El último estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) expone que uno de cada tres jóvenes de entre 15-19 años considera normal, e incluso aceptable, que su pareja le controle. El número de mujeres dentro de esta franja de edad que permite este tipo de control es mayor al número de mujeres que la tolera en edades más avanzadas, el 32% de las jóvenes frente al 29% de la población femenina general.
“¿Quién es ese de tu foto?”, “Llevas todo el día ‘en línea’ y no me contestas, ¿con quién hablas?”, “¿En serio vas a ir así vestida?”, “Qué bien te llevas con X que te comenta todas las fotos de Facebook, ¿no?”, “Por ti sería capaz de hacer cualquier cosa si me dejas”. La mayoría de estas frases pueden resultarnos familiares hasta el punto de llegar a concebir como algo completamente lógico que tu pareja controle tu forma de vestir, tus conversaciones de WhatsApp, tus amistades… e incluso que te “avise” de que si le dejas se volverá loco y hará cualquier cosa, por muy estúpida que sea, por “recuperarte”.
Situamos el origen de este tipo de violencia en el mito del amor romántico, según el cual hay que estar dispuesto a darlo todo por amor y los celos son una muestra de este sentimiento hacia nuestra pareja. A esto añadimos la tradicional búsqueda de nuestra “media naranja” que implica que una persona solo pueda sentirse llena y entera cuando siente haber encontrado a alguien que le completa, ya que juntos forman la unidad. Así lo afirma María José Díaz-Aguado, catedrática en Psicología de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid, quien habla de “esa idea de que por amor hay que estar dispuesto a darlo todo, que los celos forman parte de él y que formar una pareja conlleva anular la individualidad de la persona”.
Las películas de Disney que vemos desde que somos pequeñas, en las que una princesa –ya sea Cenicienta, la Bella Durmiente o Blancanieves –, encuentra un príncipe azul que la saca de ese mundo monotemático y apesadumbrado en el que vive, se casan y “son felices y comen perdices” también influye en la concepción que adquirimos sobre lo que es el amor. A medida que seguimos creciendo, nuestros gustos cambian pero la idea del amor romántico continúa presente; lo que se traduce en otro tipo de programas y películas, como Crepúsculo, donde una joven decide renunciar a su naturaleza de humana e incluso a su familia y convertirse en vampiresa para vivir eternamente acompañada de su novio vampiro.
El problema está en que la mayor parte de las jóvenes que sufren este tipo de violencia micromachista, no identifica este control por parte de su pareja como algo perjudicial, sino que sienten que es una muestra de amor y preocupación por ellas. Sin embargo, es crucial que aprendan que no es así y que el control no es más que el principio de la violencia de género.
El último estudio realizado por el CIS sobre la violencia de género en los jóvenes presenta unos datos tan alarmantes (1 de cada 3 jóvenes, es decir, el 33%, cree inevitable o aceptable controlar los horarios de sus parejas, denegarles que vean a sus familias o amistades, no permitirles que trabajen o estudien y decirles lo que pueden o no hacer en ciertas circunstancias) que nos lleva a pensar cuáles son las razones por las que estos toleran en mayor medida que los adultos la violencia de control. En primer lugar podemos remitirnos a la aparición de las nuevas tecnologías y herramientas como Facebook, Twitter, Instagram, WhatsApp…, pues aumentan las posibilidades de control y es a estas edades cuando más uso se les da. Por otro lado, se piensa que es precisamente durante la adolescencia y juventud cuando más se presentan este tipo de situaciones ya que muchos jóvenes están en la fase de enamoramiento.
Surge entonces la pregunta de “¿qué se puede hacer para evitar este fenómeno?”, a lo que Susana Camarero, titular de la Secretaría de Estado de Igualdad responde que “la encuesta ha sido llevada a cabo con jóvenes que se han educado con la ley de violencia de género y con la asignatura de Educación para la Ciudadanía y no parece que sea suficiente”. Todavía queda mucho camino por delante.
Imágenes: Campaña «No te cortes» de la Comunidad de Madrid/Movimiento Controla
Una idea sobre “Nuevas formas de control en la pareja”
El fenómeno social para erradicar, o bien disminuir considerablemente la violencia de género, aún está muy limitada a instancias académicas de nivel superior, grupos de élite intelectual, grupos de lucha o bien, en algunos niveles de impartición de justicia.
Sin embargo, muchas de los casos que llegan a los extremos de la violencia, como es la muerte de una mujer, comienzan en hogares con niñas y madres que jamás en su vida pisarán ninguno de estos sitios, fuentes de luz y entendimiento para saber prevenir y afrontar cualquier forma de violencia de género a la estarán expuestas.
Los medios de comunicación (en especial la televisión abierta), la educación básica de niños y niñas, así como programas de concientización dirigidos a padres y madres de familia que erradicarán el machismo y la violencia de género son urgentes.
Faltan estrategias sociales y gubernamentales para dar este tipo de mensajes de prevención al problema; y en lugar de eso nos invaden con cifras e imágenes terribles y crudas de violencia masiva que dejan un terrible hueco en el estómago, además de un miedo que llega hasta los huesos.
Se debe aterrizar la vasta teoría a un lenguaje sencillo y a la aplicación en conductas de la vida cotidiana de cualquier familia.