El pasado domingo 30 de marzo se celebró la segunda vuelta de las elecciones municipales francesas. Tras partir con una notable ventaja en la primera vuelta, la derecha liderada por Unión por un movimiento Popular (UMP) se convirtió en la primera fuerza municipal de Francia al alcanzar el 45,91% de los votos. El resultado supone un duro golpe para el Partido Socialista, que François Hollande ha decidido afrontar con un precipitado cambio de gobierno.
El fin del bipartidismo en la política francesa ha llegado. Los resultados de las elecciones municipales celebradas en Francia no solo significan el desencanto de la población con la política –manifestado en más de un 38% de abstención-, ni el castigo al gobierno socialista – que pierde 10 ciudades de más 100.000 habitantes, 40 ciudades de entre 30.000 y 100.000 habitantes y 105 ciudades de 9.000 a 30.000 habitantes-. Los resultados ponen de manifiesto una novedad histórica; la inclusión del partido de extrema derecha, Frente Nacional (FN) como tercera fuerza política local al obtener el 6,85 % de los votos. La líder del FN, Marine Le Pen, ha transformado el partido que su padre, Jean-Marie Le Pen fundó en 1972, cuyo objetivo era la política nacional. El FN ha decidido postularse también como fuerza local y ha obtenido 13 alcaldías de más de 9.000 habitantes. Le Pen ha tratado de moderar su imagen y la de su partido para capitalizar la inseguridad económica generalizada y la desafección por la clase política.
En cuanto al Partido Socialista (PS) – con un 40,57 % de los votos- sufre lo que muchos analistas políticos franceses categorizan como una ley no escrita por la cual las elecciones locales intermedias perjudican siempre al grupo en el poder. Pero principalmente, tal y como ha asumido Jean-Marc Ayrault (ahora ex primer ministro tras el cambio de gobierno), la causa de la caída del PS es el “significativo desafecto” de quienes dieron su voto a los socialistas en las presidenciales y legislativas de 2012 por el constante incumplimiento de promesas electorales. El propio presidente François Hollande ha reconocido no haber sido capaz de poner en práctica el cambio que prometía en su campaña electoral de 2012. Por este motivo, el pasado miércoles el ejecutivo socialista francés anunció una precipitada remodelación de su gobierno. El gran cambio es el ascenso de Manuel Valls, antiguo ministro del interior, que sustituirá a Jean-Marc Ayrault como primer ministro. Valls es reconocido internacionalmente por ordenar la detención y posterior deportación a Kosovo de una niña que se encontraba de excursión con el colegio, asunto que generó mucha polémica.
Otro cambio a destacar es la re-inclusión de Ségolène Royal, ex pareja de François Hollande, que hereda el Ministerio de Ecología y se convierte en la número tres del Ejecutivo. Hollande ha anunciado que este nuevo equipo será más reducido y tendrá tres objetivos fundamentales: devolver a Francia a la primera línea de la economía, mejorar la justicia social y aumentar el poder adquisitivo de los franceses. También ha anunciado una reducción de los impuestos y de las cotizaciones de los trabajadores «de aquí a 2017». . En lo más inmediato, el nuevo Ejecutivo deberá recortar sus presupuestos para acercarse al objetivo de déficit impuesto por Bruselas.
Aunque el panorama político francés está bastante más claro tras los resultados de las elecciones municipales, habrá que observar el desarrollo de las elecciones parlamentarias europeas para comprobar si efectivamente la derecha es también la primera fuerza nacional y si el Partido Socialista de François Hollande es capaz de recuperarse de una caída histórica en su popularidad y recuperar la confianza de los franceses.