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La historia de una vida

Hartland
Hartland: La historia de una vida, Amistades Peligrosas, 2017

Hay historias reales que van más allá de la literatura. Es el caso de Claude Hartland, un joven americano nacido en 1871 que en 1901 publicó «la extraña historia de su vida» (La historia de una vida, Amistades Particulares, 2017).

La escribió con la esperanza de que la comunidad médica ahorrara así el padecimiento que él sufría a otros en su misma situación, si bien ese padecimiento no era sino la atracción hacia personas de su mismo sexo. Será la primera autobiografía de una persona homosexual de Estados Unidos.

Han pasado más de cien años desde que esta historia se publicara y la situación social ha cambiado mucho, afortunadamente, en esa y otras partes del mundo, aunque aún sean necesarias reivindicaciones de respeto en otros.

A finales del siglo XIX los estudios médicos abordaban la homosexualidad como una «anormalidad» o enfermedad, y esta es la perspectiva de la que parte Hartland, que en realidad es un pseudónimo. No conocemos el verdadero nombre ni el lugar de nacimiento del autor de este relato, a medio camino entre la autobiografía, el diario y el caso clínico. Nacido en una zona rural de Misuri, desarrolló su vida trabajando con su familia y como maestro en la ciudad de San Luis y alrededores. No sabemos qué fue de él tras la publicación de la obra.

La cuestión es que su texto presenta un testimonio histórico, rescatado del olvido por editoriales independientes como Grey Fox Press (1985), Fredonia Books (2005) y esta que estamos reseñando, Amistades Particulares (2017), editorial LGTB nacida de una asociación sin ánimo de lucro que la ha traducido al español por primera vez.

La obra no pretende grandes pretensiones: solo contar «el relato real de mi vida desde que nací hasta el 22 de febrero de 1901». Una vida con partes sin duda omitidas, sintetizada a poco más de cien páginas siguiendo el orden cronológico, desde su nacimiento hasta la treintena, pero con reflexión, sentimientos de culpa y autorrepresión constantes. Intuimos el ambiente social de su época, pero está poco presente, ya sea por centrarse en sí mismo, por vivir en el ámbito rural alejado de ciudades o por no querer dar detalles concretos sobre los lugares donde vivía para evitar ser identificado. Solo la religiosidad será un elemento destacado, así como ciertas amistades y encuentros esporádicos, hasta llegar a una inevitable aceptación.

La historia de la vida de Hartland podría ser una invención literaria, pero desgraciadamente parece haber sido real. Y probablemente no sería muy distinta de la de otras personas invisibles, de su siglo e incluso del nuestro: cuántas, quizá, habrán escrito diarios parecidos… A Hartland se le debe el valor de haberlo hecho antes y de haberlo publicado con un contexto social claramente en contra. Ya únicamente por eso su escrito tiene valor.

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