto se une otro hecho más. El Partido Republicano se presentó sin un programa definido. El mensaje del electorado, por tanto, no es claro. Al menos, en lo que respecta a la preferencia por una opción política. Lo que sí muestra el resultado es una protesta contra el ‘statu quo’. Es decir, los votos no elegían, castigaban.

Pese a esto, los republicanos celebran la victoria. El republicano Reince Priebus, presidente del Comité Nacional, la calificó de “histórica”. Sin embargo, los resultados son sólo un pequeño paso. Los analistas no se atreven a extrapolar los resultados con vistas a las presidenciales. Especialmente porque las elecciones de 2016 siguen teniendo una favorita. Y es demócrata: Hilary Clinton.

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