Cientos de miles de niños y adolescentes recorren las calles de los barrios estadounidenses disfrazados de los seres más terroríficos que podamos imaginar, desde Drácula a George W. Bush, y, a la voz de trick or treat, exigen al vecindario caramelos para evitar un susto de muerte. Es la noche de Halloween, el escenario perfecto para disfrutar del miedo. El trato, dulces para evitar la travesura. El trick, literalmente traducido como truco aunque de manera poco exacta, a cambio del treat, las golosinas. La noche del 31 de Octubre al 1 de Noviembre se llena siempre de golpecitos misteriosos en las ventanas para castigar a los vecinos roñosos o poco espléndidos.
En la noche de Halloween de 1938, el grupo de teatro Mercury, del que formaba parte Orson Welles, realiza la que tal vez sea la travesura más famosa de la noche de las calabazas. Por una emisión de radio de la CBS y con una adaptación de La Guerra de los Mundos, de Herbert George Wells, gran parte de los ciudadanos estadounidenses fueron víctimas de un engaño maravillosamente urdido.
La preparación del truco
El Mercury Theatre, del que Orson Welles es director y cofundador, lleva en antena desde julio de ese mismo año de 1938. Pese a sus notables adaptaciones de clásicos de la literatura, como Oliver Twist o La Vuelta al mundo en 80 días, la CBS no logra alcanzar los niveles de audiencia a los que aspira. La continuidad de la emisión está seriamente amenazada; los ejecutivos de la cadena presionan al equipo del Mercury porque no se obtienen los resultados esperados. Si la cosa continúa por esos derroteros, la calle será el futuro de la compañía. Welles sabía que la CBS eliminaría su programa si no encontraba un patrocinador importante que lo respaldara. Y el programa no conseguirá un patrocinador si no aumenta su audiencia.
¿Fue ésa la razón por la que deciden embaucar a la audiencia? ¿Fue un simple trick más de Halloween? Howard Koch es el dramaturgo que realiza la adaptación radiofónica del relato de H. G. Wells. John Houseman, coproductor del Mercury, le envía el relato original junto con las instrucciones para escribir un guión en forma de boletines de noticias. Después de leer el texto de Wells, Koch contacta con Houseman para comunicarle que la labor que le han encargado no es asumible con tan poco tiempo por delante, apenas seis días. Del original sólo se podía aprovechar la idea, nada más; a partir de ahí, Koch tenía que elaborar un guión original que durase una hora. Imposible. La respuesta de Houseman no tardó en llegar: tiene que hacerse. Según recordó Koch posteriormente, “se trataba del proyecto favorito de Orson”.
Koch asume el reto. Tiempo después afirmaría que el tiempo que pasó con la compañía Mercury “fue una experiencia que duró seis meses y que no me habría perdido… ni quisiera repetir”. En el guión, lo primero que se plantea es la necesidad de encontrar un lugar donde los marcianos puedan aterrizar. Despliega un mapa del estado de Nueva Jersey y la pluma con la que escribe señala al azar un punto: Grovers Mill.
El nombre le resulta atractivo y, además, se trata de una población relativamente cercana a la Universidad de Princeton, donde situaría el observatorio del profesor Pierson, el personaje principal de la historia.
La emisión
A las ocho de la tarde del 31 de octubre de 1938, la audiencia de la CBS escucha, “la Columbia Broadcasting System y sus estaciones filiales presentan a Orson Welles y su Teatro Mercury del Aire, en… La guerra de los Mundos, de H.G. Wells”. Después, la impresionante voz de Orson Welles comienza la representación diciendo: “ahora sabemos que, desde comienzos del siglo XX, nuestro planeta está siendo observado muy de cerca por inteligencias más desarrolladas que la humana”. La voz resonante y vibrante de Orson podía dotar de emoción e importancia a una frase cualquiera. Y de credibilidad, por supuesto. La radio, en esa época, era el medio de comunicación más creíble para la ciudadanía.
El propio Koch no fue consciente de la magnitud de la retransmisión hasta el lunes siguiente, cuando acudió al barbero y éste le mostró un periódico con el titular “La Nación presa del pánico debido a un programa de marcianos”.
Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que “la suerte de todos los que habíamos participado en él pendía de un hilo”. Hubo numerosos daños aunque, milagrosamente, nadie murió en la desesperada huida de los marcianos. Incluso hubo voces que agradecieron la travesura. Dorothy Thompson, en su influyente columna del New York Herald Tribune, opinó que «habíamos proporcionado un servicio al país, al demostrarle lo vulnerables que éramos a una reacción de pánico en caso de guerra”, recuerda Koch.
A los pocos minutos de estar en antena, “las centralitas de todas las emisoras de radio a lo largo y ancho del país empezaron a iluminarse como árboles de navidad”, como le describió Orson Welles a Peter Bogdanovich en Ciudadano Welles. También las centralitas de información telefónica se desbordaron. Una de las encargadas escuchó “a una de las chicas que contestaba de una forma muy educada, lo siento, aquí no tenemos esta información. La supervisora la interrumpió para felicitarla, has respondido muy bien, ¿qué preguntaba el cliente? La chica contestó quería saber si se iba a acabar el mundo”, según recuerda Koch.
Cuando apenas se llevan veinte minutos de emisión, la policía hace su aparición en la sala de control. “No sabían a quién detener ni por qué, pero modificaron el tono del resto de la emisión”, explica Welles. Al día siguiente, durante una rueda de prensa multitudinaria en Nueva York, Welles se declaró inocente. Hubo titulares en los periódicos que hablaban de reclamaciones judiciales que superaban los doce millones de dólares. La mayor parte de estas demandas, sin embargo, no existieron nada más que en las páginas de los periódicos; la prensa escrita veía en la radio un medio que amenazaba su supremacía y usaron el episodio para desprestigiarla. El mundo de la comunicación había cambiado definitivamente.
Años después, cuando la población estadounidense escuchó por la radio que Pearl Harbor había sido atacado, nadie lo creyó, igual que en el cuento de Pedro y el lobo. Justo en ese momento Orson Welles estaba leyendo unos poemas de Walt Whitman para toda la cadena. Interrumpieron la emisión y otro locutor se ocupó de dar cuenta de lo sucedido, para que nadie pensara que se trataba de otra broma, “que fuera otra voz quien anunciara que se había producido el ataque”, recordaba Welles.
Después de la retransmisión de La guerra de los mundos, la RKO puso sus ojos en aquel niño prodigio (Welles tenía 23 años entonces) y le ofreció un contrato sin precedentes en la industria cinematográfica, como director, actor, guionista y productor, estipulando una retribución del 25 por ciento de los beneficios brutos de cada film que hiciese y cobrando un anticipo de 150.000 dólares al firmar el acuerdo. El guionista Howard Koch también recaló en Hollywood, con un contrato de siete años con la Warner Brothers.
Días después de la emisión del programa, una granja de Grovers Mill cobraba cincuenta centavos por el aparcamiento a los cientos de coches que pululaban por ahí, trayendo turistas que querían ver el lugar donde los marcianos habían aterrizado. Treinta años después, un titular del periódico The Times informaba de que algunas parcelas de terreno se habían puesto a la venta a precios exagerados, porque se anunciaba que allí había tenido lugar la invasión de los marcianos.
Para Howard Koch, sin embargo, la consecuencia principal debería haber sido la de «dudar y comprobar todo lo que nos llega a través de las ondas y de las páginas impresas, incluso de las escritas por uno mismo”. Sabio consejo: dudar de lo que digan todos los medios de comunicación. Incluido éste, por supuesto.
Recreaciones y homenajes
El 30 de octubre de 1988, la Cadena SER emite el programa-réplica de La Guerra de los Mundos, de Orson Welles, en el 50º aniversario de la radiodifusión del programa por la CBS. El programa es radiado en directo bajo la dirección de Juan Manuel Soriano y con Constantino Romero como protagonista.
Con motivo del 70º aniversario, en 2008, tanto RNE como la Cadena Ser realizaron sendas recreaciones.
Para saber más…
La guerra de los mundos. H. G. Wells.
La emisión del pánico. Howard Koch. Ed. Centro de Creación Experimental de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2002.
La guerra de los mundos de Orson Welles y otros escritos sobre cine. Juan Julio de Abajo de Pablos. Ed. Fancy. Valladolid, 2001.
Ciudadano Welles. Orson Welles y Peter Bogdanovich. Ed. Grijalbo. Barcelona, 1994.