Reseñar la Biblia parecería hoy, para el lector español, un anacronismo, porque poco hay que decir sobre el argumento que no sea ya conocido. Sin embargo, por más que la Biblia sea el libro más vendido de la historia de Occidente y uno de los que podremos encontrar en más casas, otra cosa es que quien la tiene la haya leído. Por esto es más llamativa aún la publicación de esta Biblia según Dios (esto es, @Diostuitero) que ha publicado la editorial Malpaso, donde se nos cuenta, uno a uno, en un tono desenfadado, el resumen de cada uno de los capítulos que la forman.
Ahora bien, hablar de capítulos para la Biblia no sería del todo correcto. La Biblia no es un libro, sino un conjunto de libros —como señala el plural en griego del que nos viene la palabra, tá biblía, τὰ βιβλία (literalmente, ‘los libros [sagrados]’)—, formado por aquellos que narran la historia del pueblo de Israel (es decir, los veinticuatro textos hebreos, luego reorganizados en los antiguos testamentos cristianos, de distinto número, según se sea protestante —39 libros—, católico apostólico romano —46 libros— u ortodoxo —53 libros—), más los veintisiete referidos a la vida de Jesús y a los hechos de los apóstoles que componen la buena nueva (Evangelio, εὐαγγέλιον).
En tantos libros y páginas se cuentan muchos sucesos, algunos históricos y otros simbólicos, que son la base de nuestra cultura y de nuestra forma de pensar en Occidente, por lo que esta obra ha tenido una importancia capital en nosotros en todas las épocas. En la Biblia se puede rastrear —aunque de manera parcial y sesgada— la historia de los pueblos de la antigüedad (israelitas, babilonios, egipcios, arameos, etc.) y, por desgracia, sus guerras, pues ya entonces guerreaban. Y mucho. Desde la expulsión de Adán y Eva al Apocalipsis, hay un diluvio universal, murallas que caen al toque de trompeta, una matanza de inocentes y un cierre al más puro estilo hollywoodiense con ángeles exterminadores. Solo la llegada de un mesías —Cristo para los católicos, pero para judíos y musulmanes tan solo un profeta—rompe la dinámica de destrucción que atraviesa el antiguo testamento y nos adentra ya en el nuevo, que promoverá el amor y la salvación de todos los hombres, y no solo del pueblo elegido. A pesar de las discrepancias, los puntos comunes de la Biblia para las tres religiones harán que respeten el Libro, que es como se llama a la Biblia por antonomasia.
Ahora bien, un texto tan complejo, de orígenes y épocas diversas, ha sufrido avatares que han llevado a los hombres a tener que definir en más de una ocasión los contenidos que han de ser dogmáticos, y esto es lo que el autor de este resumen va a desentrañarnos, pequeñas o grandes incongruencias que hemos de pasar por alto si somos creyentes.
La Biblia contada por Diostuitero está escrita en primera persona, pero ¿quién es Diostuitero? Pues en primer lugar parece que es un ser humano, de Ávila, aunque residente en Madrid, ateo [sic], «superatractivo» y de unos 43 años, licenciado en Derecho y funcionario si creemos la entrevista que le hicieron hace cinco años en el periódico Público, cuando los tweets publicados desde su cuenta @Diostuitero lo lanzaron al estrellato de las redes sociales.
Nos encontramos, sí, lectores creyentes o no creyentes, con una obra más publicada después de un gran éxito mediático en internet, como ocurre con los libros de la @SenoritaPuri o la reciente tendencia de poetuiteros e instapoetas, lo cual no quiere decir que sea malo, pues hay que reconocerle al autor un buen conocimiento bíblico y un gran sentido del humor, como cuando se refiere a Jacob y a su familia «supernumerosa» o a Adán (p. 18) como un «guaperas, con pelazo, barbita y conocimiento de arameo a nivel avanzado». El tono cercano y coloquial seguirá a lo largo de la obra, con ocasionales guiños culturales a nuestros días. Ahora bien, una observación importante: aunque algunos coloquialismos sí puede que funcionen bien en internet, otros, que casi llegan al vulgarismo, no funcionan en un libro impreso.
En cualquier caso, bienvenida sea esta obra de Malpaso que da a conocer y divulga de forma crítica la Biblia. Y la libertad que permite que se publique, muestra de que no somos víctimas de fanatismos.