Muchos recordarán a Ramón Sánchez-Ocaña. En una época en la que solo dos cadmanual de primeros auxiliosenas de televisión se repartían los millones de espectadores españoles, su programa Más vale prevenir fue durante ocho años pionero en promover la divulgación sanitaria, como lo sería una década después el de educación sexual de la Dra. Ochoa.
Nunca totalmente retirado del ámbito periodístico y televisivo, con el que ha seguido colaborando ocasionalmente —en Telecinco, en Canal Sur—, ha publicado ahora, con 75 años, este Manual de primeros auxilios y pequeñas urgencias (Córdoba, Arcopress, 2017). No es su único libro, pues le anteceden otros muchos sobre nutrición, envejecimiento, hipertensión y obesidad (como el de Perder peso para Dummies, Planeta, o Vivir bien sin colesterol, aparecido en una editorial llamada, curiosamente, «Salsa Books»).
Una muy breve introducción de dos párrafos abre este manual, que pretende ser, ante todo, práctico. Para ello, se dan por orden alfabético unas ciento treinta dolencias o afecciones que van desde mareos, migrañas, calambres, quemaduras, heridas, hipos, intolerancias alimentarias, halitosis, caspa, rinitis, etc., a hernias, fibromialgia o cálculos en la vesícula. En cada una de ellas se da una breve descripción de sus síntomas seguido de un apartado «Lo que debe hacer».
Hay que recordar, no obstante, como el mismo autor ya señalara en su programa y en muchas entrevistas, que Sánchez-Ocaña no es médico, sino periodista, por lo que el lector no debe esperar en este manual un prontuario farmacéutico: ante tal dolencia, tómese este medicamento… Este libro no es ni un vademécum médico (afortunadamente, pues sería tan técnico que no lo entenderíamos) ni el típico recetario de remedios caseros de la abuela que le ponga bueno a uno en dos días con ingredientes naturales.
Muchos de sus consejos provienen de su larga experiencia en temas de salud, de las que es un excelente divulgador, y de su conocimiento médico: así, al tratar ciertos accidentes domésticos, aporta consejos de sentido común para evitarlos, pero ante dolencias graves, continuas o recurrentes, se evita la prescripción y se aconseja que se vaya al médico o se ponga en manos del especialista pertinente (si son callos, pues el podólogo; si cataratas, al oculista): este libro no le evitará la visita al médico, que es el personal facultado para diagnosticar y tratar cada caso particular, pero sí podrá ayudarle para saber qué hacer en caso de una urgencia, antes de acudir a él.
De esto se deduce el principal interés de la obra: se trata de un libro útil en la medida en que le ayuda a conocer mejor los síntomas y soluciones a malestares o enfermedades frecuentes (qué son y qué se debe hacer), descritas bajo una redacción entendible.
Entre las posibles pegas, se podría poner esta: aunque no es un libro extenso —250 páginas— y el índice general permite encontrar con cierta rapidez en orden alfabético lo que estemos buscando, habría sido necesario un índice final analítico. Por ejemplo, quien tenga alguna molestia relacionada con el ojo, no encontrará la recomendación pertinente buscando por «ojos», sino en «Accidentes en los ojos» (letra A, al comienzo del libro), y del mismo modo ocurre con «oído» o «acúfeno», que estará no en la o ni en la a, sino en «Zumbido de oídos», letra z, siguiendo el orden adoptado en el libro.