Andan estos últimos días l@s transiciólog@s (y algun@ que nunca lo fue pero que se suma al carro con desparpajo) con los pelos como alcayatas, loando las virtudes de Adolfo Suárez de un modo tan exagerado que resulta grotesco. Elogiar al muerto porque sí u olvidar las traiciones que sufrió en vida resulta ridículo e hipócrita. Suárez hizo grandes cosas y otras menos grandes: no perdamos la perspectiva. Dicho esto, cuánto tendría que aprender de él el 90% de la clase política de hoy.
AUTOR
También te puede interesar
Federica Mogherini, la Alta Representante de Política Exterior y Seguridad Común de la Unión Europea, viajó a Cuba el pasado 23 y […]
Tres treinteañeros de Quito recorren las calles en la oscuridad con una misión: corregir los errores ortográficos de los grafitis de la […]
La responsabilidad es de la enfermera, dicen los auténticos responsables. Ella se tocó la cara, ella mintió, ella ocultó datos. «Culpable», claman […]
Como si se tratara del clásico de Homero, HSBC ha sido atacado desde dentro, siendo el propio banco quien introdujo en sus […]