Desde el 31 de mayo y hasta el 11 de septiembre se puede ver en Madrid, en el Museo del Prado, la exposición sobre el Bosco, el pintor flamenco fallecido en 1516, del que se cumplen en este 2016 quinientos años de su muerte.
Esta exposición del V centenario, calificada por muchos medios especializados en arte como la exposición del año, es sin duda una de las más importantes que ha realizado el Prado en las últimas décadas. Esto se debe a varios motivos: en primer lugar, porque el propio museo atesora la mayor colección de obras del autor y entre ellas algunas de las más importantes, a las que se suman las procedentes del Patrimonio Nacional y de la Fundación Lázaro Galdiano, también en Madrid; en segundo lugar, por haber conseguido reunir el mayor número de obras del Bosco en un mismo espacio, con préstamos que proceden de distintas ciudades de los Países Bajos —Bruselas, Brujas, Gante, Róterdam—, de importantes museos europeos —Berlín, Dresde, Lisboa, Londres, París, Venecia, Viena— y estadounidenses.
La muestra, así, recoge, entre la veintena de pinturas y otros tantos dibujos, la casi totalidad de la obra completa del Bosco que se ha conservado (algunas obras se han perdido), a la que se suman otras de su taller y algunos grabados que contextualizan su producción. Si ya por sí solas el «Jardín de las delicias» o el «Carro de heno» serían consideradas obras maestras en cualquier museo, imagínese verlas en su contexto (medieval, de denuncia de vicios) y como continuidad de otros trabajos anteriores, propios y ajenos: se han traído los bocetos que hizo para las «Tentaciones de San Antonio», el hombre-árbol y algunos grabados de su contemporáneo Alart Du Hameel.
Con algunos pintores, como el Bosco o Bruegel, ocurre que, al haber transcurrido tanto tiempo y tener una iconografía tan rica, hemos perdido muchos de sus referentes; entender al detalle algunas de sus figuras fantásticas nos es imposible porque hoy se ha hecho incomprensible la alusión moral o el refrán al que se referían (pensemos, por ejemplo, en un pintor que representara en un cuadro un hombre que tirara una maqueta de una casa desde una ventana; podría estar haciendo referencia al dicho español «tirar la casa por la ventana» —y con ello aludiendo moralmente a que es un despilfarrador—, pero, si no conociéramos la expresión, no podríamos entender el cuadro; en el caso del Bosco o Bruegel, desconocemos en ocasiones los refranes neerlandeses o referencias morales de época a las que referían ciertas imágenes). Sin embargo, como sucede con todas los grandes de la Historia, su obra perdura por su gran calidad, por haber sido los primeros en crear un estilo propio (luego retomado por los surrealistas) o por haber creado escuela e influido en las obras de pintores posteriores.
Una exposición tan importante conlleva una gran cantidad de gastos entre préstamos y seguros, y no sería posible sin un patrocinio y una colaboración entre instituciones. La del Prado comparte muchas de las obras expuestas en la muestra Jheronimus Bosch – Visions of Genius que se realizó en el Noordbrabants Museum de ‘s-Hertogenbosch (la ciudad natal del pintor, hoy parte de Holanda) entre el 13 de febrero y el 8 de mayo. Allí se señalaba que, para hacer rentable la exposición, era preciso atraer un cuarto de millón de visitantes… Pero, aunque haya acabado la exposición, el 500 aniversario está siendo allí todo un evento cultural y proseguirá durante el resto del año (véase la web https://www.bosch500.nl/). Como actos complementarios, por ejemplo, se han hecho actividades como la proyección de un vídeo animado sobre fachadas de edificios; del mismo modo, en el Prado, se ha estrenado una película documental en 4k de 90 minutos (El Bosco, el jardín de los sueños) y una videoinstalación inmersiva en otra de sus salas visitable con el mismo billete de ingreso a la exposición.
Desde el punto de vista práctico, hay que señalar que ante la afluencia de público —es recomendable comprar previamente la entrada con reserva de hora—, el horario del Museo del Prado se ha ampliado (de lunes a sábado de 10 a 22h, y los domingos y festivos de 10 a 21h), pero también se ha incrementado el precio de la entrada general, que ha pasado de 14 a 16 euros y a 8 la reducida.
En todo caso, se trata de una ocasión única de ver tantas obras del Bosco juntas y es difícil que una exposición así se repita, a no ser, quizá, en el próximo centenario.