La sombra de Cristo es la nueva novela de Alicia Pérez Gil publicada por Literup. La palabra deja huella en las personas. Una anécdota, una lectura, un diálogo susurrado en una película posee el poder de quedarse guardada en la memoria de una persona para florecer en forma de historia, obsesión o construcción vital. Gran parte de nuestra cultura se ha nutrido del verbo para construir jerarquías, tradiciones, recoger la fe, educar de un modo muy determinado al pueblo… En las sílabas existe poder para crear, condicionar y destruir. Con la aparición de relatos llega el juicio de decidir qué te crees y que no. Sin embargo, ¿y si quien escogió las bases de todo estuviese equivocado?
Estamos en Nazaret, al principio del calendario cristiano. La protagonista de esta historia, La sombra de Cristo, es esa hija cuya única utilidad es ofrecer algún trato ventajoso para que la familia obtenga un beneficio. Su propósito toma forma con un matrimonio concertado muy lucrativo: con él la familia podrá peregrinar a Jerusalén. Los tiempos convulsos, las malas decisiones humanas o sus pulsiones, las audacias harán que sus planes se tuerzan tanto que ella y su hermano Jesús se verán obligados a huir. La marginalidad les llevará a encontrarse con todo tipo de bandidos, demonios y designios divinos no tan nobles como pudieran parecer a priori.
Me acerqué a Sombra de Cristo por pura curiosidad. Si bien es cierto que en el panorama actual podemos encontrar libros en los cuales la tradición cristiana está muy presente, no me había encontrado tantas historias que reescriban la vida de Jesús y debo decir que me ha apasionado. Esta novela parte de un “¿qué pasaría si todo estuviese equivocado? ¿Si ni Dios ni los hombres tuviesen razón?” Un punto de partida interesantísimo pues la mitología cristiana se ha ido construyendo a lo largo de los siglos sobre unos razonamientos cargados de odios, como, por ejemplo, la misoginia. Sin perder de vista ese sufrimiento y violencia física que puebla la Biblia. Esto último otorga la oscuridad a esta fantasía.
Adentrarse en esta novela es sumergirse en un relato sustentado por el via crucis personal de la protagonista. Se construye desde el punto de vista de una mujer que, pese a ser imprescindible es alguien sin nombre, un rostro más. La trama nos la sabemos, pero al mirarla desde otro punto de vista, entramos en un pacto ficcional que nos propone dudar de todo, ponernos unas gafas con la graduación adecuada para evitar la miopía heredada. Por ello, la lectura se convierte en un acto analítico, crítico. Si se atiende a todo el imaginario cristiano y occidental, nos damos cuentas del trabajo y los detalles que posee el texto por todas partes. Resulta muy sencillo entrar dejarse llevar por la narración de Alicia Pérez Gil. Personalmente, me he leído muy poquito a poco esta historia, disfrutando tanto de los personajes, de las morales grises por las cuales transita, de una ambientación brillante como de la fantasía que se esconde entra la tradición. Os animo encarecidamente leer esta novela.