Sandra de la Cruz ilustra poemas, aunque también le gusta “poemizar” dibujos, como ella misma dice. Un viaje a Japón será el origen de Kokoro, el corazón de las palabras publicado por Brige. Esta edición posee un cuerpo de tapa dura, con una paleta vibrante que palpita al ritmo que fluye la tinta por las venas de las palabras, creando un ser vivo que con cada lectura florece como un sakura en primavera. Su título, de lo más revelador, se alza como una gran pista del contenido.
Kokoro, el corazón de las palabras es un libro de estrofas ilustrado o un libro de ilustraciones “poemizado”. Más allá de este juego de palabras, este tomo se compone de 27 haikús; cada uno de estos poemas japoneses introduce un tema que, a modo de “prefacio” de capítulo, marca el tópico del próximo poema, reflexión, cita de una obra o las ilustraciones. Pero, ¿qué es un haikú? Son composiciones líricas breves confeccionadas por un total de diecisiete sílabas distribuidas en tres versos (5-7-5). La belleza de estas estructuras reside en la plasmación de un momento de contemplación de la naturaleza, de lo efímero. Esa emoción florece en la pluma y en el pincel de De la Cruz: pequeños soplos que colapsan sensaciones, colándose bajo la piel. Asimismo, las páginas donde se cuelgan los haikús están cuidadosamente diseñadas: todo detalle está cuidado. Los poemas y reflexiones nos muestran la faceta más personal de la autora, escribiendo buenos poemas, mejores reflexiones y unos microrrelatos que armonizan con todo el tomo. La melodía de la obra suena con total sincronía. Al final de las páginas, se nos presenta una pequeña sección bibilográfica que hace comprender mejor sus influencias.
En su obra, frente al encorsetamiento del haikú, predomina el instante, aunque ocasione la ruptura del ritmo de las sílabas. En oposición al misticismo más asiático, surgen los temas troncales al estilo europeo: el desamor, la angustia, la separación, la aceptación del cuerpo, etc. Todos ellos son tratados con un tono especialmente oscuro; contrastando con la claridad de las ilustraciones. De este modo, Oriente y Occidente se unen en Kokoro, siendo un corazón de aquí, con sangre en circulación de allí. El texto no pretende ser “[…] un libro sobre Japón, es un libro sobre todo aquello que no vi cuando fui a Japón”. El resultado: una creación que, a través del filtro occidental, trata de acercarse, incluso de tomar el poso de una vivencia, a la cultura nipona por medio de su literatura, producciones audiovisuales o elementos pictóricos.
Kokoro, el corazón de las palabras surge como un haikú y nos muestra la belleza de los momentos más asombrosos. Además, muestra una intensa delicadeza hacia los términos japoneses intraducibles. Ellos marcan el ritmo de una obra dividida en pequeños poemas, acompañados por unas ilustraciones maravillosas las cuales los complementan y custodian. Los dibujos invaden los sentidos, pero permiten complementar los significados de la tinta que redondea caracteres. Cada lectura descubre algo, cada repaso es un paseo embriagador por unos cerezos en flor que caen dando lugar a un ichioichie.