La historia de la mafia, una historia de sangre y dinero
Puede que una de las leyendas más conocidas sobre la historia de mafia sea aquella en la que una serie de caballeros, frente a la pasividad del Estado oficial, deciden unirse para prestar sus servicios en aquellas zonas que habían sido olvidadas por éste. Sin embargo esto no es más que una invención, un mito, una ficción. La mafia, lo que actualmente se conoce como tal, tiene un origen muy temprano. Y sus fines no fueron la justicia o la seguridad. Sus fines nunca fueron nobles.
El libro Historia de la Mafia, editado por Debate y escrito por el historiador escocés John Dickie, disecciona esta realidad en la que se cruzan los relatos de la Camorra, la ‘Ndrangheta y la Cosa Nostra: qué es lo que las diferencia, cómo surgieron los mitos y las ficciones que las rodean y que las hacen tan seductoras. De dónde proviene su éxito.
La mafia italiana no existe
Al contrario de lo que habitualmente se piensa, no existe algo como la mafia italiana, sino que existen tres grupos principales con grandes diferencias históricas entre ellos. En este libro de casi 900 páginas, Dickie explica el origen de esos tres grupos, así como sus diferencias y sus similitudes.
John Dickie explica que la Costa Nostra, la mafia siciliana, y la ‘Ndrangheta, la mafia calabresa, tienen una organización masónica, que se conforman a partir de sociedades secretas obligadas por un juramento, y que cuentan con sus propios rituales y su propia jerarquía. El origen de ambas organizaciones hunde sus raícen en el siglo XIX, si bien la ‘Ndrangheta empezó a tener más fuerza a partir de 1950.
Según explica el propio Dickie, actualmente esta última organización es la que más fuerza tiene, a pesar de ser la menos conocida. Esto es así porque la Mafia siciliana se encontraba muy debilitada a principios de los noventa, debido a la guerra contra el Estado italiano que la organización estaba liderando, de las que fueron víctimas personas como el juez Giovanni Falcone. La ‘Ndrangheta aprovechó la oportunidad y llenó el hueco que los sicilianos ocupaban, principalmente a través de negocios con los productores latinoamericanos de cocaína. Es así como la ‘Ndrangheta, de la que el Estado no se había ocupado, comenzó a crecer al encontrar una gran fuente de ingresos.
Sin embargo, la tercera organización mafiosa, la Camorra, parte de una serie de bandas criminales en Nápoles y en Campania que se van organizando a lo largo del siglo XIX. Esta organización se hizo muy famosa entre el público en general a raíz de la publicación de Gomorra, el libro de Roberto Saviano –que inspiró una película y una serie homónima– por el que el propio autor tiene que vivir rodeado de escoltas porque está amenazado.
La romantización de la mafia
Muchos son los libros, películas y series de televisión que han contribuido a la romantización de estas tres organizaciones mafiosas. Desde Los Soprano, pasando por El Padrino, muchos son los ejemplos de ficciones que describen a sus protagonistas (mafiosos todos ellos) como héroes, personas de algún modo seductoras que encabezan poco más que una leyenda.
«El mero hecho de que las mafias valoren tanto su propia historia delata la magnitud escandalosa de sus ambiciones» escribe Dickie en Historia de la mafia. «Como contrapartida, los gángsteres habituales no tienen esas pretensiones. En el curso de los últimos ciento cincuenta años, las hermandades delictivas a menudo han oscurecido la verdad, imponiendo su propia narrativa de los hechos: con demasiada frecuencia, la versión oficial de la historia resulta ser la versión de las mafias.»
El historiador dedica gran parte del libro a explicar cuál es la relación que existe entre la ficción y la realidad de estas organizaciones. El problema, parece, no es únicamente que se crea un mito de la mafia a partir de ficciones que no existen, sino que también se produce a la inversa. Según cuenta John Dickie en Historia de la mafia la propia palabra mafia surge de una obra de teatro que se desarrolló en 1863 que trataba sobre una banda carcelaria. La explicación que proporciona el historiador es que los propios mafiosos oyeron la palabra, les sonó bien y decidieron agenciársela.
Sin embargo, Dickie es un fiel defensor de que existe solución para este problema, de que verdaderamente es posible acabar con el crimen organizado en Italia. «Hay razones para el optimismo. Falcone sentó las bases de una policía y de equipos de fiscales especializados. Hoy día están distribuidos por todo el país y desarrollando una labor magnífica. Hay síntomas también muy positivos en la sociedad civil» concluye el autor.