Un año más llega el día de los Santos y la fiesta del miedo, y con ellos una nueva temporada de la serie American Horror Story, que en esta entrega abre las puertas de su Hotel para ofrecernos una estancia que jamás olvidaremos. ¡Bienvenidos al infierno y cuidado con los spoilers!
Una casa. Un asilo. Un aquelarre. Un circo. Y ahora un hotel. Un hotel de mediados de siglo, de recargada decoración, decadente, de amplios espacios pero de ambiente opresivo, de suites de ensueño que se transforman súbitamente en pesadillas. Un edificio erigido a imagen y semejanza de su constructor, un psicópata que se deleitaba con la muerte, la tortura y el sufrimiento ajeno. Así es el Hotel Cortez, lugar de la quinta trama de nuestra serie de terror favorita, un emplazamiento tocado por la varita de la tragedia, el dolor y la sangre. ¡Mola!
Nos congratula teneros de vuelta, Huelleros, tras la reforma de nuestras instalaciones. ¿Queréis echar un vistazo a nuestro renovado lounge?, ¿tomar un cocktail en el bar de la planta baja quizá? ¿o preferís mejor una habitación? Si os decantáis por esta última opción, he de advertiros de que lo que vais a experimentar entre estas cuatro paredes no es algo apto para melindrosos, pues esta temporada ha empezado fuerte de narices.
Aunque la idea de los hoteles con “encanto” ya ha sido motivo de ficción en el cine con el Overlook de El Resplandor o con la Habitación 1408, ambas películas inspiradas en relatos de Stephen King, hasta la fecha no habíamos disfrutado de una estancia semanal ni tan intensa como la que estamos viviendo en la actualidad.
Lady Gaga encabeza el reparto esta vez ante la ausencia de Jessica Lange que este año prefirió no repetir pesadilla. Ella será nuestra guía por los pasillos y recovecos de este suntuoso alojamiento. La artista, que despierta pasiones y rechazos a partes iguales, no será la mejor cantante, ni la mejor modelo, ni activista…, pero en mi opinión sí que es un animal camaleónico y un torrente de talento, tanto a nivel compositivo como interpretativo, como así lo demuestra en esta entrega. Sin ir más lejos, no le han dolido prendas en desnudarse, asesinar y rebozarse de sangre en una orgía compartida con su partenaire Matt Bomer. Y es que la estrella del pop encarna a la condesa Elizabeth, la dueña del hotel, una vampira depredadora que se mantiene joven a base de sangre y sexo. Vamos, el sueño de todo hijo de vecino.
Junto a ella le acompañan algunos recurrentes de esta serie, ya que hemos de recordar que la mayoría de actores, aunque no encarnando los mismos roles, repiten año tras año:
La primera de esta lista sería sin dudar Sarah Paulson. La sureña comenzó siendo médium, para pasar después a ser la gran Lana Banana, una periodista encerrada en el asilo por lesbiana y entrometida, en este orden; más tarde interpretó a la hija de la suprema en el aquelarre y el año pasado dos papeles en uno, pues encarnaba a dos siamesas, o una siamesa de dos cabezas, no me quedó muy claro. En esta ocasión es una yonqui, fallecida, con mala baba y depresiva… Otro reto a la altura de la Paulson.
Evan Peters siempre ha estado muerto, o enfermo, o deforme, o tullido, y este año no podría ser una excepción. Interpreta al ex dueño del hotel, el fantasma de un demente que construyó ese santuario de sangre donde cometer sus salvajes crímenes con total impunidad. Si bien siempre ha sido así como el bueno de la historia y el niño mono, este año es un villano al que le hace sombra otros guaperas como Wes Bentley, Matt Bomer, Cheyenne Jackson o Finn Wittrock, que ha pasado de ser un lunático asesino en la cuarta a un engreído modelo en la actual.
Kathy Bates, actriz como la copa de un pino, también repite aventura. Desaprovechada como pocos otros actores en esta serie, se incorporó en la tercera temporada y pasó de ser torturadora de negros a mujer barbuda. Ahora mismo regenta la recepción del hotel con bastante mala leche. Su historia está ligada a la de su hijo, la pareja de Gaga, otro vampiro que pervive en el Penthouse.
En cuanto a Angela Basset, esta actriz de color siempre ha estado relacionada con el número tres en esta serie. Comenzó en la tercera temporada como bruja negra, siguientemente tuvo tres senos en la cuarta y en ésta se verá envuelta en un extraño triángulo amoroso. Sus personajes y su arrolladora interpretación nunca dejan indiferentes, por lo que se ha convertido en una imprescindible de la saga.
Para finalizar este repaso de recurrentes, mentaremos y echaremos un poco de menos a Francis Conroy en el reparto (la señora Fisher de A dos metros bajo tierra que este año no repite), para después centrarnos en el secundario de lujo Denis O´Hare. Nunca ha tenido un papel protagonista en esta historia, pero siempre ha estado ahí. Fue el hombre quemado, nos privó de su presencia en la segunda temporada, después encarnó al mayordomo sin lengua del aquelarre, posteriormente a un comerciante de cadáveres y ahora es Liv Taylor, un travesti y uno de los pocos residentes del hotel.
Hotel promete levantar los flojos guiones de sus dos temporadas antecesoras. Si bien la audiencia responde cada vez más y en mayor medida y sus escenas son más truculentas, más bestiales, sexuales, dantescas, enrevesadas e impactantes (lo cual es de apreciar), sus tramas adolecen de falta de cohesión, coherencia y se deshilachan rápido. En esta última entrega, sí es cierto que hay una línea argumental muy potente que subyace por debajo de las historias de los protagonistas: la de un asesino que ejecuta sus obras siguiendo los 10 mandamientos (muy Seven todo, ¿no?). Esperemos que no acabe desgastándose como la de Twisty, el despiadado payaso del Freakshow.
Para finalizar el artículo de hoy, y tal y como ha expresado Ryan Murphy, creador de esta serie, las cinco temporadas están interconectadas, relacionadas las unas con otras, de distintos modos. No quiero desvelaros cómo, os lo dejo como reto para los comentarios que me pondréis abajo. Es más que evidente que si habéis visto las anteriores averigüéis en ésta el nexo de unión, por lo menos, con la primera. ¡Hasta Martha Huber sería capaz de descubrir algo tan obvio!
PD: mi reflexión final de telespectador de hoy es: “¿Quién quiere carne roja procesada teniendo sangre fresca en la habitación de al lado, eh, Lady Gaga?”
Fotografías propiedad de la página web abc.com