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‘Yo pude salvar a Lorca’: el relato del recuerdo

Yo pude salvar a Lorca es una novela del recuerdo escrita por Víctor Amela y publicada por Destino. Una historia de silencios, de caras irreconocibles para un nieto que fue un niño lector, además de muchos espacios sin llenar entre un abuelo espectador y un retoño que vive ajeno al pasado sangriento. Con una prosa envolvente, el autor nos traslada hasta dos pasados que se unen en el presente. Esta es una novela de la experiencia de una persona, a la cual le marcó la guerra y la pérdida de sus amigos.

La novela de Víctor Amela comienza con Anita, Antonio y María, unas personas que —en 1936, ajenas a su relación con el futuro— luchan por sobrevivir en una República en guerra: los niños aprendieron a callar para sobrevivir, el dolor impregnó todos los estratos de la vida. Los infantes, tratando de asegurar la supervivencia de sus progenitores, se percatarán de algo muy curioso: el poeta granadino que canta a los gitanos les es más cercano de lo que piensan. De este modo, la historia de Federico García Lorca comenzará a entrelazarse con el relato de Manuel Bonilla. ¿El germen originario de esta obra? Fue una imagen muy significativa para el autor: “Los pisos fueron demolidos y lo entendí como metáfora de la biografía de mi abuelo, que había ganado una guerra y que acababa en demolición y olvidado.  A menos que esa vida fuese contada, y por eso estoy escribiendo esta novela”.

El relato Yo pude salvar a Lorca narra la vivencia del abuelo de Amela a modo de una novela fluctuante entre el pasado remoto (agosto de 1936), el pasado más reciente (1990, coincidiendo con la muerte de Bonilla) y el presente del narrador que cuenta la historia desde una perspectiva más ilustrada. Intercalándose las ficciones, se miden los tiempos narratológicos, jugando con la información desvelada al lector e indagando por los caprichos del silencio, los secretos y las verdades revelados en el trascurso de la obra. El volumen se entrelaza con textos lorquianos manteniendo una perfecta armonía con la prosa cuidada y cultivada del escritor. Un estilo que nos mecerá y nos guiará por la semblanza de Manuel.

Destino nos trae la nostalgia, el recuerdo, la desesperación, la guerra y, por descontado, la memoria de un abuelo muy humano que vio marcado su sino por las circunstancias. Víctor Amela, con una increíble delicadeza, nos embarca en un viaje en el cual nos traslada, nos sacude y nos hace reflexionar. Muchos personas tienen vidas increíbles; sin embargo, muchas veces no nos atrevemos a indagar en ellas por numerosas razones. Esta es la historia que el protagonista nunca pudo contar. Las vidas se entrelazan de manera fortuita y caprichosa, por lo que nunca se sabe lo que nos depara el destino (o como se quiera llamar). En ocasiones solo hay que atreverse a conocer para hallar relatos increíbles como el de Yo pude salvar a Lorca.

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