Basta solo un instante para cruzar la frontera y ya se está en el otro lado. Esto es lo que viene a ocurrir en el primer trabajo de este realizador, podemos incluso encontrarnos al final de la civilización, al final de una calle, justo anoche. La cinta bascula entre tantos géneros. Una especie de tierra de nadie; nada es lo que parece. Todo es confuso. La acción sucede en 1971 justo en pleno conflicto entre católicos y protestantes. En una de esas batallas campales se ve envuelto el soldado Gary Hook recién llegado a Belfast y poco después perdido durante toda una noche dentro de espacios fantasmales, al tiempo vigilados.
El realizador, Yann Damange, estratifica la progresión de drama hacia el mismo abismo y lo plasma con una desgarrada capacidad de abstracción. El enfrentamiento inicial que sucede en plena calle, el registro brutal de las viviendas trasmite una sensación de peligrosidad física cuerpo a cuerpo como si nosotros los espectadores hubiéramos sido arrojados directamente por un demiurgo atroz. La huida del soldado haciéndose paso entre sombras nocturnas, perseguido por el IRA y por los espías británicos que quieren hacerlo definitivamente desaparecer alcanza rango político, pero al tiempo no deja de ser mítico. La violencia viene por todos los enfrentes, nos termina diciendo el cineasta. Pero ese infierno se viene a identificar con todos los conflictos de la tierra.
Esta cinta nos habla de un conflicto poliédrico, además de la soledad de un individuo ante el poder, ante los escenarios dantescos creados que actúan para aplastarlo con sus exhibiciones de fuerza. Esta ópera prima no solo puede ser un filme de guerra, sino que contempla de manera alucinatoria diversos géneros.
Imágenes: Vértigo Films Spain