
«Ninguna mujer sería capaz de matar a nadie y, menos aún, a los hijos de los demás».
La editorial Al Revés publica Una mujer cualquiera vuelve a casa, el cuarto libro en solitario de la escritora Jo Alexander, que presenta diez relatos muy distintos, pero unidos por el mismo el hilo conductor: las protagonistas son mujeres asesinas y las víctimas son hombres, casi en exclusiva, jóvenes. Aunque, quizá lo más importante no es el hecho de que estas mujeres hayan cometido asesinato, sino el hecho de que son violentas y que ejercen esta violencia, efectivamente, sobre los sujetos masculinos que suelen ejercerla tanto en el imaginario extendido por la literatura y el cine como por la cruda realidad cotidiana de la violencia machista.
Y es que mujeres asesinas sí que ha creado la tradición literaria, pero estas suelen encarnar el papel de la mujer que no es mujer, porque es mala, inteligente, fría. Son mujeres que dominan sus pasiones, que son asesinas, sí, pero que no dejan que el ardor de la violencia las posea. Pero, repito, estas mujeres que rompen con su rol de género, son un desvío, no una norma. Las mujeres son débiles, sumisas, son las emocionales, mientras que los hombres son los racionales, pero ellas no son las que se dejan llevar por el fuego de la pasión violenta, son ellos los que tienen derecho a un arrebato de locura que trastoca momentáneamente la razón. O eso es lo que se nos suele contar. Sin embargo, Jo Alexander invierte estos roles: las mujeres pueden ser asesinas, pero es que, además, son violentas.
Y no es que la realidad machista no sea motivo suficiente como para ponernos violentas (no se puede decir que no nos comportamos), pero Jo Alexander no solo nos presenta a asesinas que han decidido tomarse la justicia por su mano, sino que pone sobre la mesa violencias que normalmente son ejercidas contra nosotras, pero ahora los sujetos son ellos. Una de estas asesinas se deja llevar por la desesperación de no ser amada por su ídolo, un futbolista que, por cierto, para romper un poco más con lo que se espera, tiene una relación con un compañero de vestuario (conste en acta que he dicho que hablo de expectativas sociales y no de lo que perfectamente podría suceder entre dos futbolistas). También nos encontramos con una asesina que bien podría ser cualquier hombre que compra los servicios sexuales de una mujer u otra que siente debilidad por los jovencitos.
Así, la autora cede esa violencia exclusiva de los hombres a sus personajes mujeres: unas asesinas que perturban porque no están en el lugar que les corresponde y, sobre todo, porque no tienen piedad. Quizá toque preguntarnos, una vez leídos los relatos contenidos en Una mujer cualquiera vuelve a casa, por qué no nos sorprendería tanto si la autora no hubiese colocado como sujeto de la violencia a una mujer y como objeto de la misma a un hombre.

Jo Alexander (Barcelona) publicó su primera novela,Extrañas Criaturas (1998, Grijalbo). A raíz de esta publicación entró a formar parte del colectivo de escritoras Germanes Quintana, con las que publicó los libros de cuentos Zel, Por y Llibre de família. Comenzó a trabajar como guionista con Andreu Buenafuente en ‘La Cosa Nostra’, y de allí pasó a otros programas de la cadena City TV. Fundó el grupo de pop Glamour, muy activo en la escena barcelonesa del cambio de milenio, y nunca ha dejado de componer. Mientras hacía colaboraciones en Catalunya Ràdio o ponía en marcha un nuevo espacio de noticias en Mataró Ràdio, publicó en Quaderns Crema su segunda novela, L’hivernacle. Durante tres años,p escribió una columna sobre literatura en el suplemento semanal de La Vanguardia “Què Fem”, y algunas entrevistas en la revista Primera Línea, así como textos que acompañan a la obra de fotógrafos como Alberto García-Alix o Jordi Barón. Su tercera novela, Palas y Héctor (2018), se publicó en Acantilado.