En el año 1996, el cantautor guatemalteco Ricardo Arjona quiso aprovechar el lanzamiento de su nuevo álbum para dirigir hacia el mercado musical una pregunta que iba mucho más allá de las rutinarias historias de desasosiego y desvaríos del amor a las que suele tenernos acostumbrados/as, y que lejos de gustar o no, siempre esconden algún hito cultural que las hace interesantes. “Si el Norte fuera el Sur” hizo replantear la idea de América Latina a jóvenes que tal vez hasta ese momento no se habían detenido ni tan siquiera ante el origen latinoamericano del artista.
Más allá de plantearse qué es ser latinoamericano o qué es América Latina, resulta interesante imaginar lo que nunca fue, tal vez lo que hubiera sido de desarrollarse según sus posibilidades. Mucho antes que Ricardo Arjona, en 1943, lo señaló el artista uruguayo Joaquín Torres García con su obra “América Invertida”: “He dicho Escuela del Sur; porque en realidad, nuestro norte es el Sur. No debe haber norte, para nosotros, sino por oposición a nuestro Sur. Por eso ahora ponemos el mapa al revés, y entonces ya tenemos justa idea de nuestra posición, y no como quieren en el resto del mundo. La punta de América, desde ahora, prolongándose, señala insistentemente el Sur, nuestro norte”.
Estas ideas, abordadas por un uruguayo que tuvo que salir y volver para conocer su propia identidad desde ambas perspectivas, me recuerdan a otra región desconocida y compleja, África. Torres apostaba por un lugar donde también pasaban cosas, reivindicando de alguna manera su existencia e importancia, y la doble cara de la moneda que tendría su desarrollo. Hace un tiempo, un grupo de periodistas africanos se citaron en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid para dar cabida a las historias que no tienen ninguna relevancia en los medios de comunicación. Historias que nadie quiere contar. “El África Negra interesa sólo para explotarla”, afirmaron Arsenne Yao y Hortense Djomed al coincidir que África sólo es noticia “cuando surge alguna desgracia”. No sólo se habló del poder de los medios para desvirtuar a un continente, también del público, algo que guarda relación con lo que sucede con América Latina. “El público debería demandar noticias sobre África para que los medios se interesaran más por los países de este continente”, sentenciaron, para lo cual es necesario una previa capacidad crítica, una garantía de reflexión.
Parece que América Latina hoy interesa más a los medios españoles. Quiénes han hecho cobrar protagonismo a la región vecina es una pregunta que se me plantea. ¿Es mejor que hablen mal o que no hablen? A veces, tanto medios como públicos, me aterran.