Revista Digital

El paraíso de escritores y bibliotecarios

A Juan Carlos Onetti, Menéndez Pidal, Goethe, Borges y Stephen King les separan muchos años y kilómetros -también figurada y estilísticamente hablando-. Pero todos ellos, y el resto de los autores reseñados en El escritor en su paraíso, tienen algo en común: fueron bibliotecarios.

978849286592Las bibliotecas tienen algo que quienes gustamos de pasear por ellas -y perdernos entre sus rincones- no podemos describir. Algunos las sentimos casi como hogares; poseen un olor característico, y su sosiego -respirado por lectores embarcados en quién sabe qué aventuras literarias; y por estudiantes que echan un pulso contra las pruebas académicas- impone la atmósfera adecuada para fundirse con la devoción ancestral por el saber y la cultura. El escritor en su paraíso, una colección de retratos de escritores destacados que también fueron bibliotecarios, es un libro sinestésico porque huele a silencio, y consigue que evoquemos la deliciosa imagen de miles de lomos de libros de todas las formas y tamaños, esperando a ser visitados.

Bien por necesidades económicas, bien como búsqueda de un refugio particular o colocados por alguna beca, son innumerables los ejemplos de literatos que, antes de saltar a la fama, se dedicaron a archivar y ordenar material documental y prestar servicio público a miles de lectores en todo el mundo. De la A a la Z, repasando hasta treinta autores, este exquisito volumen de Ángel Esteban que muy necesariamente edita Periférica hará las delicias de quienes, como los retratados, encuentran un paraíso entre los muros de estos templos de la quietud. Firmas tan dispares como Eugenio D’Ors, Charles Perrault, Lewis Carroll, Rubén Darío o Giacomo Casanova desfilan por estas casi 400 páginas; así, cada capítulo breve está dedicado a esbozar unas breves líneas biográficas de cada autor, y a contextualizar adecuadamente el marco histórico y social que a cada uno de ellos le tocó vivir.

Inevitablemente, una vez iniciada una emocionante y muy amena lectura, tardaremos poco en señalar como favoritos ciertos pasajes; en concreto, por ejemplo, es destacable el perfil de la madrileña Gloria Fuertes, poeta que calificaba de «amigos», incluso de «jefes», a los libros; y cuya generosidad y amor por sus pequeños compañeros inseparables quedó registrada para la posteridad al fundar en 1952 la primera biblioteca infantil ambulante de España, con la que sacó a la calle cientos de libros que entusiasmaban a una infancia necesitada de alimento para el cuerpo y para el cerebro. Igualmente notable es el retrato de los hermanos Grimm, quienes recorrieron la Alemania del siglo XIX visitando hasta las más remotas aldeas rurales en busca de todos los cuentos amenazados de perderse para siempre -pues muchos de ellos sólo se sostenían mediante tradición oral- y buceando paralelamente en bibliotecas para cotejar las versiones existentes de las historias que les habían narrado.

Por si el elenco de esta obra no fuese de por sí galáctico, cabe añadir que es Mario Vargas Llosa quien se encarga de prologar esta más que recomendable joya paradisíaca; hecho que no es casual porque él también conoce, como la palma de su mano, los universos del bibliotecario y del escritor.

La imagen principal corresponde a la Biblioteca Joanina (Universidad de Coimbra, Portugal)

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