Cátedra edita Los excesos del género. Concepto, imagen, desnudez, la tercera obra de Geneviève Fraisse en la colección Feminismos, donde ya se habían publicado dos títulos de la autora: Los Dos gobiernos: la familia y la ciudad y Musa de la razón.
Tras décadas trabajando en el campo de los estudios de género, la historiadora y filósofa se plantea desde una visión epistemológica la actualidad del debate feminista, pero dejando de lado la discusión sobre las identidades y sugiriendo un análisis de la genealogía política de la emancipación de las mujeres, así como una revisión de la tradición filosófica occidental. El libro de Fraisse permite pensar con otra mirada la sociedad o la política.
En el primer apartado del libro, Geneviève Fraisse se centra en el eterno debate sexo/ género. Según palabras de la autora, las llamadas teorías del género deberían plantearse el intento de abolición del concepto “sexo”, pues entiende que es un concepto excesivo, al igual que el género. Pero, ¿qué es un término excesivo? Excesivo es aquello que desborda las lógicas existentes y el marco del saber establecido, independientemente que este desbordamiento se produzca de manera positiva o negativa. Así, Fraisse se plantea en un primer apartado la necesidad de abordar los conceptos excesivos.
Sin embargo, existe un problema a la hora de introducir la teoría del género al frente de un debate político sin que se la tache de poco rigurosa, sesgada o parcial. Según Fraisse, esta teoría se ha erigido al margen de la filosofía, ha querido crear su propia disciplina autónoma, y esto la condena a lo que la autora denomina “fuera de campo”. Para Geneviève Fraisse existe un debate deficiente sobre la teoría del género, pues, según sus propias palabras, “queda descalificada, rebajada al rango de ideología, a saber, que no se trata de una propuesta rigurosa de interpretación del mundo, sino de un discurso que generaliza una simple opinión”. Por tanto, la teoría de género existe, se sabe que está ahí, pero como si se tratara de una fotografía, queda fuera del campo del marco que delimita la imagen.
Lo mismo sucede en el terreno de la política. Las luchas feministas pasadas han conquistado derechos para las mujeres. Las leyes nos reconocen derechos, pero, ¿significa esto el fin de las desigualdades y de la violencia sistemática? “El derecho es siempre formal y la desigualdad siempre real”, escribe Fraisse, que opina que esa desigualdad se mantiene alejada de un verdadero reconocimiento político. “La realidad existe, el dominio masculino sabe defenderse” concluye la autora. No hay que mostrar la dominación masculina, sino desvelar cuáles son los mecanismos que la sustentan.
Precisamente, uno de los debates más candentes de la teoría feminista tiene que ver con la creación de la realidad por parte de las imágenes que recibimos constantemente día a día, imágenes que muestran al espectador desigualdad y violencias contra las mujeres. El debate se centra en la necesidad de abolición de estas representaciones como arma para luchar contra la dominación masculina. El planteamiento propone que la recepción de imágenes reproductoras de estructuras de poder desiguales es la causante de que estas sean aprehendidas y aplicadas en la sociedad. Sin embargo, Geneviève apostilla esta proposición en Los excesos del género.
“Sabemos simplemente que existe una relación entre las imágenes y las ideas preconcebidas. Las imágenes y las palabras, de algún modo, van de la mano, erigiéndose en barreras que obstaculizan el camino hacia la igualdad”, admite Fraisse. No obstante, no son las imágenes, según ella, las que sustentan la desigualdad. Las imágenes son instrumentos del poder. “¿Dónde encontraríamos, pues, el poder que discrimina? ¿En las imágenes estereotipadas que fabrican atribuciones o en la organización social que construye y reproduce la jerarquía de clases a partir de la dualidad sexual?”, cuestiona Fraisse.
Así, en el tercer apartado del libro, Geneviève Fraisse propone una nueva línea de ataque al sistema patriarcal a través de las imágenes. Hablará sobre la simbología de los pechos al aire usados como lienzo de las Femen y de los métodos de protesta de otros grupos de activistas feministas. La producción y recepción de las imágenes ha cambiado y los métodos de protesta visuales deben cambiar también para poder ser efectivos y luchar contra el torrente de imágenes sustentadoras de una estructura de poder heteropatriarcal.