Ahora que estamos metidas de pleno en temporada vacacional, seremos muchas las personas que nos adentremos en esos lugares donde el espacio-tiempo se deforma y nos deforma, pues, por lo menos yo, nunca consigo salir con la espalda erguida de un aeropuerto. Nuestra querida y añorada Ursula K. Le Guin, usuaria asidua del transporte aéreo, tampoco gustaba de estos lugares poco agradables para existir: «El aeropuerto es donde no puedes ir a ninguna otra parte. Un no lugar en el que el tiempo no pasa y donde no hay esperanza de existencia significativa alguna. Una terminal: el fin».
En Planos paralelos, publicado originalmente en 2003, Le Guin nos presenta a Sita Dulip, una usuaria de aeropuerto tan normal como tú y como yo que, en un retraso en su enlace de Chicago a Denver, descubrió los viajes interplanares. Así, en el tiempo entre aviones («planes» en inglés) quienes conozcan la técnica Sita Dulip podrán conocer otros planos, otras realidades.
¿Cómo decís? ¿Que os han entrado ganas de explorar estos nuevos mundos? Pues os podría recomendar haceros con un ejemplar de la Guía práctica planar, bastante más manejable que los cuarenta tomos de la Enciclopedia Planaria. Sin embargo, si sois fans de los escritos de Ursula K. Le Guin, os recomiendo haceros con Planos Paralelos, un verdadero libro de viajes que no os contará cuál es el mejor restaurante de cada mundo, pero que os hará un análisis geográfico, histórico, sociológico, antropológico y político de quince planos distintos y os recordará una vez más la importancia de la imaginación que, en palabras de Le Guin, «tiene el poder de demostrar que el estado de las cosas no es permanente ni universal ni necesario».
“Es una característica de nuestra esencia humana los pocos imperativos conductuales que seguimos y lo flexibles que somos para buscar nuevas cosas que hacer, nuevos caminos que tomar. Cuán desesperada, inventiva, ingeniosamente buscamos el camino correcto, el verdadero camino, el Camino que creemos haber perdido hace tiempo entre las miríadas de novedades, oportunidades y opciones”.
Estoy verdaderamente entusiasmada con la decisión de Minotauro de reeditar Planos paralelos en concreto y, en general, muchos de los títulos de Ursula K. Le Guin que llevaban años descatalogados. Os animo a que echéis un ojo al catálogo de la editorial y, por supuesto, os insto a que compréis Planos paralelos, un libro que, en un principio, no hubiera recomendado como iniciación al universo Le Guin. Sin embargo, una vez terminado me di cuenta de que, de hecho, podría ser una buena puerta de entrada, pues, en estos quince relatos la viajera Ursula nos habla de mundos perfectos para comentar temáticas que son constantes en su extensa obra literaria y que también ocuparon páginas y páginas en sus también prolíficos ensayos.
La descripción antropológica marca Le Guin se acompaña de la obsesión de la autora por la creación de neologismos y por la búsqueda y posterior retorcimiento del significado de las palabras. Su estilo de prosa lírica, que busca siempre un ritmo concreto en la métrica de su sintaxis, puede parecer neutra hasta que, de repente, como observadora parcial que es en este conjunto de relatos, introduce toques de humor ácido y comentarios abiertamente subjetivos y malintencionados. Y para muestra, la siguiente cita:
“El alojamiento en la Isla Cuatro de Julio va desde el albergue Campestre George Washington, de dos estrellas, hasta el hotel y suits de gran lujo George W. Bush, de seis estrellas. (Fue una tontería por mi parte esperar que hubiera un motel de mala muerte de alquiler por horas llamado El Último Refugio de los Sinvergüenzas)”.
Esta inusual presencia del «yo» narrador acerca al lector no solo a la ficción de Le Guin, sino también a sus ensayos, a los que personalmente soy adicta. Así, temas que en otros libros la autora ha presentado de manera objetiva o delegando en personajes no narradores, aquí son tratados desde una perspectiva más subjetiva. Temas como las relaciones de poder, la guerra, las reflexiones en torno a los roles de género, la ecología, la concepción del tiempo y el espacio o los estragos del capitalismo aparecerán en estos quince relatos en forma de libro de viajes que merecieron en su momento un premio Locus en su categoría. Y yo os digo: no es para menos.