Vendida como una precuela que media hora después se convierte en secuela, Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina del hielo es la continuación de Blancanieves y la leyenda del cazador (2012). Volvemos a ver en pantalla a Chris Hemsworth (En el corazón del mar, Thor) y Charlize Theron (Mad Max: Furia en la carretera, Mil maneras de morder el polvo), siendo además Emily Blunt (Looper, Eternamente comprometidos) y Jessica Chastain (Marte (The Martian), La cumbre escarlata) las nueves adquisiciones para formar parte de esta franquicia cinematográfica. Cedric Nicolas-Troyan dirige esta segunda parte, estrenándose como director tras varios largometrajes donde ha participado como productor.Mucho antes de ser apuñalada y vencida por Blancanieves, la malvada reina Ravenna (Theron) fue testigo de cómo su hermana Freya (Blunt) sufría una desgarradora traición amorosa que hizo despertar sus poderes. Desde entonces, Freya vive en un lejano palacio invernal, donde ha creado una legión de cazadores a base de secuestrar niños prometiéndoles una vida mejor. Solo tiene una única ley: no amar, y mucho menos enamorarse, pues eso hace débiles a las personas. Aun siendo conscientes de esto, Eric (Hemsworth) y Sara (Chastain), los mejores cazadores del reino, quebrantan la ley y asumen las consecuencias. Años después el camino de los enamorados vuelve a cruzarse, cuando el espejo mágico de Ravenna es robado a Blancanieves y Eric tratará de devolvérselo a su reina, a la vez que Freya lo busca para devolver a su hermana a la vida.
Segundas partes nunca fueron buenas, y mucho menos si lo vendes como algo que no es, el tráiler reinventa la historia, el personaje principal no aparece y la trama se cae a pedazos, requisitos que cumple El cazador y la reina de hielo; por no hablar de que parece una película sacada de la unión de Frozen y El señor de los anillos.
Desde un principio nos vendieron esta nueva entrega como una precuela, una historia jamás contada antes del renacer de Blancanieves, que nos enseñaría los inicios del cazador y Ravenna. Todo bien hasta que llegas a la media hora de película y de repente “Siete años después de la victoria de Blancanieves”, ¿Qué? Y la precuela se convirtió en secuela. Se firmó para hacer una precuela ya que Kristen Stewart (La saga Crepúsculo, Siempre Alice), la actriz que dio vida a Blancanieves, no formaría parte del elenco, y así se evitaría tener que hablar de su personaje; pero al saltar a la secuela es inevitable hablar de la reina del cuento, y no poco, quedándose el espectador con ganas de que Blancanieves haga su aparición estelar en escena.
Otro problema con el que nos encontramos son los numerosos errores a lo largo de la trama, que hacen que esta precuela/secuela contradiga a su antecesora. Hay dos que no podemos pasar por alto: en la primera película Ravenna no tiene ninguna hermana, tan solo un hermano, y un flashback al pasado lo demuestra; entonces, ¿Freya de dónde sale? Nadie se preocupa por especificar esto. El otro gran error es la aparición de los poderes mágicos de las hermanas. Según cuenta Ravenna en esta nueva entrega, sus poderes siempre han estado ahí, pero en la primera película vemos que cuando era pequeña su madre le hizo un corte en la muñeca y dejó caer tres gotas de sangre en un cuenco con leche que le hizo beber, conjurando “solo con la sangre más hermosa se hace”. Ese hechizo fue el desencadenante del poder de la bruja. Blancanieves demostró al final del largometraje que solo la sangre más hermosa (“Y solo con la sangre más hermosa se deshace”) puede matar a Ravenna y terminar con sus poderes, pero esto tampoco se cumple en esta siguiente entrega, ya que los directores reviven a Ravenna, más poderosa aun.
Para amenizar estos errores se intenta despistar al espectador con la trágica historia de amor de los cazadores, la excesiva caracterización de Ravenna y Freya, y mucha escena de lucha mal aprovechada. Si hay algo que destaca entre tanto fallo son los efectos especiales y los maravillosos decorados de cuento de hadas que ya vimos en la primera entrega.
En El cazador y la reina de hielo volvemos a ver a Chris Hemsworth encarnando a Eric, quien esta vez tendrá que enfrentarse a algo mucho más poderoso que Ravenna, el rechazo de su esposa Sara. Se indaga ahora en la historia de amor del cazador, y podemos conocer más de ese sentimiento que nos pareció ver hacia Blancanieves en La leyenda del cazador (algo que también desaparece en la secuela, ¿Dónde queda el beso de amor verdadero que despertó a la princesa?). Y no sé si es porque pensaron que la nueva trama carecía de gracia, ya que por momentos Eric parece más un bufón de la corte que un cazador a servicio de la reina. Por el contrario, los papeles femeninos brillan por su fuerza y carácter, mostrándonos tres personajes con personalidades completamente diferentes que se complementan entre si. Es en Theron, Blunt y Chastain donde recae el mayor peso argumental de la película, y Charlize, quien no aparece hasta el final de la historia, vuelve engatusando al espectador con su felino encanto y el aire de maldad que adopta para interpretar el personaje.
En esta entrega también contamos con un grupo de enanos, aunque mucho menos numeroso, formado por Nick Frost, Rob Brydon, Alexandra Roach y Sheridan Smith, quienes le añadirán el verdadero punto cómico al largometraje, e incluso el más tierno.
Cuando uno terminó de ver la primera parte, y pensó en una segunda, imaginó una secuela sobre la historia de amor de Blancanieves y el cazador, que se queda en suspense al final del largometraje, no una película sin Blancanieves, donde los muertos resucitan o no están muertos y aparece una hermana por arte de magia (y nunca mejor dicho). Pero bueno, una vez más vemos que lo más importante es intentar sacar dinero con una segunda parte sin pies ni cabeza, solo porque la primera tuvo éxito. A veces hay que saber aprovechar el tirón, o directamente no aprovecharlo y dejar las cosas como están, así al menos evitas el fracaso.