Hace unos meses dedicábamos unas palabras a los poemarios de José María Antón Morla y de Ángel Moreta, en esta serie de artículos sobre poemarios y poetas rescatados que continuamos aquí («Alcanzar fama literaria: poesía rescatada [1]», La Huella Digital, 12/03/2020).
Ciertamente, la escritura es una forma de mantener asidos los recuerdos —que se deshilachan con el tiempo, se decoloran o se pierden voluntariamente para no volverse a encontrar…—, pues los recuerdos quedan fijados a través de la palabra escrita, hasta el punto de que muchos poetas toman este hecho como la base que motiva su obra y su dedicación a la poesía.
Esto es lo que ocurre de manera significativa en el poemario de José Luis García Martín que tratamos a continuación. Concretamente, en los poemas que integran el libro Al doblar la esquina (DVD Ediciones, año 2001, colección DVD poesía, 41), donde se recoge esa «memoria personal y memoria de siglo» en que vivimos junto a «esbozos de un autorretrato» (p. 89).
A este autor —extremeño de nacimiento, pero asturiano de instituto, como diría Max Aub—, crítico literario relevante y profesor en la Universidad de Oviedo, llegué hace años tras la lectura de alguna publicación de la Casa de Ávila en Madrid y de José Luis Morante, pero el tiempo pasó, el libro quedó varado en la biblioteca y solo ahora, retomándolo, compruebo que, tras este rescate, merece la pena detenerse en esta y otras obras suyas.
Muchos de los cincuentaidós poemas que incluía el autor en este libro parten de la reflexión: con cincuenta años entonces cumplidos y media vida, sus versos nacen tras mirarse en el espejo; rememoran su infancia, recogen sus recuerdos, sus frustraciones, su soledad («los vivos / te parecen solo borradores, / seres a medio hacer, gentes de paso», p. 63; «gente que cruza / las calles de tu alma […], / nombres como llaves que no abren / ninguna cerradura», p. 58). «Memoria» y «Otro recuento» son quizá sus poemas más autobiográficos:
Déjame que resuma lo que ha sido mi vida.
Unos ojos oscuros
entre la sombra de los naranjales…
Sus versos nacen de un «yo» que se dirige al «tú», que serías tú, el lector. Pero, independientemente, está siempre el yo, como ocurre cuando superpone sus lecturas, rememoradas, para mostrar, envuelto en el manto de otra figura literaria, sus impresiones (poema «Sei Shônagon hace recuento de su vida»). Comparte con otros poetas, como Pessoa, del que ha traducido varios libros, el carácter reflexivo, si bien con un tono más pesimista y una sombra permanente de tristeza: la poesía como refugio.
Es cierto que este libro no es más que una muestra de su obra, continuada en los veinte años siguientes hasta llegar a nuestros días y no solo con la poesía, sino también con una nutrida obra de diarios y autobiografías (y con un blog, donde escribe diariamente hasta hoy, aunque haya perdido interés por la poesía y, sin embargo, «de vez en cuando siga escribiendo, sin querer y como a pesar mío, variaciones del mismo poema»: entrada del 13 de enero de 2021); en cualquier caso, prosa y poesía se entrelazan, pues no se ciñe a un odre para expresar aquello que el poeta, o el hombre, debe decir, y a la necesidad de expresar la visión propia de la vida, como siempre han intentado ofrecer los poetas.
Cerramos este comentario sobre la obra restacada de José Luis García Martín con otra propuesta a favor de la poesía: poesía recitada, en el canal de Youtube En|clave poética, donde se irán subiendo videopoemas de Fernando Pessoa, Bécquer y una selección de otros autores de poesía contemporánea.