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‘Como bestias’: tragedia griega ‘noir’

El mundo de ahí abajo

a algunos

el mundo de ahí abajo

los hace desgraciados

Dicen que allá arriba, en la gruta, habitan las hadas que raptan a los niños que se atreven a acercarse a sus dominios. También hay otras variantes de la leyenda: las hadas recogían a los bebés no deseados porque ellas saben lo difícil que es ser esas mujeres e intentan aliviar su dolor. Pero esto son solo historias que se han contado y deformado de generación en generación. En medio de este pueblo perdido en las montañas rodeado de leyendas y misterio, una niña ha aparecido ahora en la gruta de las hadas y parece estar relacionada con esa persona a la que apodan “el Oso” y su madre, Mariette. ¿Quién es esa niña y por qué nadie era consciente de su existencia? Comienza entonces un interrogatorio que da forma a esta novela coral. Como bestias ha llegado a España de la mano de la editorial Las afueras.

Violaine Bérot

Violaine Bérot compone en menos de ciento cincuenta páginas una historia absorbente estructurada en actos separados por los cantos de un coro, el de las hadas, a modo de tragedia griega. El escenario es una sala de interrogatorios (recordemos que hay un misterio que resolver) donde solo escuchamos a los interrogados. Personas que comentan cosas malas sobre ese chico tan raro, el de Mariette, el Oso, lo llaman; aunque también personas que defienden la labor de esta madre que no quiso que su hijo fuera encerrado por diferente. Y en frente de estas personas que van componiendo el escenario e intentando deducir de dónde pudo salir una niña solo se encuentra quien lee, quien está sentado en la platea del teatro donde se fragua esta tragedia.

«Pero, ¿dónde están los psicólogos, dónde están esos que se supone que entienden algo?¿No tienen a alguien que se interese un poco por la gente diferente?».

Las preguntas apelan directamente al policía que nunca escuchamos, pero que podemos imaginar. Es esa persona a la que nosotros como sociedad hemos dado la autoridad para interrogar a las personas que van pasando de escena en escena. En ese fuera de campo me encuentro yo y te encuentras tú. Que los entrevistados se coloquen en contraplano y los personajes miren directamente a cámara coloca a quien lee en apelado directo de las palabras dirigidas a esa persona silenciosa, pero omnipresente, el guardián de la normalidad.

«Supongo que no es fácil de entender para alguien como usted, que viene de la ciudad. La relación entre los animales y los humanos les resulta demasiado ajena. Todo esto ya no forma parte de su mundo, lo entiendo».

En el interrogatorio se arrojarán temas sobre la mesa que no sabemos cómo se tomará la persona interrogadora (yo personalmente me la imagino riendo de todo aquello que no encaje en sus estándares estrictos de comprensión de la realidad, pero es solo una percepción propia sesgada), pero que sí puede que te hagan removerte, futuro lector o lectora, en tu asiento que, advierto, no dejarás hasta que termines la novela (no vas a poder parar). Esas personas al otro lado de la mesa te harán reflexionar sobre las carencias de la educación reglada (sobre todo para quienes no encajan en la norma), sobre el machismo profundo que atraviesa nuestra sociedad o sobre la relación que tenemos con los animales. Pero, sobre todo, te harán replantearte la fuerza de los mitos, cómo estos configuran nuestra realidad y cómo esta cualidad los convierte en irremediablemente políticos. ¿Ha llegado el momento, quizá, de revisar nuestros mitos?

«Pero insisto, no me cabe ninguna duda de que la explicación está en las hadas. Puede pensar lo que quiera de ellas, pero si mi hijo ha conseguido mantener cierto equilibrio desde la adolescencia ha sido gracias a las hadas. Ya me imagino que necesita usted algo más concreto. Y las hadas, claro está, son todo menos concretas».

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