
Recientemente la editorial Tránsito ha publicado Por voluntad propia de la escritora, compositora e intérprete Mathilde Forget y he de reconocer que su premisa me llamó poderosamente la atención: a las 8:30 de la mañana de un domingo, una mujer acude voluntariamente a una comisaría. ¿Es la víctima o la infractora? ¿Qué ocurrió la noche anterior? A través de sus recuerdos fragmentados y de las preguntas pertenecientes al interrogatorio policial, el lector va descubriendo poco a poco retazos de la infancia y adolescencia de la protagonista, la relación con sus amistades y lo que sucedió la noche en que todo cambió.
Desde que esto ha comenzado, no consigo distinguir sus voces. El tono me parece idéntico. No sé si lo hacen a propósito, pero hablan cuando no los miro. Y cuando levanto la cabeza para hacerlo, tienen la boca cerrada. No sé si están jugando a un juego o si mi cabeza ya solo sabe mirar hacia abajo y me impide sistemáticamente saber quién me habla. La vergüenza, la de entregarse, me obliga a mirarme los pies.
Mathilde Forget compone una breve novela, de ciento once páginas, absorbente y descorazonadora en la que, a partir de un suceso, se nos muestra a una mujer vulnerable en una sociedad violenta y patriarcal. Por voluntad propia se convierte así en una denuncia contra las fuerzas del orden, que infantilizan y avergüenzan a la joven, incidiendo en cómo los representantes de la justicia ponen el foco en la orientación sexual o en las lagunas del dolorido relato de una mujer, trasladando el delito a un segundo plano. La obra de esta autora francesa evidencia las grietas de un desmoralizador y anticuado sistema judicial que acaba denigrando a las víctimas; asimismo, vislumbra la necesidad de una formación entre los integrantes del cuerpo policial que desconocen cómo mostrar apoyo y comprensión en tan difícil proceso.
Realizando un paralelismo con El proceso de Kafka, percibimos una incisiva crítica hacia los procedimientos burocráticos y legales que deshumanizan a la víctima y que la propia autora ha vivido en su propia piel, ya que Por voluntad propia es una obra autobiográfica, título que, a nuestro país, llega traducido por Alba Pagán. El tono utilizado por la autora es frío, crudo y críptico, muy adecuado para tratar el insensible mundo judicial. También se reflexiona sobre la salud mental y sobre la identidad sexual.
Obras como la de Forget son realmente necesarias en la actualidad, aunque, como mujer, me duelan y fragmenten un poco más. Quizás este relato podría estar emparentado con La memoria del aire de Caroline Lamarche, otro título de la misma editorial que me hirió y conmovió profundamente. Tránsito, que se caracteriza por su cuidada y comprometida línea editorial, sabe elegir sus retoños y Por voluntad propia es un imprescindible alumbramiento que os invito a acoger en vuestro seno. Confiemos en Tránsito y sigamos luchando.