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Donde cabe él cabemos las dos. Madrid se suma contra el manspreading

“Si los dos pagamos el mismo billete por qué tú te empeñas en ocupar el doble” escribe @maraylucy en Twitter con el hashtag #MadridSinManspreading. El colectivo feminista «Mujeres En Lucha» inició el lunes esta campaña en redes sociales para concienciar sobre el manspreading y, de de paso, pedir a la presidenta de la Comunidad de Madrid a través de change.org que ponga carteles informativos sobre este fenómeno. El colectivo también se lo había solicitado anteriormente al Ayuntamiento de la capital. De momento, solo el Ayuntamiento ha actuado en este sentido y el martes publicó su decisión de incluir carteles en el transporte público madrileño contra esta práctica.

Nuevas pegatinas para el transporte público de Madrid que incluyen el manspreading

Una noticia sacada por El País en 2015 anunciaba que el Collings dictionary reconocía los años de activismo en Gran Bretaña y dejaba como finalista a la palabra manspreading para ser incluida entre sus definiciones. Así, el diccionario británico lo define como “la práctica de un pasajero (hombre) de sentarse con las piernas abiertas, negando el espacio a los pasajeros que están a su lado en el transporte público”. Aunque pueda parecer un gesto de poca importancia, lo cierto es que el primer paso para concienciar es ponerle nombre y el segundo explicar que es algo que ocurre a diario. En otros países, como Tokio y Nueva York, ya se han difundido ilustraciones contra esta práctica, igual que el metro de Japón, que lleva haciéndolo más de 20 años.

“Si te fijas te darás cuenta de que es una práctica muy común” dice el cuerpo de la petición de «Mujeres En Lucha». ¿Cómo no iba a serlo? Al fin y al cabo son hombres corrientes, haciendo un recorrido en tren, metro o autobús que, seguramente, hagan todos los días. No estamos hablando de algo esporádico, si no de una práctica diaria. Algunos —como suele ocurrir con muchas de las peticiones feministas— pensarán que es una reivindicación poco relevante, pero la verdad es que, si lo analizamos con perspectiva de género, el manspreading supone la idea inconsciente de que una mujer no tiene el mismo derecho a disfrutar del transporte público.

De hecho, cuando este haghstag era el número 5 en tendencias, muchos hombres se manifestaron para “recuperar sus derechos”. Algunos de los tweets más «reivindicativos» que se pudieron leer al respecto fueron: “¿Y cuando solo hay un posabrazos para dos personas que? ¿No traéis soluciones? Vagas…”, “¿y cuando ponéis la mochila o el bolso ocupando otro asiento?”, “Sí, doce señoras entrando con sus carritos de bebé gratuitamente, para nada ocupan”, “Y digo, ¿por qué en vez de la gilipollez del #MadridSinManpreading no le pedís al ayuntamiento que haga los asientos más anchos?”, “Sí, empatía con las embarazadas pero ausencia de empatía con los testículos, GENIAL”.

Muchos insisten en que el problema es de educación. Desde el punto de vista feminista y siendo conscientes de la educación patriarcal que llevamos arrastrando siglos, el mans-preading se podría tomar como un problema de género, un micromachismo más que afecta diariamente a las mujeres.

El respeto en 4 sencillos pasos

Para intentar ponérselo más fácil a los hombres «acaparadores de espacio», «Mujeres En Lucha» ha preparado unos pasos para evitar el manspreading. Primero, pega el culo al respaldo. Si eres muy alto, siempre puedes echar las piernas a un lado. En segundo lugar, acepta que es cultural, no deja de ser un privilegio masculino “ni el mismísimo caballo del Espartero justificaría el manspreading”. Tercero, no es motivo de tu sexo, no por tener determinados genitales vas a tener más espacio. De momento, no hemos visto ningún tipo de billete o asiento especial para personas con huevos. La cuarta regla de esta gran guía para dejar de ocupar el espacio de los demás es que juntes las piernas “terminarás por descubrir los beneficios del respeto al espacio público”. El tweet de @helen_sotillo resume muy bien estas dos últimas reglas: “Si las mujeres de pechos grandes no se sientan con los brazos en jarra, los hombres pueden ir con las piernas juntas”.

¿Y qué hacemos nosotras si estamos en el metro e invaden nuestro espacio personal creyéndose dueños y poseedores del transporte público? @gaalal lo dice muy claro en un tweet: “No busques otro asiento, ponte a su lado y reclama tu espacio. Acabemos con el síndrome de los huevos de cristal”.

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