«A mis mejores amigos no los he visto nunca. Conocerme en persona es la muerte de la ilusión»(Carta de Raymond Chandler a Dale Warren, 8 de enero de 1948)
A mis mejores amigos no los he visto nunca conforma una compilación de cartas y ensayos selectos editados por DeBolsillo, una versión ampliada de El simple arte de escribir. Cartas y ensayos escogidos que ya publicó Emecé hace casi una década.
¿Quién es Chandler? De esto trata este libro que es más que una biografía. Recomponer la personalidad de un gran escritor, un más que estilista de las palabras cercano a todo tipo de lectores –sugiero que es mejor leer a Chandler literato, pero no veo por qué no podemos integrar el contenido de este libro dentro de la totalidad de su obra-. Chandler es contradictorio, callejero al tiempo que aristócrata, altivo, siempre misántropo, lúcido, desdichado, sarcástico, algo homófobo, al borde de tantos abismos, amoroso. El escritor es además conocedor de todos y cada uno de los secretos que hacen del gimlet uno de los grandes cócteles; solo hace falta leer El largo adiós para convertirnos –la mejor descripción que se ha hecho sobre el gimlet-. Tantas noches actuamos bajo los hechizos etílicos….
Chandler no dejaba ni un solo día sin escribir. Bebía al mismo tiempo que monologaba, dictaba cartas y más cartas en su grabadora. Cada carta es un disparo a bocajarro. Era su secretaria quien las pasaba a máquina seguramente, pero he aquí la duda: ¿las corregía? Su prosa es flexible; también elegante, creativa, aunque no dejan de ser disparos inteligentes y mordaces.
Chandler dispara contra todos siempre; antes de nada procura pensar una y otra vez lo que dice. Cada disparo no es convulso. En cada disparo esta su visión cambiante acerca del mundo, de su vida privada y familiar (y sus principios como joven poeta), del oficio del escritor –de su oficio como escritor-, del oficio de guionista dentro de la maquinaria infernal y egoísta que es Hollywood, de la política (sobre la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial, el comunismo, McCarthy, el nacimiento de una nueva era urbana…), del periodismo impreso. Chandler dispara contra editores, ejecutivos de grandes estudios, compañeros de generación. Chandler es un crítico literario sin parangón, además de un genial cronista –no dejamos de pensar en sus críticas contra James Cain, Graham Greene, Eugene O’ Neill, en sus ágiles y cruciales crónicas como pertinaz periodista de primera fila -; que ama la prosa de Hammett y toda la buena literatura.
Os dejo con algunas perlas contenidas en este volumen. Me es imposible anotar todas; claro está, os recomiendo el libro:
«Siempre he pensado que uno de los encantos de tratar con editores es que si uno empieza a hablar de dinero, ellos se retiran fríamente a su enmienda profesional.»
«Ahora estoy leyendo So Little Time de Marquand. Recuerdo o creo recordar que fue bastante maltratada cuando apareció, pero a mí me parece llena de ingenio agudo y vivacidad.
«Lamento tanto que se sientan mal por las ventas de La ventana alta. La última vez que estuvieron aquí me dijeron que cuatro mil ejemplares era el techo para una novela policial.»
«La mayoría de los escritores tienen el egotismo de los actores sin su belleza física ni su encanto.»
«Escribir un guión sobre un libro tuyo es como revolcarse sobre huesos secos.»
«Después de Katyn y los juicios por traición en Moscú y los campos de prisioneros en el Ártico, que un hombre decente pueda volverse comunista está más allá de toda comprensión. Pienso lo mismo acerca de convertirse a un sistema religioso que hizo amistad con Franco y sigue haciéndola con cualquier bribón que esté dispuesto a proteger y enriquecer a la Iglesia.»
«Los grandes críticos, de los que lamentablemente hay pocos, construyen una casa para la verdad.»
«En una época fui ejecutivo en la industria petrolera, director de ocho compañías y presidente de tres, aunque en realidad era simplemente un empleado muy remunerado.»
«El cine es una gran industria, además de un arte derrotado. Sus técnicos van ahora por la tercera generación, sus inversiones se realizan a escala mundial, su demanda de material es insaciable.»
«Soy estrictamente un bebedor de ginebra.»