El guardián de espadas de Cassandra Clare, publicado por Cross Book, es el primer libro de una bilogía de fantasía. La palabra, el verbo, es uno de los pilares primordiales de muchas culturas. Con ella se construye, por ejemplo, las leyes —humanas y divinas— o la memoria. Esta última es, además, un poder, pues quien la controle tendrá la potestad para controlar, destruir o crear.
El guardián de espadas narra la historia de dos muchachos que se encuentran, socialmente, en tierra de nadie. Por un lado, Kel, un niño robado hace años de un orfanato al cual convitieron en el doble del príncipe. Su libre albedrío es una ilusión, al igual que su lugar en el mundo. Por otro, Lin, una ashkar limitada tanto por el prejuicio hacia su pueblo, la autoridad de Castelania y su género, quien trata de trabajar como médica. Ella trata de romper sus barreras, pues su meta es poder curar a una amiga. El contexto los relega a ser invisibles, a cumplir las expectativas de su posición, pero, tal vez, las Estrellas, tengan planes para que participen desde su marginalidad.
Cassandra Clare nos presenta un mundo de fantasía fragmentado por el pasado, por el presente y las conspiraciones de palaciegas. Uno con claros paralelismos con el nuestro: culturas mediterráneas, un pueblo inspirado en el judío, ciudades reales que son germen de las ficticias… Hay un ejercicio claro de plasmar una problemática de soberanía, de marginalidad, de jerarquías y de aspiraciones que tratan de mostrarse a través del sufrimiento, de las consecuencias de las acciones de los personajes. Estos, por su parte son grises. La narración se encuentra en tercera persona posando el foco narrativo en Kel y Lin. Ninguno de los dos son ni el gobernante ni alguien de poder (religiosos, nobles, parte del consejo o mano derecha del rey). Esto muestra de manera sesgada la información, repercutiendo en la sensación de no conocer a nadie, haciendo que el lector cree teorías, imagine desenlaces a situaciones o juzgue a las personas. Muy adecuado para la trama de conspiraciones. De hecho, diría que le otorga una buena profundidad, manteniendo la atención.
En conclusión, esta lectura me ha resultado emocionante, amena y curiosa. Esto se debe a que sigo a la autora desde que comenzó a publicar Cazadores de Sombras. Por ello quería averiguar cómo se desenvolvía en otras historias, cómo construía su estilo qué leitmotiv desarrollaba. He de decir que me he encontrado con una buena novela que incide en las relaciones de lealtad, en los límites sociales, en la franja gris de moralidad que hay entre el bien y el mal establecido o entorno al funcionamiento del poder. Además, de un mundo rico en detalles y sangrente en su construcción. Creo que también es relevante remarcar que estos son los elementos fundamentales, por lo que el romance pasa a un plano más secundario. El guardián de espadas se entreteje desde la palabra, de la importancia del pasado y cómo el olvido puede originar la decadencia de realidades enteras; sobre todo, cuando la violencia llena el espacio vacante en una sociedad. Lo recomiendo mucho.