¿Tu pareja debe encontrarte siempre guapo o guapa? Si algo de ti no le gusta, ¿debe decirlo? ¿Toleramos que las personas a quienes gustamos no nos encuentren objetivamente guapos? ¿Nos da ventajas en la vida haber sido obsequiados con el don de la belleza? Ese don, ¿nos da libertad o nos esclaviza? ¿Qué implica ser guapo: algo impalpable que va más allá del físico o entrar en los cánones del momento? ¿Hay quien sea capaz de obviar la importancia del aspecto físico en nuestra sociedad?
Todos estos interrogantes son los que plantea el dramaturgo –también director y guionista− estadounidense Neil LaBute en Reasons to be pretty, una obra de 2008 que la productora Sixto Paz ha decidido llevar a escena esta temporada bajo el título de Pretty. LaBute, con su particular mordacidad, retrata a la perfección los comportamientos humanos sin dejarlos exentos de una crítica sutil pero afilada. En esta ocasión, nos incita a un debate sobre la belleza y las relaciones amorosas, y lo directamente relacionadas (o no) que están.
En Pretty, las relaciones de los cuatro personajes se ven afectadas por los atributos físicos de un modo u otro. Y no sólo las relaciones amorosas, sino también la amistad se pone a prueba cuando aparecen los secretos, las traiciones, los engaños… El punto de partida no es otro que la ruptura de una de las parejas protagonistas, Edu (Pau Roca) y Meri (Sara Espígul), cuando esta se entera de que su novio ha dicho de ella que tiene una cara normal, en contraposición a una cara guapa. El comentario lo escucha Carla (Mariona Ribas), su amiga y mujer de Toni (Joan Carreras), el amigo de Edu con quien este está hablando al hacer esa afirmación. El torbellino de indignación que provoca ese comentario y sus consecuencias marcará a los cuatro personajes en el devenir de la obra.
Marilia Samper dirige de forma espléndida esta comedia de LaBute –como ya hiciera con Pulmons, su anterior trabajo con Sixto Paz− y sabe sacarle todo el jugo y el partido al humor ácido del texto, a la sonrisa sarcástica del autor. Desde el primer momento, el dominio que la directora muestra del espacio escénico, cuyo diseño funcional lo hace adaptable a cualquier ambiente, y del ritmo teatral engulle al espectador. Su también sobresaliente dirección de actores, unida al magnífico trabajo de los cuatro intérpretes –en el que cabe destacar a la histérica y formidable Meri de Sara Espígul−, no hace más que convertir en muy recomendable una obra inteligente, actual, divertida y tremendamente humana, certera y veraz. Sigue en cartel hasta el 12 de junio en La Villarroel, y ojalá la productora se anime a girarla por el resto de la península e incluso a animarse con su segunda parte, Reasons to be happy, escrita por LaBute en 2013.