Antes de que llegue la época navideña y la cartelera se llene de superproducciones de estreno para toda la familia, vamos a repasar tres películas que tienen en común su procedencia, ya que se las puede considerar europeas, pero que son muy diferentes tanto en su concepción, como en su desarrollo y en su manera de llegar al público. Primero una película española producida por una gran cadena extranjera y que sólo se podrá ver en televisión, pero podría ocupar un lugar muy digno en la cartelera. Segundo una película francesa que apuesta por los sentimientos y las buenas vibraciones y que es un ejemplo del éxito del cine patrio en el país vecino, pero que fue estrenada de manera minoritaria. Por último, ejemplo de otro cine español que lleva arrasando en taquilla desde hace mas de un mes, y que pese a ser una coproducción con otros países hablada en inglés, y con la casi totalidad de su reparto extranjero, es cine español con mayúsculas, como ya os hemos contado, y ha sido y sigue multipublicitada en todos los canales de Mediaset. Pasen y vean estas tres historias tan diferentes y a la vez tan cercanas, con un denominador común además de su europeismo: los sentimientos.
7 años
La mejor manera de celebrar el primer año de recorrido en España de Netflix ha sido estrenando su primera producción española, 7 años dirigida por Roger Gual y protagonizada por los españoles Paco León, Alex Brendemülh y Manuel Morón, y los colombianos Juana Acosta y Juan Pablo Raba. Un cara a cara entre cuatro personajes enfrentados ante una decisión que va a cambiar la vida de uno de ellos o quizás la de todos.
Algo que prometieron los mandamases del servicio de streaming líder en todo el mundo cuando desembarcaron en España hace un año fue que iban a apostar por producciones nacionales. Mientras se termina de preparar la serie sobre la historia de unos trabajadores relacionados con la llegada del teléfono a principios del siglo XX, ya se puede disfrutar en todo el mundo de la primera película de habla no inglesa realizada por Netflix.
La premisa es sencilla a la vez que original y muy pegada a la actualidad que vive nuestro país. Los cuatro responsables de una multimillonaria empresa tienen que elegir cual de los cuatro cargará con la culpa de su fraude a Hacienda y tendrá que pasar 7 años en la cárcel para salvar al resto de sus compañeros. Cuentas en el extranjero o corrupción son temas que parecen sacados del telediario del día. Durante casi 90 minutos estaremos encerrados con ellos en sus supermodernas y retro oficinas mientras toman tan tremenda decisión.
Película que bien podría pasar por una obra de teatro por desarrollarse en su totalidad entre cuatro paredes, encaja perfectamente con la filmografía y filosofía de su director Roger Gual, que irrumpió con fuerza y originalidad en el panorama cinematográfico español con Smoking Room.
La fuerza de la película está en un guión que mantiene el interés casi hasta el final, con unas interpretaciones potentes. Sorprenderá el nuevo registro del siempre gracioso Paco León que sobresale sobre el resto de sus compañeros. Siempre implacable y solvente el frío Alex Brendemülh, al igual que el osito achuchable al que da vida Manuel Morón que es el espectador de excepción de esta «pacífica» disputa.
Impresiona el perfecto acento español del colombiano Juan Pablo Raba, al que los seriéfilos le recordarán como uno de los inhumanos de la última temporada de Marvel Agents Of Shield y las dotes de tigresa a la que ya nos tiene acostumbrados Juana Acosta.
Trabajo valiente que te hace reflexionar sobre las relaciones entre las personas y lo que uno está dispuesto a hacer por salvar su pellejo. Con 15 minutos menos hubiese sido la película perfecta, ya que plantea unas ideas muy interesantes que hacen pensar al telespectador, pero le cuesta mantener la intensidad hasta su desenlace.
7 años ya está disponible en todo el mundo para todos los subcriptores de Netflix desde el pasado 28 de Octubre.
La Vaca
En un mundo globalizado en el que la mayoría de los estrenos vienen del otro lado del charco, de vez en cuando aparece una pequeña joya, que hace al buen cinéfilo prestar más atención a otro tipo de cinematografía. Ya ocurrió con la magnífica La familia Beliere, que conmovió a todo aquel que se atrevió a descubrirla, y va a ocurrir con todos aquellos que vayan al cine a emocionarse con el último éxito del cine francés La vaca.
En un mes en el que ya estamos saturados de tantos superhéroes y efectos especiales en películas que suelen ser mediocres, septiembre suele ser el refugio de los estrenos de más calidad del año, alejados del efecto Óscar, pero que perduran en la memoria. El cine español hace de este mes su buque insignia, estrenando cada año las apuestas más arriesgadas, innovadoras y efectivas. Aprovechando este aroma patrio que se respira en la cartelera, y antes del aluvión de estrenos de Navidad, nos encontramos con una pequeña joya que te hace recuperar la esperanza en el ser humano.
En La vaca asistiremos al viaje de Fatah desde su Argelia natal hasta París para participar con su vaca Jaqueline en la Feria de Agricultura de la capital gala. Ese viaje servirá de excusa para demostrar que se puede recibir con las brazos abiertos a un musulmán en un país que ha sido duramente castigado por ataques terroristas, y aunque parezca demasiado obvio, diferenciar a un musulmán de un terrorista, ya que por desgracia hay mucha gente que no tiene clara esa diferencia.
Asistimos con una sonrisa en la cara, casi desde el principio, a la ilusión de un hombre por cumplir su sueño, pese a las burlas iniciales de algunos de sus paisanos, y vemos como poco a poco y con la ayuda de muchas de las personas con las que se cruza conseguirá hacer su sueño realidad.
De paso nos mostrará las diferencias culturales entre Oriente y Occidente, sin caer en los tópicos y apostando claramente por la convivencia y la tolerancia. Si algo sacamos en claro tras disfrutar con La vaca, es que lo importante son las personas, sus sentimientos, sus sueños, da igual el lugar donde hayan nacido, donde vivan y sus creencias. Con un engranaje perfecto, al igual que La familia Beliere, te va conduciendo durante toda la trama a un momento álgido final, en que como mínimo se te pondrá la piel de gallina, y quizás se escape alguna lagrimilla pero de felicidad. Que sea una fábula utópica o no eso dependerá del espectador.
La vaca se estrenó en los cines de España el 30 de septiembre.
Un monstruo viene a verme
El nuevo trabajo del que ya se puede considerar el sucesor de Amenabar, promete emociones fuertes con una historia de superación del dolor de un niño ante la enfermedad terminal de su madre. Si a este suceso ya traumático de por si le añades la aparición de un monstruo cuentacuentos, estamos ante la película más inesperada y emotiva de las que recuerdo. Un monstruo viene a verme es magia.
Adaptación del libro del mismo título, estamos ante «un homenaje a los cuentos», como el propio director decía en el vídeo de presentación antes de la proyección, enmarcada en la celebración de los 25 años en antena del programa de cabecera de un servidor, Días de Cine en la Cineteca de Madrid. «Un homenaje a contar historias, que es lo lleva haciendo Días de Cine desde hace 25 años».
En este mágico cuento que en sus inicios recuerda a esa otra maravillosa fábula que es El laberinto del Fauno, se separa pronto de la imaginería Del Toro, para embarcarse en un tour de force de sentimientos, aderezado con unas historias animadas alucinantes que permiten relajar las emociones para un final soberbio que hará llorar al más valiente. Al igual que en La familia Beliere, hay tres momentos que te irán pinzando el corazón, si tus lágrimas no saltan en el primero, se te pondrá un nudo en la garganta, que durará hasta el final y más tarde o temprano las lágrimas brotarán. Clínex y ojos rojos inundaban el final de la proyección en la Cineteca, buena señal que recuerda a otra de las obras maestras del cine español, el Mar adentro de Amenabar.
Pero lo bueno de Un monstruo viene a verme es lo inesperada que es en su desarrollo, y lo bien que consigue cerrar y coronar todos los frentes abiertos, algo que en la actualidad muy pocas películas consiguen, ya que sabemos lo que vamos a ver antes de sentarnos en la butaca. No es una película recomendable para niños, sí para adolescentes, pero sobre todo para los adultos ya que saldrán de la proyección con ganas de vivir, de aprovechar el momento y de minimizar todos esos problemas que nos inundan que parecen ser una montaña y no lo son tanto. A partir de ahora las 12:07 será la hora del monstruo.
Todo eso lo consigue Bayona con un trazo exquisito, una animación y efectos especiales made in Spain espectaculares, unas siempre correctas Sigourney Weaver y Felicity Jones ( que en algunos momentos recuerda a su «marido» Stephen Hawking) y con la soberbia interpretación de el niño protagonista, Lewis MacDougall que ya tiene asegurada su nominación a todos los premios del año que viene.
Cine con mayúsculas hecho en España, que se puede disfrutar en todos los cines de España desde el 7 de octubre y que va a liderar la taquilla española durante mucho tiempo y el corazón de sus espectadores durante muchísimo más.